La Redacción
Enfrentamiento entre padres
de familia de los normalistas de Ayotzinapa y del Colectivo Anarquista,
en contra de elementos de la Policía Militar Antimotines, en las
instalaciones del 27 Batallón Militar de Infantería en Iguala. Foto: José Luis de la Cruz |
MÉXICO, D.F. (Proceso).- “Los Bélicos”. Así se hacían llamar los
policías de élite de Iguala que formaban parte del Cártel de Guerreros
Unidos y, con armas prohibidas por su alto poder, controlaban las
entradas y salidas de Iguala, fueron responsables de las extorsiones
masivas, detenciones ilegales, desapariciones de personas y asesinatos
perpetrados durante el mandato de José Luis Abarca y misteriosamente
tolerados por los militares del 27 Batallón de Infantería con sede en
esa ciudad.
A pesar de que está probada su participación en el asesinato de los
normalistas de Ayotzinapa y en la desaparición de los 43 estudiantes
ocurrida la noche del 26 de septiembre –eran los encapuchados que
vestían de negro y usaban armas potentes–, la mayoría de sus integrantes
están libres y viven todavía en esa ciudad.
Las declaraciones que varios de los detenidos han rendido ante
funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR) dan pistas
sobre cómo operaban, cuánto les pagaban, quiénes son algunos de los
líderes y las armas que accionaron la noche que los estudiantes fueron
cazados como animales o desaparecidos. Según la versión que tiene la PGR
fueron policías de Iguala y de Cocula quienes entregaron a los
normalistas a los miembros de Guerreros Unidos para que ellos los
asesinaran, calcinaran y desaparecieran los cuerpos.
Aunque Iguala está bajo resguardo de la Gendarmería de la Policía
Federal, pronunciar el nombre de este grupo de narcopolicías sigue
prohibido en la ciudad. El trauma no ha pasado, los culpables siguen
libres.
“No lo menciones ni lo digas porque si alguien aquí lo oye puedes
tener problemas, porque van a pensar que sabes mucho más”, dice nervioso
un joven igualteco cuando se le pregunta sobre ellos.
“Mire, ésos que están ahí son de Los Bélicos, ahí siguen”, responde
en voz baja una activista social durante un recorrido mientras señala a
unos hombres fornidos que charlan afuera de una casa, cerca del centro.
Este grupo de élite no fue creado con José Luis Abarca, alcalde de
Iguala cuando el ataque. Comenzó dos administraciones antes, durante el
gobierno municipal de Antonio Jaimes, quien lo heredó a Raúl Tovar. Este
grupo de acción inmediata usaba un uniforme camuflado gris, similar al
del ejército, por eso la gente les apodaba Los Pintos. Al mando estaba
un hombre llamado Jesús Castro…
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 2016 de la revista Proceso, ya en circulación.
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