El árbol en Santa María del Tule, en Oaxaca. Foto: Especial |
SANTA
MARÍA DEL TULE, Oax. (proceso.com.mx).- Es parte importante de la
identidad de los oaxaqueños, un ser vivo majestuoso que inspira respeto,
un ser especial, un padre, tal vez un hermano mayor que según la
tradición emana energía milenaria.
El Árbol del Tule, uno de los
más grandes y antiguos del mundo, es un ahuehuete o sabino con más de 2
mil años de vida el cual se ha convertido en un atractivo turístico de
visita obligada para nacionales y extranjeros.
Esta obra de la
naturaleza se localiza en el atrio de la iglesia de Santa María de la
Asunción, en el poblado de Santa María del Tule, en los Valles
Centrales, a sólo 13 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, sobre la
carretera que conduce a Mitla.
Alcanza una altura de casi 40
metros, con un diámetro de 14.36 metros, una circunferencia de 45 metros
y un peso de aproximadamente 600 toneladas. Es tan grande que se
requerirían 30 personas tomadas de las manos, rodeándolo con los brazos
completamente extendidos para abarcarlo en su totalidad.
Bajo su sombra podrían estar 500 personas. Y los pobladores aseguran que sigue creciendo.
Desde
la época prehispánica al Árbol del Tule se le han atribuido cualidades
sagradas y curativas. Con su madera los habitantes de la región labraban
canoas, vigas y hasta instrumentos de música.
Este ahuehuete
asociado a creencias, tradiciones e ideas, ha sido testigo de
innumerables sucesos en Oaxaca. Sin duda también aporta un beneficio
económico a la región, sobre todo a Santa María del Tule.
Desde
que la ciudad de Antequera (Oaxaca) fue fundada en el siglo XVII, ya se
sabía de la existencia de este árbol cuyo tronco y ramas presentan
variadas y caprichosas formas alimentadas por la imaginación popular.
Entre
ellas destacan una tortuga, un león, un oso hormiguero, un delfín, un
elefante, un cocodrilo, un pez, los Tres Reyes Magos, un venado, una
cabeza de ajo y una piña.
Con un poquito de imaginación se pueden
apreciar o no estas figuras de animales que, según se dice, provienen de
otras dimensiones y son guardianes del pueblo.
Como ya es
costumbre, un grupo de niños de voces juguetonas se encarga de guiar a
los visitantes para que descubran –a cambio de unas monedas– a los
misteriosos habitantes del ahuehuete.
Respecto al origen del
árbol, una leyenda zapoteca cuenta que fue plantado hace cientos de años
por Pechocha, un sacerdote de Ehécatl, el dios del viento, en un sitio
sagrado.
Otra leyenda narra que cierto día el rey Condoy viajó a
Mitla para construir un palacio, ya que se decía que otro monarca
levantaría una gran ciudad ahí mismo. Al pasar por un lugar llamado el
Tule, decidió descansar. Ahí clavó su bastón en el suelo y éste comenzó a
retoñar. Se dice que el día que el árbol se seque, Condoy morirá junto
con él.
Para su conservación y protección, este majestuoso
árbol no sólo ha sido reconocido por la Secretaría de Medio Ambiente y
Recursos Naturales (Semarnat) como el ahuehuete más grande del país,
sino que fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO
en el 2003.
Para aprovechar al máximo la visita, cerca del árbol
hay mercados de artesanías típicas y comida regional (tlayudas,
empanadas, pan de yema, memelas, mezcal, chocolate de agua, téjate,
nieves).
Para llegar desde Oaxaca, se debe tomar la carretera
federal 190 con dirección a las ruinas arqueológicas de Mitla. El tiempo
de recorrido es de aproximadamente 15 minutos.
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