jueves, 4 de enero de 2018

UN SIGLO DEL MULTIPRI


                                                                                                                   Joel Vargas.
Muchos mexicanos se volvieron revolucionarios en busca de riquezas mal habidas, eran ladrones o muy deshonestos, aunque así hayan demostrado talento como estrategas combatientes. Un caso muy significativo fue Álvaro Obregón quien tiene anécdotas históricas de latrocinios, como ésta que él mismo expresó: “Si fuera cierto que he robado, ha sido menos que los demás, pues solamente lo he hecho con una mano” Obregón era manco, “el Manco de Celaya”, perdió un brazo en combate. Antes había sido restaurantero a cuyo negocio asistían militares, fue como le nació la vocación impetuosa por las armas. Se dice también que para encontrar su brazo en la maleza se tuvo que utilizar una moneda de oro de buen tamaño. Obregón amaba el poder y el dinero y cuya línea siguieron todos los expresidentes de la República, incluyendo Peña Nieto que está por concluir su sexenio.

Otro ladrón revolucionario fue “El Jefe Máximo”, Plutarco Elías Calles, “El Turco”, fundador del Partido Nacional Revolucionario, antes desempeñó varios cargos, era una especie de todólogo, como ahora Aurelio Nuño, quien abandona una gran responsabilidad educativa para convertirse en genuflexo aplaudidor. También trabajó como maestro rural y un cargo importante que se le asignó fue el de Tesorero Municipal del Ayuntamiento de Guaymas, al terminar su encomienda es historia conocida que tal tesorería se quedó sin nada de dinero en caja, desapareció como si fuera un hecho de magia. Este es el mismo político, como dijo Videgaray, que se iguala con Antonio Meade, precandidato del PRI, al tener en su haber el desempeño de cuatro secretarías de Estado.

Con Carranza, el pueblo conoció el verbo “carrancear”, que significaba robar. Todos los políticos siguen carranceando, sólo que en estos últimos sexenios potencializado hasta las nubes, prostituyéndose también los cargos públicos a donde son comisionados verdaderas acémilas. Imaginarse a doña Josefina Vázquez Mota en Educación, es una burla y un insulto a la inteligencia pedagógica del país. Al menos se registró como la autora de la filosofía del “cuchi-cuchi”. Ahora es multimillonaria gracias al sudor de su cuerpo.


Con Lázaro Cárdenas el PNR cambia a PRM. El partido Nacional todavía lleva lo revolucionario como un ente activo, pues no hay que olvidar que aún existían bandidos salteadores agrupados en bandas criminales. Había que mantener vivo lo de revolucionario por si fallaba el esfuerzo de institucionalizar el espacio armado de la historia. El PRM pierde lo revolucionario y sólo nos lega un partido laxo, donde ya no se vislumbran perfiles que trastoquen la incipiente paz social. Con Cárdenas pareciera que la revolución se diluyó en el tiempo infinito. Así continuó con Manuel Ávila Camacho hasta su mutación definitiva convertido en el PRI confuso, divagante ideológico e inérsico y de doctrina imprecisa.

Con Miguel Alemán vuelve lo revolucionario. Esto es, el empuje trasformador a partir de las instituciones, con titulares patriotas, sin utilitarios ladrones, como se ha comprobado a través de los años, donde se llega a enriquecerse aunque la nación se hunda. Y así se van sucediendo estilos políticos donde el PRI sufre inexorablemente bandazos sexenales, de conformidad con la honradez y la inteligencia de cada presidente. Con el presidente Alemán surge el PRI de los empresarios en donde se le da preeminencia a un pretendido desarrollo industrial que benefició selectivamente a la clase perteneciente a la burguesía nacional, siempre mintiendo con una democracia inexistente.

Con Ruiz Cortínes se logra un PRI que promueve la honestidad, y que ve por la paz y el progreso sin hipocresías. El viejo presidente muestra su patriotismo, no busca la riqueza escandalosa. Su familia cercana es mínima: su esposa y un hijo. Aún se cree en el PRI de Ruíz Cortínes. Luego viene el PRI represor y un tanto criminal de Adolfo López Mateos. El PRI de la injerencia femenina, del manoseo del dinero a través de desayunos escolares que nunca se dieron en forma satisfactoria.

Sigue el PRI altamente criminal de Gustavo Díaz Ordaz. Miles de muertos, en su gran mayoría jóvenes universitarios, que ya luchaban, como ahora, por un México democrático e igualitario, pero había que defender el poder al precio que fuera, sin importar vidas. Lo releva el PRI represor y asesino de Luis Echeverría, dilapilador, bohemio, megalómano, acomplejado, quería ser el Secretario General de la ONU, en


lo cual se gastó mucho dinero. Se forma detrás José López Portillo, frívolo, criminal peligroso, represor inaudito. Mantuvo al PRI en el poder regando la sangre púrpura de los patriotas. Se dijo el último presidente de la Revolución Mexicana, como así fue.

Con Miguel de la Madrid se contempla el PRI neoliberal y macroeconómico. Escondido en la alta burocracia como Director de Desarrollo Económico, Carlos Salinas ya influía desde el gobierno de la frivolidad. Es, históricamente, el culpable de treinta años de privatizaciones y del neoliberalismo macroeconómico que nos asfixia. El PRI de Salinas no se escapa de los asesinatos de mexicanos luchadores sociales. Doce años de panismo no terminan con el PRI porque ya existe un acuerdo cupular para turnarse el poder sin perder la línea de la pobreza, cuyos votos ya salió a buscar el señor Meade.


Peña Nieto es el plus del crimen. Miles y miles de asesinatos. Es el PRI de la alta criminalidad, de los ladrones y de los que practican la antipatria. No se sabe cuál PRI habrán de ofrecer los priísta que no son priístas, en la próxima campaña. La clase media, los obreros y los pobres, tienen muy claro el destino de sus votos. Se cambia o se muere. El PRI es una marranada, diría Fox, con tal de que él sea el marrano más grande y apestoso. Meade lleva atada una piedra al cuello, dice Calderón, lo postula un PRI corrupto. La mejor carta para México, dice, es su mujer, sin dudarlo. Caray

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