Columna: Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González
Anteayer hablaba de los paquis y de la pomarrosa, también me refería a las pericos y los a chinchirrines, especies de la flora y la fauna en grave en peligro de extinción; por igual se van perdiendo juegos y juguetes de una generación pasada que significan identidad y referencia. Esa camada, a la que pertenezco (cuando el arcoíris salía en blanco y negro) que en los primeros años jugaba con artefactos de artesanía, baleros, trompos, yoyos, pandorgas, resorteras, teléfonos de lata con un cordel y otros ingenios populares, llegamos a contemplar en la televisión el éxito de una fábrica mexicana de juguetes, “Lili - Ledy”, que dominó el mercado nacional, con una gran variedad de productos en los 70s. Contaba dicha industria con dos líneas de artefactos: Lili, dedicada a las niñas, y Ledy, para los niños. Entre los artículos dirigidos a los varoncitos se encontraban los “Hombres de acción” y en la línea de las chiquillas sobresalían sus muñecas. La más famosa fue “Lagrimitas Lili” cuyo tema musical de promoción tuvo una gran pregnancia y aún es recordado. "Llora y llora y mueve sus manitas, sólo se contenta llevándola a pasear, a comer, a bañarse, a dormir, es lagrimitas Lilly, en su estuche cuatro en uno y cada uno para ti". ¡Adquiéralas en: Jugarama!, Es lo que gritaba la voz en off del programa “Una tarde de tele” conducido por “El tío Gamboín”, Famoso personaje de aquel XHGC- TV canal 5, de la barra de los chavitos, que aparecía anunciando los dibujos animados, entre los cortes; enviaba saludos y felicitaba a quienes cumplían años, con pastel de utilería, además de dar consejos auxiliado por cápsulas que mostraban su colección de juguetes. Se prestaba un servicio a la comunidad pasando spots de provincianos extraviados en la inmensa ciudad de México (recuérdese que no había celulares ni cibercafé, pues solamente Los Flamingos prestaba servicio de caseta, con mensajero, para comunicarse con los habitantes de la ciudad). En dicho emisión también se invitaba a los niños a formar parte de una lista de sobrinos, escribiendo cartitas o llamando al número telefónico del programa. Siempre vestía de saco rojo, con personajes de caricatura en sus solapas. Sin duda que don Ramiro Gamboa, diría a nuestra pequeña y bella alcaldesa, en el tono serio y afectivo que imprimía a su voz, en sus platica, consejos y comerciales: “Me platican que mi sobrinita Regina, la infanta de nuestro cuento de Hadas en el reino de Acayucan, estuvo a punto de derramar sus lagrimitas de aserrín, cual muñeca fea de esa triste canción de don Francisco Gabilondo Soler, un popular grillito, que por cierto ya no le canta sus endechas tristes a la princesita caramelo (digo, porque doña Judith todavía vive) aunque no faltará algún admirador, de los que le sobran, para secar el llanto que sus lindos ojitos pudieran descargar; debo aquí reprender a mi querida sobrina, soberana de ese pueblo veracruzano, rumbero y jarocho, recordándole que debe alterarse de tal manera pues si sus compañeritos la miran así se pondrán de igual manera tristes y berrinchudos; debe mejor cumplir su tareíta de la escuela y también rendir sus cuentas, pues si no cumple con su faena de llevar su plana de ingresos y egresos en orden la tendré que borrar de mi lista de sobrinas consentidas. En cambio si cumple de manera inmediata con sus apuntes en limpio que le encargaron los del ORFIS le pondremos nuestras conocidas fanfarrias de felicitación ¡ta, ta, ta, ta, ta, tan! ¡NO ME FALLES SOBRINA!” Digo lo anterior por aquello que la lengua viperina del amigo, Pablo Gamboa Payab y su pluma flamígera, anotaron ayer, respecto a mi Reginita, que: “En el cierre de campaña, de su hermana Fabiruchi, reprochó llorando, Regina, a los acayuqueños, los desvelos y pasadas de hambre que ha tenido su hermana, tanto en la cruzada electoral como en su gestoría social…con el llanto en los ojos casi se arrodillaba para pedir el voto este cuatro de julio… etc., etc.” No puede ser tanta perversidad y malevolencia de ese periodista que pretende involucrarse en la ternura y el frenesí de nuestra presidenta. Que se guarde ese tundeteclas campechano de atravesar en mi camino, pues le cruzaré, su rostro de