Este hermoso pájaro, de colores negro y amarillo, todos los días, a las seis de la mañana me despierta con sus picotazos en mi ventana, no se si se refleja en el cristal y trata de pelear con el que cree que es su rival o se come los moscos u otros insectos que se pudieran pegar en el cristal. Ojalá Dios le de larga vida . . . . a él y a otras aves de bellos plumajes que han hecho sus nidos en los árboles del patio de mi casa. . . .
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