Sara Pantoja
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La liberación de Yakiri Rubio en Tepepan. Foto: Eduardo Miranda |
MÉXICO,
D.F. (apro).- La liberación de Yakiri Rubí Rubio Aupart, la joven
residente del barrio de Tepito que asesinó en defensa propia a su
agresor sexual, volvió a exhibir al aparato de procuración de justicia
de la capital del país.
Acusada inicialmente del presunto delito
de homicidio doloso, los magistrados de la Quinta Sala Penal del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal reclasificaron el
pasado lunes 3 el cargo a “homicidio con exceso de legítima defensa” –el
Código Penal del DF lo considera no grave, con lo que le abrieron la
puerta a la libertad después de casi 90 días de reclusión.
Previo
al pago de una fianza de alrededor de 140 mil pesos, Yakiri salió hoy
del penal femenil de Tepepan, acompañada de sus padres y su abogada Ana
Katiria Suárez, minutos antes de las 22:00 horas. Con un megáfono, la
joven agradeció el apoyo recibido de su familia y tras 86 días de
encarcelamiento, dijo: “aprendí mucho, pero fue una experiencia mala”.
La
joven comentó que deseaba ser la última víctima que enfrentara una
situación como esta, en la que, acusó, fue juzgada con visión machista.
Todo
comenzó la tarde del lunes 9 de diciembre del año pasado. Yakiri salió
del local de su abuelo José Rubio Solar, con quien trabajaba en un
negocio de mochilas en el Eje 1 Norte, en el corazón de la colonia
Morelos. La joven de 20 años había quedado de encontrarse con su novia
Gabriela en la tienda de conveniencia “Súper City”, cerca de la estación
del Metro Doctores, en la colonia del mismo nombre.
Como a las
siete y media de la noche, Yakiri se acercaba a su destino, cuando
Miguel Ángel y Luis Omar Ramírez Anaya –el primero era cargador– a bordo
de una motoneta negra y amarillo, se le acercaron y le ofrecieron
llevarla.
“Oye, oye, ¿cómo te llamas? Te llevo a donde quieras”, le dijo Miguel Ángel, según su consta en su declaración ministerial.
Ella
contestó que no, que llevaba prisa y siguió su camino, pero los hombres
la alcanzaron. Miguel Ángel le ordenó “ya súbete o te subimos” al
tiempo que la amenazó con una navaja.
Yakiri obedeció y subió a la
motoneta. Los sujetos se dirigieron directamente al hotel Alcázar,
ubicado en la calle Doctor Liceaga 143. Según la joven, Miguel Ángel
Ramírez Anaya –la víctima y a quien ya conocía por los mensajes que la
Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal encontró en su
teléfono celular–, la abrazó sin dejar de apuntarle con la navaja.
“Tu
calladita que aquí me conocen. Ya te chingaste”, le susurró. Luego,
saludó al hombre de la recepción del hotel y sin pagar ni recibir llave
alguna, la subió a una habitación, la 27, del segundo piso.
Minutos
después, llegó Luis Omar. Entre ambos desnudaron a Yakiri, la
manosearon y la golpearon. Miguel Ángel la puso contra la pared, le pegó
en la cara y abusó sexualmente de ella mientras la amenazaba con la
navaja. Luis Omar sólo veía y se reía, mientras fumaba un cigarro de
mariguana. Más tarde, los dejó solos.
Ante la agresión, Yakiri
trató de defenderse. Con sus 1.61 metros de estatura y sus 52 kilos de
peso, forcejeó contra Miguel Ángel, de 1.78 metros de estatura y 90
kilos. Ambos cayeron sobre la cama. El cargador la amenazó con la navaja
y la hirió en el brazo. Ella hizo un movimiento con el que le provocó
una herida en el cuello con la misma arma.