él, con el guante, para que vaya eligiendo sus padrinos… La verdad es que cualquiera debería interpretar que tal sollozo y pucherito de Regina en el cierre proselitista de la otra princesita, Fabiruchi, antes azul y ahora chapulinita colorada, obedece a cuestiones de pasión, vibración y emoción. Nada de chantajes sentimentales ¡no! no es cosa tampoco de preocupación por las cuentas ni por el chocoso requerimiento de los Estados Financieros y esas peregrinas amonestaciones de la legislatura sino por su sensibilidad… Así es nuestra güerita consentida. Extática (con x), susceptible y delirante ¡No llores niña¡… tu llanto me conmueve, No chilles, cual Eva Perón. No llores por mí Acayucan, mi alma está contigo, mi vida entera te la dedico mas no te alejes, te necesito. ¿Qué más podré decir para convencerlos de mi verdad? si aun creéis dudar mirad mis ojos, ver como yo también lo hago… No llores que se me parte el alma… Volveré por los millones, yo he de volver como el día para que el amor no muera, con mi padre en mi bandera, con el pueblo en mi alegría. ¿Qué pasó en la tierra mía desgarrada de aflicciones? ¿Por qué están las ilusiones quebradas de mis hermanos? Cuando se junten sus manos volveré y verán cabrones.” No llores bella Regina, vale acaso una fría silla el llanto de tus ojitos. Oh dolientes y benditos espíritus sempiternos, acudid a socorrednos y decidme como hacer, en este momento aciago. Díganme please como le hago.
No, si te digo, hablaba de los juguetes de antaño, y me salí por la tangente, la secante y el cociente, por culpa de ese comentario malintencionado de Payab. Comentaba de tales artículos dirigidos a las niñas y, porque no decirlo, también a ciertos niños cuyas preferencias se encontraban en Las muñecas Lilí y Bárbara que se podían considerar como las contrapartes de Barbie. A poco pensaban que eso de la Sociedad de Convivencia era cosa de la moda… nada, ya observaba desde tiempo ha, a muchos chamaquitos arrullar a sus muñequitas Lili, Tressy, Mattel o Talking. Ya en serio, aclaro y preciso que en realidad tales juguetes realmente estaban destinados a las criaturas de posición económica privilegiada, pues la gente de mi barrio no tenía acceso para juguetes sofisticados de ese tipo. Con imaginación y fantasía cualquier palo de escoba era un caballo, cualquier tabla sobre un tronco resultaba subibaja y cualquier pasamano de escalinata se convertía en resbaladilla. Todos nos divertíamos como enanos en los sendos columpios, sencillos e improvisados, colgando riatas sobre cualquier rama de árbol, que más de una vez se reventaron para darnos tamaño chingadazo que nos dejaba medio “apendejados” (como candidato a la gubernatura de Veracruz) sin hacer tanto escándalo como ahora… Los hombres no lloran me decía mi viejo, cuando el juego era la vida y la vida no dolía.
No, si te digo, hablaba de los juguetes de antaño, y me salí por la tangente, la secante y el cociente, por culpa de ese comentario malintencionado de Payab. Comentaba de tales artículos dirigidos a las niñas y, porque no decirlo, también a ciertos niños cuyas preferencias se encontraban en Las muñecas Lilí y Bárbara que se podían considerar como las contrapartes de Barbie. A poco pensaban que eso de la Sociedad de Convivencia era cosa de la moda… nada, ya observaba desde tiempo ha, a muchos chamaquitos arrullar a sus muñequitas Lili, Tressy, Mattel o Talking. Ya en serio, aclaro y preciso que en realidad tales juguetes realmente estaban destinados a las criaturas de posición económica privilegiada, pues la gente de mi barrio no tenía acceso para juguetes sofisticados de ese tipo. Con imaginación y fantasía cualquier palo de escoba era un caballo, cualquier tabla sobre un tronco resultaba subibaja y cualquier pasamano de escalinata se convertía en resbaladilla. Todos nos divertíamos como enanos en los sendos columpios, sencillos e improvisados, colgando riatas sobre cualquier rama de árbol, que más de una vez se reventaron para darnos tamaño chingadazo que nos dejaba medio “apendejados” (como candidato a la gubernatura de Veracruz) sin hacer tanto escándalo como ahora… Los hombres no lloran me decía mi viejo, cuando el juego era la vida y la vida no dolía.
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