Columna: T
E X T O IRREVERENTE
29
September, 2015/ Notiver
Por
Andrés Timoteo
De
pena ajena el papelón que hace el senador priísta Héctor Yunes Landa quien no
tuvo los tamaños para responderle de frente y al instante la ofensa que le hizo el gobernante en turno,
Javier Duarte de Ochoa y ahora está “respirando por la herida”, como se dice en
el argot de los burlones. Duarte le regaló una caña de pescar y lo mando a
atrapar ‘peces gordos’ en el estero, entre ellos a sus familiares y Yunes Landa
no se negó a recibir el obsequio. Al
contrario, sonriente lo tomó cuando debió - por lo menos- ignorar a quien se lo
ofrecía.
Reaccionó
tarde y torpemente porque horas después
envió a un personero a tocar la puerta de Casa Veracruz para devolver el instrumento a la par que giraba
un comunicado quejumbroso en el que decía que no se dejaba ofender cuando el
ridículo ya lo había hecho al momento en que públicamente le recordaron el
lugar que ocupa en el escenario político local. No hay que desgarrarse las
vestiduras por algo tan predecible, si Yunes pactó con la fidelidad y su extensión, el
duartismo, ¿qué podía esperar?, ¿a poco en verdad creyó que lo arroparían para
ser el sucesor del cordobés?.
Para
empezar es falso que la “ofensa” -si así se puede llamar el llamarle la
atención a la servidumbre- sea extensiva a todos los veracruzanos. Nunca se ha
ocupado de ellos y ahora los pretende usar de escudo. Para nada, pueden seguir
burlándose del señor Yunes porque los jarochos no se sienten aludidos, eso es
seguro. Por otro lado, el senador se dice mancillado cual muchacha de rancho
que es mancillada antes del matrimonio y la abandonan a su suerte pero no
provoca ternura sino pena.
Vean
si no es convenenciero y llorón el tipo que hasta ahora que le tocó el raspón
se da cuenta de que en Veracruz hay un desgobierno, que Duarte de Ochoa es el
peor referente para el PRI –un ‘antivoto’, le dijo-, que no se merecía ser gobernador, que le
regalaron la candidatura en el 2010, que no tiene calidad moral y que le salió
muy caro a todos su desgobierno. ¿Pues en qué mundo vivía Yunes Landa que no se
había enterado de lo que todos los veracruzanos ya sabían desde el primer año
del sexenio?.
Lloriqueando,
Yunes Landa asegura que no va a permitir que se burlen de su familia y que
ahora sacará la casta pero ¿ dónde estaba cuando Duarte de Ochoa y sus
funcionarios se pitorrearon de miles de familias veracruzanas?, ¿qué hizo cuando se burló de los familias de desaparecidos, de los
maestros apaleados, de los periodistas asesinados, de los jubilados defraudados
y de otros tantos que han sido blanco del escarnio duartista?. No se ocupó de
ellos porque estaba atareado con los aplausos a rabiar a la administración
duartista como buen colaborador diligente.
En
fin, la bufonada que Duarte de Ochoa le
armó a Yunes Landa no es la hecatombe para Veracruz y exageran aquellos que
hablan de agravios que solo se pueden lavar con sangre o de rupturas catastróficas y apocalipsis
político. No fue más que el regaño a un cómplice a otro. No hay que hacerle
mucho caso al tema, sirve para alimentar el morbo y reír un buen rato. Duarte
nunca fue un hombre de Estado y por lo tanto no se puede esperar decencia
política de él pero Yunes Landa tampoco es un ejemplo del quehacer político
honorable, y esto no pasa de ser un pleito de comadres. Eso sí, el senador
experimenta en carne propia lo que los viejos del pueblo dicen: palo dado, ni
Dios lo quita.
Tampoco
no es muy diferente el caso del otro
senador priísta José Yunes Zorrilla, quien también recibió una bravata de parte
de Duarte de Ochoa en el discurso del domingo. Le recordó –algo que es cierto y
carga la culpa- que también fueron cómplices en traicionar a los veracruzanos
al aprobar en el 2009 el incremento de impuestos en San Lázaro cuando ambos
eran legisladores federales. A inicios de esa legislatura, los priístas habían
prometido no votar nada que fuera en contra de la economía popular e incluso
hicieron una gira por la entidad promocionando tal decisión.
Incumplieron
no solo Duarte y Yunes Zorrilla sino otros de la camarilla de diputados de la
fidelidad, entre ellos la oaxaqueña Carolina Gudiño y el boqueño Salvador
Manzur. Claro, el recordatorio de Duarte a Yunes Zorrilla fue más mesurado pero
con el mismo objetivo de ponerlo en su lugar con el ridículo incluido. ¿La
respuesta del aludido?. Como siempre, demasiado timorata. Yunes Zorrilla no se
atreve a erigirse como un personaje realmente independiente de la fidelidad y
su extremidad tumorosa, el duartismo. Piensa que la ruptura con esa banda
delictiva le cerrará puertas para el 2016 cuando es todo lo contrario, lo
elevaría a las nubes.
Por
lo pronto, Yunes Zorrilla forma parte del “club de los Yunes engañados” pues a
los dos, a Héctor Yunes y a él, los engatusaron, los sentaron a negociar y
suscribir acuerdos que solo permitieron que se plegaran a los intereses de la
fidelidad. No olviden que en el 2010, Yunes Zorrilla aceptó retirar sus
aspiraciones de la contienda y dejarle el paso libre al cordobés con la promesa
de que sería el sucesor. Ese pacto lo hizo el peroteño con el mismo
impresentable que le dio el beso malévolo. Yunes Zorrilla no está limpio.
Y
no escarmentó porque apenas hace unos meses se ofreció diligente a gestionar
recursos federales para sacar el atolladero a Duarte y su desastrosa
administración. Tras una comilona en su rancho de Perote, Yunes Zorrilla volvió
a pactar pero más tardó en promocionar su intervención en el escabroso asunto
de los dineros que en ser ridiculizado en una conferencia de prensa donde el
cordobés le dijo que las finanzas estatales no eran de su incumbencia. Entonces,
¿son o se hacen?
Puro
drama con ellos cuando solo están recibiendo lo que merecen por ser pactistas con lo obsceno. Esos dos Yunes son demasiados tibios y
blandengues, por eso, se repite, no hay que encenderles ni una veladora ya que hasta el momento ninguno ha demostrado
tener el valor suficiente de un desmarque total de la fidelidad y de erigirse como una opción decente para el
proceso electoral del 2016. De colofón ninguno de ellos es garantía de triunfo
el año próximo de acuerdo a las mediciones
demoscópicas – de hecho ningún priísta lo es-. ¿Qué es lo que queda?. Disfrutar
del sainete, reírse a gusto de este par que es digno de formar el ‘club de los
Yunes engañados’, la versión masculina de esa canción que hizo popular la
tabasqueña Laura León, “El club de mujeres engañadas”.
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