Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo
González
Trasegamos en mundo demasiado competitivo,
tanto que pasamos escuchando sin oír y mirando sin ver, caminando sin llegar a
ninguna parte o tomados de la mano con alguien que solamente se ha ido
acostumbrando a nosotros. Así, andamos presuntuosos por la vida, ignorando que
pertenecemos a un tejido social saturado por tópicos, rutinas y operaciones,
que en general componen la realidad en la que vivimos. Sociedad, con escalas de
valores tan diferentes que parece imposible encontrarnos, aun con los vecinos más
cercanos, pasando por los familiares inmediatos. Nos preocupa ser mejores para ganar más
dinero y asegurar nuestra vejez, como si el futuro nos perteneciera o
tuviéramos la seguridad de lo que habrá de suceder mañana. No sé, a veces las
verdades quedan cortas ante hechos contundentes pero ni así comprendemos qué
diablos estamos haciendo con nuestra vida. En fin, el ser humano es tan
complejo e impresionante que olvidamos que los llamados “cinco sentidos” son
tan sólo una parodia que apenas y sirve para conocer un pequeño pedazo del
mundo, porque para conocer el mundo solo hace falta corazón.
En esta entelequia, con su
permiso, trataré de hilvanar mis garabatos, invadido por esos enormes ejemplos
filantrópicos que por ahí están, por muchos rincones de nuestra aldea, sin que
podamos percibir a plenitud tal grandeza.
Hoy quiero escribir esto para esas personas
que luchan en el día a día con denuedo, con las pruebas que el destino les ha
dado, quienes con toda la fuerza del alma alcanzan los peldaños de la superación.
Con ahínco. Con esperanzas, ilusiones y anhelos. Los miro de cerca llenos de
entusiasmo, sonríen a la vida que con todas las adversidades deben enfrentar.
Las diferencias físicas o intelectuales no son el único obstáculo, el más
difícil somos… sus semejantes.
¿Quién pone las etiquetas? Creo que muy poco o casi nada sabemos de eso,
ni de aquello que dice: Lo mejor y lo más bonito de esta vida no puede verse ni
tocarse, debe sentirse. La próxima vez que te mires al espejo donde se refleja
tu aspecto de persona completamente perfecta o realizada, pregúntate si eres
realmente feliz y si no hay alguna cosa, algo, que te gustaría comprar pero que
desgraciadamente no se encuentra en el mercado. Todos, mire usted que yo lo sé.
Todos, tenemos algo que no admite trueque. "No hay rey que no haya tenido
un esclavo entre sus antepasados, ni esclavo que no haya tenido un rey entre
los suyos."
Discapacidad, palabra
retadora
que obliga a ser, a no rendirse,
a
crear estrategias innovadoras, a reinventar el mundo cada día. A vestirse de
amor y comprender la fragilidad y la brevedad humana.
Cristal
mágico para ver el cielo
desde ópticas
diferentes.
llave para redescubrir el
secreto
del sentido oculto de la existencia.
Difícil
lección de vida, de humildad… Lágrimas, muchas lágrimas azules.
Me llena de ternura y
emoción ver esos juegos (creo que se llaman Paraolímpicos) donde se demuestra
al mundo ese valor y coraje, donde el mayor trofeo es la lucha constante y el
ejemplo magistral a toda nuestra sociedad.
Sabemos del trabajo que
realiza la directora del Centro de Atención Múltiple, Noemí Zavaris Espinoza,
una institución, la maestra, en nuestra ciudad en todo lo que se refiere a la
educación a los niños especiales. Conozco un puño de ejemplos y de historias
sublimes de amor en esta materia. Madres y hermanas y vecinos, que han cambiado
por completo el rumbo de su vida para dedicarse al cuidado, la atención y la
educación de las personas que los necesitan… Estoy hablando de criaturas con
problemas motrices, auditivos, sordera, ceguera, de autismo, síndrome de Down,
discapacidad psicosocial, memoria a corto plazo y otros.
Por eso me da mucho gusto saber que en las
instalaciones del Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios
(CBTIS) número 48, con sede en Acayucan, se está desarrollando un proyecto del
Centro de Atención para Estudiantes con Discapacidad (CAED) y que las
actividades de este importante programa resultan una importantísima opción
educativa, diseñada para jóvenes con capacidades diferentes y que impulsa la
Dirección General de Educación Tecnológica e Industrial (DGTI).
Lilia Flores Guevara, la
directora del CAED, en esta ciudad me platica con enorme pasión de todo el
proceso que ha desarrollado para asumir la responsabilidad de un quehacer de
tal naturaleza; por supuesto que comprendemos su necesidad de ajustar la necesaria vocación de enseñanza a la realización de
todo esto que constituye un verdadero apostolado. Misión extraordinaria donde
se deben ajustar las carestías académicas a las circunstancias, inventando tal
vez cuestiones terapéuticas dentro de un plantel construido para estudiantes
comunes. Eso requiere no solo de vocación sino de paciencia, tolerancia para
salvar obstáculos. El asunto es contribuir para que las personas con discapacidad
puedan ampliar sus oportunidades de vida, en principio buscando acreditar los
conocimientos del nivel bachillerato, sin los prejuicios discriminatorios y con
las características de inclusión y equidad.
Hay, por supuesto, muchas
cosas que hacer para que el espacio donde trabaja y maniobra el CAED, reúna las
características adecuadas, con talleres y puntos especiales (baños, escaleras,
pasamanos, señales para jóvenes con discapacidad visual.)
Se trata, hay que
comprenderlo así, de involucrarnos en esa cultura de consideración y respaldo a
las personas con capacidad diferente; porque no son menos sensibles ni humanos,
por el contrario son capaces de lograr sus deseos y sus ilusiones con mayor
esfuerzo, dedicación y trabajo. Solo hay que darles las herramientas para que
los jóvenes en condiciones diferentes puedan hacer efectivo su derecho, en este
caso para acceder a la superación a través de la educación a nivel medio
superior.
Entiendo y quiero informar
que las clases se imparten a manera de asesorías desarrollando los estudiantes
su temario a un ritmo personal, original e independiente, en las instalaciones
escolares o en sus respectivos domicilios, con las observaciones de los
asesores académicos. El horario de servicio es de 8 de la mañana a 2 de la
tarde. Las inscripciones son gratuitas y no se cobra colegiatura, los
requisitos son mínimos y elementales.
Dios es bueno y justo con
todos, aunque vayamos por un aparente mal camino, aunque haya conflictos,
violencia, escasez, antipatía: Dios nos ve siempre como lo que somos: Seres
perfectos, magníficos, únicos, puros.
Lo que se haga mal, podemos
corregirlo.
Porque “Dios escribe derecho
en renglones torcidos"
Amén. ¡Así es!
No hay comentarios:
Publicar un comentario