Al sentir que se
desangraba, el hombre se colocó una toalla en la herida, se puso su
bermuda como pudo y salió de la habitación. Ella escuchó el encendido de
la motoneta y el ruido de cuando ésta se cayó. De inmediato se puso
algo de ropa y corrió tras su agresor. Pidió auxilio a gritos. Los
huéspedes de las otras habitaciones salieron; también los encargados del
hotel, pero nadie lo detuvo, escapó en la motoneta.
De acuerdo
con la declaración de la joven, la mujer de la recepción le dijo: “Ay
chamaca, aquí no vengas a meternos en problemas, pues ¿qué le hiciste?
Él es un hombre bueno”.
Yakiri subió por su bolsa, se limpió un
poco y salió corriendo del hotel en busca de un policía. Llegó a una
paletería y le pidió al encargado que la dejara lavarse la cara. Una
cuadra más adelante encontró una motopatrulla con dos policías y otros
dos a pie. Éstos pidieron una ambulancia y después de ser atendida por
los paramédicos la pusieron a disposición de la agencia 50 del
Ministerio Público.
En tanto, agentes de la Procuraduría General
de Justicia del DF (PGJDF) acudieron al mencionado hotel y vieron la
habitación en desorden y con sangre en la cama, según la averiguación
previa ACI/T3/405/13-12.
En el estacionamiento encontraron rastros
de sangre, mismos que siguieron hasta un inmueble de la calle Doctor
Jiménez 24-B. Al entrar al patio encontraron el cadáver de Miguel Ángel,
de 37 años de edad, quien se dedicaba al desalojo de viviendas.
Su
cuerpo tenía 14 lesiones, incluyendo la del cuello, de diez centímetros
de largo, la misma que le causó la muerte, según el dictamen forense.
“Ayúdame, me estoy muriendo”, dijo a su hermano Luis Omar antes de desvanecerse.
En
la averiguación previa consta que la víctima tenía antecedentes penales
por robo con violencia, portación de arma de fuego, así como ingresos
al reclusorio. El padre de Yakiri, José Luis Rubio, denunció incluso que
el occiso vendía droga a empleados del búnker, imputación que nunca comprobó.
De víctima a victimaria
De
acuerdo con el expediente del caso, Luis Omar se apersonó en la agencia
50 del MP y al ver a Yakiri detrás de la barandilla, la increpó:
“Tú fuiste hija de tu pinche madre”.
Yakiri no se contuvo y respondió a la agresión: “Tú cállate, si no, te va a pasar lo mismo”.
Con la información disponible hasta ese momento, la PGJDF colocó a Yakiri de víctima de violación a presunta homicida.
José Luis Rubio, padre de Yakiri, cuenta a Apro
que se enteró de que su hija estaba detenida hacia las 23:00 horas del
lunes 9 de diciembre. Su hermana Marcela recibió un mensaje de texto:
“Estoy detenida en la Doctores”, le dijo la joven. Ella le avisó al
abuelo de Yakiri y éste, a su padre.
Sin embargo, dice que no la
pudo ver hasta el siguiente día, cuando la joven iba a ser trasladada al
penal de Santa Martha Acatitla.
“Me dice: ‘me violaron papá, me secuestraron, me subieron a una moto, me pegaron y me violaron’…, le dijo Yakiri.
El
padre trató de darle ánimos: “Mira m’ija, te vas a ir consignada, pero
vamos a sacarte. Vamos a arreglar esto… Quiero que llegues bien fuerte a
donde vas. Vas a una cárcel de mujeres y quiero que te hagas la dura.
Te puede pasar todo, quiero que te hagas bien cabrona mija. Y se puso a
llorar, es una niña de 20 años. Me dijo: ‘Sí papá’…Eso fue todo lo que
pude platicar con ella, no tuve chance de más”.
El 11 de
diciembre, la joven fue consignada al penal de Santa Martha Acatitla
acusada de homicidio. Una semana después, el 17 recibió el auto de
formal prisión del juez 68 penal. Dos días más tarde, se integró la
averiguación previa en la Fiscalía de Delitos Sexuales de la PGJDF.
