jueves, 2 de junio de 2011

LOS FESTEJOS… EL DOLOR


Columna: CON RUMBO AL SUR…

Por Angel Gabriel FERNÁNDEZ


(1)


El 30 de mayo de 1984 fue asesinado a balazos el periodista Manuel Buendía Tellezgirón, uno de los columnistas más leídos del país. Escribía la columna “Red Privada” para el diario Excélsior.
Buendía sigue siendo un referente para el periodismo en México. Fue autor, entre otros, del libro “La Ultraderecha en México” y escribió un hermoso poema llamado “No me dejes Morir”.
Después de él, hubo un vacío en el periodismo que fue llenado por don Julio Scherer García, director de Excélsior y fundador de Proceso. Junto a Scherer, destacó don Jesús Blancornelas, director de un semanario en Tijuana.
Hablo de los periodistas porque ya estamos en los días de la celebración de la Libertad de Expresión, cuyo festejo, creo, debe ser simbólico.
Hablo de los periodistas porque me recuerda la anécdota de un gran periodista y escritor que fue invitado a un convivio y a dar una conferencia a una universidad. Ya en pleno evento, el periodista preguntó a los presentes: ¿quién quiere ser periodista o escritor? Todos los presentes alzaron la mano.
- Entonces, qué hacen aquí: váyanse a escribir, a escribir y escribir.
Así concluyó el evento.
Me tocó platicar con el periodista José Arana Alvarado días antes de que muriera. Vivía en condiciones extremas de pobreza, ciego. Meses antes había sido galardonado con el Premio Estatal de Periodismo, pero el reconocimiento que le dieron no le sirvió ni para secarse las lágrimas; el hombre, maduro ya, lloraba como un niño; lloraba por su pobreza.
Era un reportero capaz de hacer 10 notas diarias, bien redactadas. Fue capaz de tomar gráficas oportunas cuando un deportista caía desvanecido y moría en la cancha de futbol de la unidad deportiva “Vicente Obregón”.
Don Adrián Medina Olaya fue director de un diario más de 20 años; fue linotipista, pero originalmente era mecánico de esas máquinas. Luego tuvo que aprender a reportear, a escribir las notas, a editarlas y a cabecearlas. Era casi como el personaje de “El Todopoderoso”, libro de Irving Wallace, quien hacía la información y la escribía, con la diferencia de que don Adrián no inventaba, terminó artrítico y con los huesos deshechos por la exposición al plomo y antimonio del metal que se utilizaba para los linotipos. No ha recibido ningún Premio Estatal o Local.
No comulgo con los eventos en los que se celebra la libertad de expresión porque creo que toda invitación de queda a deber y toda subvención crea compromiso. Porque luego los eventos se llenan de políticos que apapachan ese día a los reporteros pero luego los dejan esperando afuera de sus oficinas. Porque luego los políticos son los que hacen la fiesta y terminan de hocicones diciendo que “les maté el hambre a los periodistas”.
También porque a nivel nacional los mexicanos no hemos tenido la libertad ni siquiera de saber los números exactos de la elección del 2006, caso por el que el semanario “Proceso” demandó al gobierno de Felipe Calderón, ya que éste se niega a enseñar las boletas de la elección.
También porque sé que aunque en Veracruz existe el Instituto Veracruzano de Acceso a la Información (IVAI), hay una cláusula que dice que el gobierno se reserva el derecho de informar acerca de sus gastos publicitarios, caso que fue copiado por Ayuntamientos como el de Xalapa y que no tarde en ser copiado por algunos del sur de Veracruz.
Las fiestas, los “chupes”, los regalos de grabadoras o cámaras no van a solucionar la censura a que someten a los reporteros algunas dependencias como Migración en la garita de Acayucan, donde no dan información y sólo han dejado entrar a los periodistas cuando vino doña Margarita Zavala de Calderón o recientemente cuando vino el gobernador del Estado Javier Duarte de Ochoa.
No hay nada que festejar cuando hasta un insignificante encargado de los servicios periciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Veracruz con base en Acayucan, se cambia cuando los reporteros quieren hacer su trabajo.
De nada va a servir degustar un borrego asado o una barbacoa cuando lo que leemos en los diarios no corresponde a lo que sucede en realidad. Si por un lado es grave que no haya libertad de expresión, por otro lado es muy grave que a la gente se le niega el derecho a la información.
No hay que echarse “unas frías” mientras no se resuelva el caso de doña Mary Carranza, esposa del director de Tribuna del Sur, Jesús Gutiérrez Cruz, quien fue agredida por una sangrona jefe de comunicación social en Rodríguez Clara. Eso encabrona; ahora cualquier hijo de María Morales quiere cachetear a los reporteros. Encabrona más porque Jesús Gutiérrez es uno de mis maestros en esto de escribir.
Como dijeran Los Angeles Negros:
Hay que estar solo con el dolor. No pidan ni una explicación.
La Navidad de los pobres es más linda que ninguna, porque Dios nos acompaña bajo la luz de la luna.
Así el festejo de los periodistas: entre periodistas –sólo entre ellos- estaría mejor.
Porque aunque no haya en la mesa más que un pedazo de pan…pero que haya libertad.



(2)



Y siguiendo con las lamentaciones:
Dagoberto Marcial Domínguez es un líder ganadero indigente.
La oficina donde debiera despachar es un cuchitril, en donde se amontonan varias secretarias y en donde él -- el presidente de la Asociación Ganadera de la ciudad de Acayucan, la Llave del Sureste, una ciudad importante—a veces tiene que despachar en un rincón entre un montón de papeles y aguantando un calor sofocante, sentado en una silla de plástico y ante una mesa del mismo material.
No es exageración, pero entrar a la oficinita de la AGL es estar dispuesto a la deshidratación, a perder varios gramos de pesos a consecuencia del intenso calor. Eso es un baño sauna.
Por eso, el dirigente de los ganaderos tiene que instalarse en pleno paseo Bravo, en la vía pública, frente a un negocio donde venden paletas y aguas frescas. Ahí le instalan unas mesas y ahí atienda a los socios.
Eso ocurre mientras en la calle Altamirano esquina Independencia, un edificio está solito, como guarida de fantasmas. Ese edificio es propiedad de la Ganadera, pero no ha sido remozado por falta de recursos económicos.
Qué tiempos aquellos cuando la oficina de la Ganadera estaba en la parte alta del palacio municipal, climatizado y con televisiones para que el ganadero no la pasara mal mientras esperaba sus facturas.
Es incongruente que mientras por un lado se diga que en Veracruz hay una “ganadería fuerte” y que se exhiban sementales de exportación, los ganaderos de Acayucan no tengan una oficina digna.


(3)


Murió en Acayucan el profesor Ricardo Cruz.
Fue un hombre singular que hacía política.
Fue dirigente del comité municipal del PRI y luego hizo campaña en favor de candidatos perredistas.
Cuando llegó en una ocasión a esta ciudad el dirigente perredista Andrés Manuel López Obrador, el profesor Ricardo dio de qué hablar porque al subir al estrado se cayó y se fracturó la nariz. Lo perseguía la mala suerte.
Cuentan que un mal día se sacó una muela y que de eso le provino un mortal cáncer.
Fue un político pobre, de talacha; nunca le tocó ocupar un puesto público.

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