viernes, 11 de octubre de 2013

El padre árbol y las raíces de Oaxaca

El árbol en Santa María del Tule, en Oaxaca. Foto: Especial
El árbol en Santa María del Tule, en Oaxaca.
Foto: Especial

SANTA MARÍA DEL TULE, Oax. (proceso.com.mx).- Es parte importante de la identidad de los oaxaqueños, un ser vivo majestuoso que inspira respeto, un ser especial, un padre, tal vez un hermano mayor que según la tradición emana energía milenaria.
El Árbol del Tule, uno de los más grandes y antiguos del mundo, es un ahuehuete o sabino con más de 2 mil años de vida el cual se ha convertido en un atractivo turístico de visita obligada para nacionales y extranjeros.
Esta obra de la naturaleza se localiza en el atrio de la iglesia de Santa María de la Asunción, en el poblado de Santa María del Tule, en los Valles Centrales, a sólo 13 kilómetros de la ciudad de Oaxaca, sobre la carretera que conduce a Mitla.
Alcanza una altura de casi 40 metros, con un diámetro de 14.36 metros, una circunferencia de 45 metros y un peso de aproximadamente 600 toneladas. Es tan grande que se requerirían 30 personas tomadas de las manos, rodeándolo con los brazos completamente extendidos para abarcarlo en su totalidad.
Bajo su sombra podrían estar 500 personas. Y los pobladores aseguran que sigue creciendo.









































Desde la época prehispánica al Árbol del Tule se le han atribuido cualidades sagradas y curativas. Con su madera los habitantes de la región labraban canoas, vigas y hasta instrumentos de música.
Este ahuehuete asociado a creencias, tradiciones e ideas, ha sido testigo de innumerables sucesos en Oaxaca. Sin duda también aporta un beneficio económico a la región, sobre todo a Santa María del Tule.
Desde que la ciudad de Antequera (Oaxaca) fue fundada en el siglo XVII, ya se sabía de la existencia de este árbol cuyo tronco y ramas presentan variadas y caprichosas formas alimentadas por la imaginación popular.
Entre ellas destacan una tortuga, un león, un oso hormiguero, un delfín, un elefante, un cocodrilo, un pez, los Tres Reyes Magos, un venado, una cabeza de ajo y una piña.
Con un poquito de imaginación se pueden apreciar o no estas figuras de animales que, según se dice, provienen de otras dimensiones y son guardianes del pueblo.
Como ya es costumbre, un grupo de niños de voces juguetonas se encarga de guiar a los visitantes para que descubran –a cambio de unas monedas– a los misteriosos habitantes del ahuehuete.
Respecto al origen del árbol, una leyenda zapoteca cuenta que fue plantado hace cientos de años por Pechocha, un sacerdote de Ehécatl, el dios del viento, en un sitio sagrado.
Otra leyenda narra que cierto día el rey Condoy viajó a Mitla para construir un palacio, ya que se decía que otro monarca levantaría una gran ciudad ahí mismo. Al pasar por un lugar llamado el Tule, decidió descansar. Ahí clavó su bastón en el suelo y éste comenzó a retoñar. Se dice que el día que el árbol se seque, Condoy morirá junto con él.
Para su conservación y protección, este majestuoso árbol no sólo ha sido reconocido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) como el ahuehuete más grande del país, sino que fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en el 2003.
Para aprovechar al máximo la visita, cerca del árbol hay mercados de artesanías típicas y comida regional (tlayudas, empanadas, pan de yema, memelas, mezcal, chocolate de agua, téjate, nieves).
Para llegar desde Oaxaca, se debe tomar la carretera federal 190 con dirección a las ruinas arqueológicas de Mitla. El tiempo de recorrido es de aproximadamente 15 minutos.

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