El peritaje y las contradicciones
Uno
de los muchos peritajes realizados por la PGJDF arrojó que Yakiri
llevaba en su bolsa dos teléfonos celulares, el suyo y el de su agresor.
En el teléfono de Miguel Ángel encontraron registrado el número de
Yakiri, con el nombre de Rubí. Con la sábana de llamadas, la
Procuraduría encontró que ambos sostuvieron 60 comunicaciones entre el
23 de noviembre y el 9 de diciembre de 2013, algunas de ellas dejan ver
que existía una relación cercana.
El último mensaje fue el mismo
día de los hechos, a las 19:04 horas. Según el peritaje, Yakiri le avisó
a Miguel que ya estaba entrando al Metro y que se veían afuera. Él
respondió a las 19:05 horas: “Te espero va”.
El padre de la joven
sostiene en entrevista que el directorio de contactos del teléfono de su
hija fue editado, es decir, que cambiaron el nombre de Gabriela, –la
pareja de Yakiri–, por el de Miguel Ángel para que pareciera que se
conocían y mantenían una relación.
En el mismo peritaje, al que
esta agencia de noticias tuvo acceso, se afirma que Miguel Ángel sí pagó
el alquiler de la habitación (170 pesos), que se registró a nombre de
“Pedro Ojeda” y que la llave del cuarto fue hallada debajo de su ropa.
El
peritaje ginecológico, confirma también que sí hubo contacto sexual y
aclara que éste no fue forzado porque no se apreciaron lesiones en la
vulva ni el ano de la joven. Los residuos de semen que se encontraron en
su vagina y pantaleta coincidieron con los de Miguel Ángel.
Un
examen ginecológico posterior arrojó que Yakiri tiene un himen “de los
que permiten la penetración sin desgarre; en tanto, el examen
proctológico no detectó alteraciones de ninguna especie”.
El
dictamen psicológico que se le practicó a la chica arrojó que tiene
“inteligencia término medio” y conflicto con la identificación
psicosexual. También presentó alteraciones psicológicas de víctima de
agresión sexual. “Siente vergüenza y vulnerabilidad, humillación e
impotencia”.
Los peritos de la PGJDF no hallaron residuos de
sangre de Yakiri en el cuarto del hotel. Esta evidencia y los resultados
del dictamen de criminalística llevaron a las autoridades ministeriales
a suponer que ella misma se hizo las heridas en el brazo luego de
asesinar a Miguel Ángel porque sus lesiones fueron por “por
deslizamiento”.
Yakiri, “una chica que no se deja”
Yakiri
Rubí nació el 13 de abril de 1993. Creció en el popular barrio de
Tepito, donde su padre, José Luis Rubio, de 51 años, es comerciante de
playeras y se dedica a dar clases de salsa en la zona.
Su madre
biológica, Bertha Guadalupe Aupart Ortiz, la abandonó cuando tenía once
meses de nacida y sólo la ha visto dos veces en su vida. Es la menor
de los tres hijos de José Luis Rubio y Marina Beltrán. Tiene dos medias
hermanas por parte de su madre biológica y cuatro por parte de su
padre.
A los 17 años, Yakiri tuvo una relación con un marino que
conoció en el Zócalo capitalino en un desfile militar. El infante de la
Marina se quería casar con ella y llevársela a Michoacán. Pero la joven
lo rechazó.
Posteriormente, se relacionó con otro hombre que
trabajaba cerca del taller de sus abuelos, pero nunca llegó a nada serio
porque “le aburría”.
Tiempo después comenzó su relación con
Gabriela, en cuya casa vivió un tiempo, hasta que terminaron. Yakiri
lleva tatuado su nombre en el cuello junto a un corazón.
Al principio su padre no estuvo de acuerdo en esa relación lésbica, pero al final cedió.
