Álvaro Delgado
El Boeing 787 Dreamliner. Foto: Boeing |
MÉXICO,
D.F. (apro).- Si se cumple lo previsto, Enrique Peña Nieto estrenará,
este mes de junio, algo que no tiene ningún presidente del mundo, ni los
más poderosos de Estados Unidos, Alemania, Rusia o China: un avión de 7
mil 500 millones de pesos.
Se trata, efectivamente, de un palacio
que vuela: tiene doble pasillo y puede transportar hasta 250 pasajeros,
alcanza una velocidad de casi mil kilómetros por hora y es capaz de
hacer la ruta Nueva York-Atenas o Tokio-Los Angeles sin hacer escalas.
Si
la pensión vitalicia que pretendían los magistrados electorales fue una
desmesura que la indignación popular frustró, al menos por ahora, la
compra de un avión a todo lujo para los viajes de Peña –que es ya
irreversible– es otra bofetada a los mexicanos.
Muchos no lo
saben, pero este capricho de Peña Nieto, que también lo fue de Felipe
Calderón –porque él inició el trámite al final de su corrupto sexenio–,
nos costará a los que pagamos impuestos más de 7 mil 500 millones de
pesos, más otros mil millones por la adecuación del Hangar Presidencial
en el aeropuerto capitalino.
Con esta cantidad podrían construirse
por lo menos ocho hospitales como el del IMSS que, apenas el 22 de
abril, inauguró Peña en Hermosillo, Sonora, y que, a un costo de mil
millones de pesos, tiene 189 camas, 11 quirófanos, dos salas de partos y
una sala de urgencias para atender a 240 mil derechohabientes.
El
mismo costo de mil millones de pesos tendrán el hospital regional de
alta especialidad de Coatzacoalcos, Veracruz, también del IMSS, que
atenderá a un millón 600 mil personas de la zona sur del estado, y lo
mismo el complejo hospitalario-turístico que el empresario mexicano Juan
Antonio Hernández construirá en Acapulco, Guerrero.
Quizá a
muchos no les diga nada esta comparación, pero podrían escandalizarse si
saben que el precio del nuevo avión presidencial duplica el presupuesto
que este año gastarán todos los partidos políticos de México y que
asciende a 4 mil millones de pesos.
Desde que se supo del plan de
comprar un nuevo avión presidencial, a finales del gobierno de Calderón,
se ha escamoteado la información a los mexicanos: Y con razón: El
Boeing 787 Dreamliner era un despropósito que convenía ocultar, porque
se trata de una nave que ni siquiera usan los presidentes de las
naciones más poderosos del planeta, como Estados Unidos, Rusia y China.
Pero
gracias a los colegas de la revista Emeequis se pudo saber que, aunque
el precio de contado de la compra de esta nave –propia de una
personalidad megalómana– era de mil 667 millones de pesos, su costo
final será 350% más caro por el esquema de pagos elegido, una
responsabilidad compartida entre Calderón y Peña: nada menos que 7 mil
520 millones de pesos.
De acuerdo con documentos obtenidos por la
revista, que los hizo públicos en agosto del año pasado, la
multiplicación del precio obedece al esquema de financiamiento que se
prolongará hasta el año 2027.
El gobierno de México pagará, con
nuestros impuestos, 6 mil 308 millones durante 15 años, más mil 211
millones de pesos por el mantenimiento de la lujosa aeronave, para una
suma de más de 7 mil 500 millones de pesos.
Conforme al contrato,
la entrega del avión –que tiene una vida útil de sólo 25 años– está
previsto para el 30 de este mes en las instalaciones de la empresa
Boeing, en Washington, Estados Unidos, y Peña podrá estrenar ese palacio
volador de inmediato.
Está claro: élite opulenta, pueblo indigente…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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