Por Mussio Cárdenas Arellano
* El alcalde pide a la PGR atraer el caso * Las autodefensas, la pista olvidada * El vínculo policías-crimen organizado * “Culín” entrampa al secretario de Segurida.
Arturo Bermúdez Zurita
 no tiene una policía confiable. Es acreditable y también delictiva. 
Está implicada en secuestros y crímenes, acoso y tortura. Le hallan 
vínculos con el crimen organizado. Y ahora la acusan de la desaparición 
del periodista José Moisés Sánchez Cerezo.
Día 12. Nada se sabe del editor, 
reportero y fotógrafo del semanario “La Unión”, combativo informador que
 recoge las demandas sociales en su pueblo, El Tejar, en la cabecera 
municipal Medellín de Bravo, y las zonas residenciales, y retrata la 
violencia derivada de la inseguridad que produjo un muerto, dos heridos,
 dos desaparecidos y el miedo entre toda la población.
Doce días después, el escenario sigue igual. Moisés Sánchez puede estar vivo,
 en medio de la polémica y las versiones que apuntaban a que uno de los 
tres cadáveres hallados en Miralejos, municipio de Soledad de Doblado, 
el lunes 5, era el suyo. Su hijo Jorge Sánchez Ordóñez realizó el 
reconocimiento y lo descartó.
Aún así, versiones de prensa, unas publicadas, otras simplemente 
trasladadas en las redes sociales, sostienen que el cuerpo mostrado a 
los familiares no corresponde al hallado en Soledad, obvia la intención 
de evitar que Moisés Sánchez pase a ser el undécimo periodista asesinado
 durante el gobierno de Javier Duarte.
En el día 11, el 12 de enero, el alcalde de Medellín, Omar Cruz 
Reyes, implicado por el fiscal de Veracruz, Luis Ángel Bravo Contreras, 
como autor intelectual, abrió la boca y sacudió la estructura policíaca y
 los espacios mediáticos.
Repitió en su comparecencia ante el Ministerio Público que nada tenía
 contra el periodista, que eran amigos, que respetaba su crítica y que 
lo acusan sin prueba alguna.
Nada más difícil de creer. Pasa por alto el alcalde panista que el 
semanario “La Unión” y el blog en internet registra la tirantez entre 
Omar Cruz y Moisés Sánchez, los atropellos al pueblo, el abandono de los
 servicios públicos y el abuso en su cobro.
Moisés Sánchez lo increpa en los medios de comunicación que dirige y 
cara a cara. Siendo presidente de la junta vecinal, demandaba acciones a
 las que como candidato Omar Cruz se había comprometido y que en más de 
un año de gobierno, no cumplió.
A los medios de comunicación, Omar Cruz les repetía que es inocente, 
que lo implican en un “levantón” en el que nada tuvo que ver.
Un día después, el martes 13, Omar Cruz encara al gobierno de Javier 
Duarte y desliza una denuncia que da en el círculo rojo del gobernador 
de Veracruz.
Dice el alcalde de Medellín que los 13 policías arraigados por el 
fiscal Bravo Contreras, alias “Culín”, son de las huestes del secretario
 de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita. “Son acreditables”, 
remacha.
Suelta el dardo. “Soy un chivo expiatorio”. Reclama al fiscal Bravo 
Contreras que sólo siga la línea de investigación que lo implica en el 
“levantón” por las declaraciones realizadas por los familiares del 
periodista. Omar “te va a dar un susto”, le habría dicho un enviado a 
Moisés Sánchez, expresó su hijo Jorge.
“Debe seguir todas las líneas de investigación”, insiste el alcalde de Medellín.
Dice que debe analizarse el contenido de la información divulgada por
 Moisés Sánchez sobre la conformación de los comités de autodefensa en 
Medellín y que el caso sea atraído por la Procuraduría General de la 
República.
En un momento, exhibe Omar Cruz las acreditaciones de la policía municipal, que supuestamente no existían.
“En primera instancia —punzó— se manejó que los policías municipales 
no estaban acreditados. Aquí les traigo a mostrar que están certificados
 por la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Veracruz. Los 
primeros dos que fueron arraigados, José Francisco y Luigi, están 
certificados”.
E insistió, documentos en mano: “Aquí todos los certificados de los 
policías acreditables por la Secretaría de Seguridad Pública de 
Veracruz”.
“Culín” Bravo apuesta a una tesis política: el alcalde panista de 
Medellín ordenó el “levantón” y lo hizo con elementos de la policía 
municipal. Y no sigue otra pista.
Se deslizó en un primer momento que esa corporación carecía de 
certificación y que por lo tanto no era “acreditable”. Se trataba de 
sembrar la sospecha, en tela de duda la solvencia de la corporación, 
presumiblemente sin aprobar los exámenes de confianza, las pruebas 
antidoping. Pero el argumento se fractura.
Bermúdez Zurita es un prima donna en el gobierno de Javier Duarte. Su
 voz es ley. Es intocable y temible. En el staff duartista es el que 
mayor influencia tiene sobre el gobernador.
Omar Cruz toca, sin embargo, el hilo más sensible del caso Moisés 
Sánchez: el fiscal implica a la policía de Medellín y eso equivale a 
implicar a la Secretaría de Seguridad Pública.
Bravo Contreras “retuvo” primero a dos elementos; luego ordenó el 
traslado de los 36 policías a Xalapa; finalmente actuó sobre 13 de 
ellos. Pero, contra lo que se había deslizado en un principio, sí son 
“acreditables”, o sea, certificados por la dependencia de Bermúdez.
Ser acreditable no es sinónimo de honradez ni ética. La policía de 
Bermúdez está implicada en secuestros y asesinatos. Un caso explosivo 
fue el del cantante Gibrán Martiz Díaz, finalista en La Voz México, 
levantado en Xalapa el 11 de enero de 2014, cuyo padre, Efraín Martiz 
Aguirre, hoy acusa al gobierno de Javier Duarte de encubrimiento.
Sus asesinos obtuvieron su libertad bajo fianza mediante el pago de 5
 mil pesos cada uno, y así siguen su proceso legal. La familia es objeto
 de amenazas de muerte por exigir justicia.
Los casos se agolpan. En Córdoba dos meseros de un bar son levantados
 por la policía acreditable y días después aparecen asesinados. En 
Xalapa los robocops de Bermúdez arremeten contra maestros, defensores de
 derechos humanos y periodistas para desalojar plaza Lerdo. En Veracruz,
 decenas de personas acusan que sus familiares fueron levantados por 
elementos policíacos y no volvieron a saber de ellos. En Xalapa, una 
mujer policía acusa un levantón y tortura por parte de “acreditables” 
para forzarla a dejar su puesto de trabajo. En Atoyac, en patrullas de 
la policía estatal se llevaron a 20 personas en 2013 y nunca fueron 
halladas.
Moisés Sánchez escribía y exaltaba la conformación de las 
autodefensas en Medellín, lo que restaba poder a la policía acreditable 
de Arturo Bermúdez y le complicaba el escenario al crimen organizado. 
Esa pista no la sigue el fiscal Bravo Contreras.
Sin embargo, sobre los policías del secretario Bermúdez descarga todo el peso de la investigación.
“Culin”, quiéralo o no, tiene a Bermúdez bajo sospecha.
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