Jenaro Villamil y Rafael Rodríguez Castañeda durante la presentación del libro. Foto: Benjamin Flores |
MÉXICO, D.F. (apro).- El perfil de un hombre siniestro, cruel
y de sangre fría cobra vigencia por su papel relevante dentro del
sistema priista de los años setenta y ochenta. Se trata del veracruzano
Miguel Nazar Haro, cabeza de la extinta Dirección Federal de Seguridad
(DFS), creador de la Brigada Blanca y conocido por sus crímenes de lesa
humanidad.
Se trata del mando emblemático de la policía política, fantasma que ahora ronda en el retorno del PRI al poder presidencial.
En la presentación del libro El policía, editado por Grijalbo, su
autor Rafael Rodríguez Castañeda, también director de la revista
Proceso, advirtió:
“El PRI regresó y con él toda la estructura autoritaria del gobierno
administrada policiacamente, del gobierno acostumbrado a hacer las cosas
por las buenas o por las malas”.
El texto, una serie de testimonios e investigación periodística sobre
los crímenes cometidos por Nazar Haro y su papel en el sistema político
de aquel entonces, también pretende enviar un mensaje al gobierno
actual. Se trata de “que la sociedad tenga memoria”.
“Creo que es importante que este gobierno sepa que por lo menos un
fragmento de la sociedad tiene memoria”, enfatizó el director del
semanario durante la presentación del libro, realizada en las
instalaciones de la librería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo.
Para el también autor de Prensa vendida, el libro El policía tiene el
objetivo de hacer sentir que la memoria está presente en los mexicanos.
“Creo que el libro intenta hacer un rescate histórico pero pescado en
el momento preciso, pues Genaro García Luna evoca a Nazar Haro. Cumple
una función en la actualidad, no es un libro histórico, pese a que la
temática va de los años cincuenta hasta los ochenta, pero la situación
es la misma”, explicó Rodríguez Castañeda.
Y es que Nazar Haro es “un emblema” de la era priista que ha
retornado por sus fueros, un símbolo de la guerra sucia y ejemplo de
personaje siniestro.
De acuerdo con el reportero de Proceso, Jenaro Villamil, “la
biografía es vigente porque en primer lugar perfila a un emblema de una
era priista, una era que ha retornado, pues Nazar Haro no sólo era
investigador, sino el cerebro de un cuerpo policiaco llamado la Brigada
Blanca, que se dedicó al exterminio –de manera sistemática– de
opositores guerrilleros, estudiantes, delincuentes y todo aquello que
pusiera en riesgo a la estabilidad del sistema político”.
No sólo eso, el periodista aseguró que la vigencia del texto es que
Nazar Haro no fue la excepción, más bien encarnó la regla del sistema
que ha confundido la inteligencia, el espionaje y la seguridad nacional
con el propio crimen y la delincuencia que dice combatir.
“Las fronteras entre policías y criminales se han borrado, y Nazar Haro representa toda una escuela”, sentenció Villamil.
El también autor del libro Peña Nieto, el gran montaje, busca ir al
fondo del asunto al lanzar la pregunta: “Cómo entender a personajes como
García Luna o el mismo ‘Negro’ Durazo sin la escuela de Nazar Haro, sin
la escuela e ideología de crímenes y excesos cometidos a nombre de una
supuesta razón de Estado.
“La violencia no es inteligencia, la tortura no es información y el
exterminio sistemático sólo genera anticuerpos igual de violentos, como
ciertas guerrillas y grupos de narcotraficantes”, alertó.
Por eso el texto de Rodríguez Castañeda, apuntó Villamil, se inserta
en la actualidad, ya que “es necesario leer este libro, por la creación
de cuerpos policiacos que probablemente ya estén operando con el regreso
del PRI… Estamos en una situación de repetir la guerra sucia sucedida
en los años setenta, ahora en el mismo territorio del Distrito Federal…
Es muy probable que en algún lugar haya un campo de entrenamiento y
hasta un campo de la muerte”.
Sin embargo, el director de Proceso aclaró que es difícil conocer
quién encarna a Nazar Haro actualmente, debido a que los tiempos y el
mundo han cambiado y ahora existen estrategias de espionaje más
sofisticadas, con tecnología de punta que permite al sistema contar con
mayor información.
Esta situación, acotó, contrasta con el escenario de aquellos años,
donde el policía desempeñaba una función en el ajedrez del sistema.
No obstante, Jenaro Villamil señaló que “esos agentes que devienen en
delincuentes fueron formados, entrenados y posteriormente defenestrados
por el mismo poder que los armó, los utilizó como sus fuentes secretas.
Nazar Haro fue acusado no por sus crímenes de lesa humanidad, sino
porque dejó de servir a los intereses de Estados Unidos. Nazar Haro dejó
de ser un informante para convertirse en un vulgar traficante de
autos”.
Luego, hizo un esbozo del contexto que enmarcaba esas épocas
priistas: “Nazar es el típico caso de los policías que prefiere la CIA,
profesional, no torpes funcionarios nombrados por razones políticas. La
DFS era una dependencia policiaca, no política, por eso la CIA se
entendía con ella a la perfección”.
Teniendo en mente ese perfil de Nazar Haro, con su crueldad y lo
emblemático que representaba para aquel priismo de guerra sucia, Rafael
Rodríguez Castañeda planteó la siguiente interrogante:
“¿Cuántas ejecuciones sumarias habrán ocurrido contra sicarios, narcos o medios narcos?, nunca lo sabremos o lo sabremos poco a poco, ya que la guerra sucia tendrá su equivalente en la guerra contra el narcotráfico”.
“¿Cuántas ejecuciones sumarias habrán ocurrido contra sicarios, narcos o medios narcos?, nunca lo sabremos o lo sabremos poco a poco, ya que la guerra sucia tendrá su equivalente en la guerra contra el narcotráfico”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario