miércoles, 23 de junio de 2010

Aplaudo a las mayorías, deploro a los montoneros


COLUMNA: Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González.
La política es cabrona. Muchas veces no logramos sustraernos al remolino de sus pasiones que todo lo atraen, todo lo envuelven o lo arrastran… ayer observé como los simpatizantes del Partido de la Revolución Democrática realizaban una marcha, con camionetas y coches que a claxon abierto anunciaban su paso y por ende la simpatía de algunos vecinos por su candidato. El asunto es que en su recorrido se “encontraron” con un mitin que desarrollaban los militantes del Partido Nueva Alianza, lo cual provocó, supongo y espero que espontáneamente, una especie de competencia de ruido y gritos de apoyo a sus respectivos aspirantes. La cuestión no pasó a mayores, salvo la observación de la falta de respeto que los primeros demostraron por la fuerza de una circunstancial masa humana que les acompañaba. Redujeron la velocidad y aumentaron el volumen retadoramente. Aplaudo y reconozco a las mayorías pero rechazo y deploro a los montoneros. De estas altanerías y envanecimientos he observado infinidad. Acayucan es cuna de hombres valientes (más cuando andan en parvada) que ha dejado huella en eso de las contiendas electorales. La campaña de Rosalino Guillén Tapia es una de las más recordadas, con quemazón de coches y ponchadura de llantas a unidades de transporte de pasajeros, toma de palacio con encapuchados, que protestaban para que no le ungieran alcalde, a Chalino. Jonás Bibiano Landero, fue también protagonista de una batalla democrática inolvidable, donde la mayoría se volcó a las urnas para conseguir que el poderoso partido tricolor de aquellos tiempos sufriera una penosa derrota. Benigno Mendoza, abandonó la lucha postelectoral, dejando a los seguidores con sed de venganza. Luis Mariano Sulvarán fue derrotado por Vicente Obregón y Clemente Condado vencido por Maximiano Figueroa, en sus respectivas aspiraciones a la presidencia municipal, ambos lucharon y regatearon el triunfo de sus oponentes, del PRI, sin lograr más que la consabida regiduría, para reponerse de sus gastos de campaña. Después vendría la grandeza de un clan que fundara Ángel Escamilla, luchador social diferente en convicciones y distinto en sus ideales; en fin lo importante y significativo de aquellos años de lucha ha sido que al final de las campañas todo mundo se queda solamente con los resabios de los dimes y diretes que al calor de las directas y las indirectas duelen y lastiman… he visto amistades y parentescos mutilados, zanjados, perdidos, por causas políticas donde los ganones ni en cuenta. Ojalá que esta contienda en Acayucan no deje los menoscabos que conocemos y recordamos. Eso es lo triste de la película. Cuantos amores se terminan en cada campaña política por mezquindades y ambiciones, con igual número de embarazos que se realizan por andar en la juerga de la cruzada, en la oscurana y a horario inadecuado. La pasión política ni la necesidad personal debe ser factor de pleitos ni de riña. La política, mal interpretada, es una circunstancia que lastima intereses y hiere susceptibilidades. Quien está mamando en el poder llega a sentir que ya no necesita de sus amigos o conocidos. Ignora o denosta con sus palabras o actitudes, pensando que no tiene obligación de atender a sus vecinos menesterosos o a los ciudadanos que esperan algo más que una sanguijuela de 15 y 30 días. Digo esto, porque vemos a muchos ediles inclinarse ante Regina en actitud más que tolerante, servilismo le llaman en mi barrio, pensando que por obtener dinero y beneficios lo demás no importa, ignorando que todo se sabe y que todo es pasajero; igualmente muchos ciudadanos privados de una fuente de ingreso luchan y ponen su conciencia al servicio de quien les ofrece una tortilla. Yo sencillamente no comparto ese rostro de la hipocresía en quienes con aspavientos hablan mal de la alcaldesa y su hermana, echan pestes a sus espaldas, para después darles calor en sus mítines y reuniones, donde las acuerpan y sostienen, haciéndoles “el caldo gordo”. No digo que sean mal educados o groseras con ellas, un servidor también las apapacha y chocholea porque ellas, listas que son indiscutiblemente, se muestran civilizadas y correctas… pacientes, tolerantes y muy grillas (ya me prometió Regina, ahora, mis bancas para el parque. Yo bien creidote y menso) De ninguna manera justificaría el insulto o la diatriba, para ellas y para nadie. Cierto que a veces se pasan los adjetivos de referencia, pero enchilan ciertas expresiones que suelen morder o zaherir… la injuria refleja mala educación, para empezar. Aquí lo he significado, ellas son muchachas carismáticas e intuitivas. Entiendo que un saludo, o un abrazo ocasional, es aceptable en tratándose de relaciones de convivencia y roce social, pero otra cosa es correr a mostrarles incondicionalidad y mansedumbre, sobre todo si se supone que se es opositor a su estilo de trabajo. Como madres le va a decir a Regina un antagonista: “El pinche Sergio es el único que anda escribiendo, igual que Esperanza, que no cumplimos con la cuenta pública “ ¡Oigame nooooooo! Ese rostro de la hipocresía es lo que permite que Regina no dirija ni gobierne, sino que se sienta la Reina, ella, simplemente se deja seguir. Pontifica, multiplica súbditos no discípulos. Sus aduladores no le sirven sino se arrastran y eso nunca será bien visto por quienes practicamos una filosofía de dignidad muy diferente. Bueno no hablemos de dignidad, es demasiada cátsup al hotdog, sino de congruencia. Observamos que hasta la oposición se enfunda la camiseta de Fabiola “tu mejor selección” y la cuida como a su propia piel. La idolatría y las ilusiones tienen un precio, la comodidad de compensaciones también. Por eso no tenemos una Regina terrenal sino una diva. En fin sacudo esa atmósfera de servidumbre… para preguntarme: ¿Qué pasa con el Doctor Macario Vázquez Rivera? No lo veo por ninguna parte, tal parece que estuviera apostando a pasar completamente desapercibido. Hay un juego de baraja donde quien no logra obtener ningún punto gana la partida. En la política no es así. Las elecciones se ganan con votos y si bien censuro el cabrón ruido que impúdicamente grita por todo lugar conminando a votar, también repruebo, porque me espanta, el silencio de la apatía para buscar el sufragio. Mañana hablamos del apreciado galeno Macario Vázquez Rivera, que parece ser resultó embarcado por unos 49 cabrones, que lo convencieron de subir, a esta nave del olvido político, para después esfumarse mágicamente. ¡No hay que ser! Si usted lo ha visto por algún lado avíseme, por favor, al 9241143966 o por smtg57@hotmail.com... Mi unicornio azul se me ha perdido ayer, se fue…

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