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El expolicía de Huixquilucan, Alessandro Ricalde Barocio. Foto: PGJEM |
MÉXICO, D.F. (apro).- A más de cuatro años del secuestro y
posterior liberación de Diego Fernández de Cevallos, uno de sus
presuntos captores fue detenido este miércoles en el municipio de Lerma,
Estado de México. Se trata del expolicía de Huixquilucan, Alessandro
Ricalde Barocio, El Ricalde.
De acuerdo con la Procuraduría General de Justicia del Estado de
México (PGJEM), el sujeto fue aprehendido cuando pretendía reunirse con
otras personas de la organización criminal para la que trabaja,
denominada La Oficina.
Según autoridades estatales, El Ricalde, quien se desempeñó
como agente de la policía municipal de Huixquilucan de 2003 a 2007,
trabajaba antes para el cártel de los Beltrán Leyva, y en 2009 habría
participado en el homicidio contra un policía de esa misma corporación.
Supuestamente desde hace cuatro años, luego de perpetrado el plagio, El Ricalde huyó hacia Aguascalientes y Jalisco, después de traicionar a la organización de los Beltrán Leyva.
De acuerdo con informes oficiales, hace cinco meses regresó al Estado
de México para encargarse de la venta y distribución de drogas.
En 2011, el presunto líder de la organización criminal La Mano con Ojos, Óscar Osvaldo García Montoya, El Compayito, declaró ante el entonces procurador mexiquense, Alfredo Castillo, que Alessandro Ricalde Barocio y Daniel Fernández Domínguez, El Pelacas, participaron en el plagio del panista.
El excandidato presidencial fue secuestrado el 14 de mayo de 2010 en
su rancho La Cabaña, localizado en el municipio de Pedro Escobedo,
Querétaro. Siete meses después fue liberado.
En su edición 1782 de diciembre de 2010, la revista Proceso
publicó una nota en la que precisó que Diego Fernández de Cevallos
retornó a la vida pública en las mismas circunstancias en las que
desapareció de su rancho: en medio de un mar de dudas y versiones
contradictorias sobre el pago del rescate y su liberación, y ante el
silencio del gobierno de Felipe Calderón.
En las versiones surgidas del propio Fernández de Cevallos, amigos,
familiares y el gabinete de seguridad, tampoco quedaron claros los
términos de la negociación y el pago del rescate, ni el día y la hora
precisos de la liberación.
Incluso saltaron preguntas sobre las verdaderas circunstancias del
secuestro. Y es que varias horas antes del momento en que se dijo que
ocurrió, en Los Pinos había un evidente alboroto por lo que ahí ya se
sabía: que Diego Fernández de Cevallos había sido secuestrado.
Hacia las 19:00 horas del 14 de mayo, un testigo que pidió el
anonimato aguardaba en la sala de espera de Jorge Rodríguez Ramírez,
entonces asesor de Jorge Tello Peón, secretario técnico del Consejo
Nacional de Seguridad Pública. Su cita había sido retrasada una y otra
vez, y finalmente se canceló con el argumento de que el funcionario
estaba “en una situación de emergencia por el secuestro del Jefe Diego”.
El presidente no estaba en Los Pinos. Al recurrir a la agenda
oficial, sólo se pudo saber que esa tarde de viernes Calderón tenía
programadas “actividades privadas”. ¿A qué hora y en dónde ocurrió
realmente el plagio del político panista, que reiteradamente se ha
situado alrededor de las 22:00 horas a la entrada de uno de sus ranchos
en Querétaro? Nadie sabe.
También prevalece la incógnita del grupo que secuestró al excandidato
presidencial, que por su trayectoria política, profesional y
empresarial fue escogido como víctima, según los propios argumentos de
quienes primero se identificaron como “misteriosos desaparecedores” y en
el desenlace del plagio se autodenominaron “Red por la Transformación
Global”.
El sábado 15 de mayo de 2010, cuatro empleados del rancho La
Barranca, ubicado en el municipio de Yerécuaro, Guanajuato, comprado por
Diego Fernández de Cevallos, declararon a Correo que vieron a su patrón por última vez el viernes 14 alrededor de las seis de la tarde.
Ese mismo día el velador del rancho La Cabaña declaró ante el
Ministerio Público que alrededor de las 23 horas oyó llegar la camioneta
de su patrón. Sin embargo, aclaró que no lo vio. Fue hasta el sábado
15, a las 7 de la mañana, cuando se dio cuenta de que Diego no estaba.
Al día siguiente, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont,
el procurador general de la República, Arturo Chávez Chávez, y el
gobernador de Querétaro, José Calzada, anunciaron, al término de una
reunión de cinco horas en las instalaciones de la XVII Zona Militar, la
constitución de un grupo interinstitucional en el que participarían las
corporaciones de los estados vecinos.
El viernes 21 de mayo, las procuradurías general de la República y
la de Querétaro tuvieron que admitir la realidad que ocultaron durante
seis días: el exsenador panista no estaba “desaparecido”, sino
secuestrado.
El jueves 20 por la noche comenzó a circular en las redes sociales
una fotografía de Diego Fernández de Cevallos enviada desde el correo
electrónico misteriosos.desaparecedores@yahoo.com.mx. La imagen fue
publicada el viernes 21 en los periódicos El Universal y Reforma, y en ella aparecía el exsenador con los ojos vendados, de pie y en la frente un letrero con la fecha del domingo 16 de mayo.
Junto a la fotografía, el siguiente mensaje: “El Jefe Diego goza de
cabal salud, y manda enternecido saludo a quienes lo quieren y hasta
rezan por él”. Asimismo, ordenaba a su hijo exigir a las autoridades
desbloquear la comunicación y mantenerse al margen de la negociación que
su familia ofrecería por su liberación.
Y remataba: “Seguiremos informando.
“Los misteriosos desaparecedores”.
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