“Yaki
es una chica muy libre, camina en el barrio con toda tranquilidad
porque todo el mundo la conoce… Nosotros somos gente de cultura en el
barrio y nos conocen todos”, dice.
La defiende: “No es una niña
que ande buscando guerra. Se le conoce por muy amiguera… Cuando yo no
conocía a un tipo, que tenía un problema con alguien, me decía: ‘Ah
papá, el señor es tal y conozco a sus hijas’ y era como un vínculo. Ella
calmaba el problema”.
Luego, aclara: “Eso sí, Yaki no se deja. Y eso la tiene viva”.
La describe como “muy tranquila, muy calladita, es la niña de las pestañas grandes que le da pena, que es cohibida, no salía”.
Para
reforzar su carácter, decidió que al salir de la escuela se fuera a
trabajar con su abuelo. “Decíamos que el barrio a uno lo hace, el ser
comerciante le da a uno carácter, porque era de las que por cualquier
cosa lloraba”.
La movilización
Desde que Yakiri fue
acusada del presunto delito de homicidio doloso, su padre se volvió el
principal activista de su causa. En su cuenta de Facebook comenzaron a
lloverle mensajes de solidaridad hasta de otros países que lo conocen
por su actividad de bailarín.
El asunto creció cuando el juez 68
Penal, Santiago Ávila Negrón, decretó el auto de formal prisión por
homicidio calificado. El 29 de diciembre se realizó una marcha del Ángel
de la Independencia al Zócalo capitalino para exigir su liberación.
La
joven permaneció sólo una semana en el penal de Santa Martha Acatitla,
luego de que su defensa denunció que había sido amenazada en el interior
del penal por supuestos familiares de su víctima. Fue trasladada al
reclusorio femenil de Tepepan.
José Luis Rubio fue llamado a
reunirse con el secretario de Gobierno, Héctor Serrano; el subsecretario
Juan José García Ochoa, y hasta el titular de la oficina de jefatura de
Gobierno, Javier El Güero González Garza. Le ofrecieron poner atención especial en el caso, pero él no vio resultados.
“Serrano
me dijo: ‘Vamos a hacer las cosas bien, transparentes y su hija va a
estar fuera. Perfecto”, cuenta. Pero un par de días después varios
periódicos publicaron información de que Yakiri sí tenía una relación
con Miguel Ángel, que no hubo violación. Los ánimos se agitaron de
nuevo.
El 17 de enero, organizaciones civiles y activistas crearon
el Comité Ciudadano para la Liberación de Yakiri. Su primer acto fue un
ayuno frente al búnker de la Procuraduría General de Justicia
del DF. Ahí, las participantes enlistaron 10 irregularidades en el
proceso penal pues acusaron que las autoridades ministeriales en vez de
seguir los protocolos de actuación en casos de violencia sexual se
dedicaron a acreditar el homicidio.
El 27 de enero, la Quinta Sala
Penal del TSJDF, encabezada por la jueza Celia Marín Sasaki, inició el
proceso para atender el recurso de apelación interpuesto por la defensa
de la joven en contra del auto de formal prisión.
El 31 de enero, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) presentó a esa Sala el recurso amicus curiae,
con la intención de “contribuir a una reflexión en los temas de género y
de los estándares internacionales sobre cómo se debe actuar en casos en
los que una mujer tenga dos calidades: de víctima y de probable
responsable”.
El pasado lunes 3 la Quinta Sala reclasificó el
delito de homicidio doloso a homicidio “con exceso de legítima defensa”,
que supone que no es grave y alcanza fianza para seguir el proceso en
libertad.
El procuradorgeneral de Justicia del DF, Rodolfo Ríos,
dijo que se mantendrá respetuoso de la resolución del TSJDF, pero
recordó que el proceso continúa.
La presidenta de la CDHDF, Perla Gómez, consideró que fue una “situación inédita” que se tomara en cuenta el Amicus curiae que presentó la Comisión ante el Tribunal para reclasificar el delito.
El
martes 4, la defensa acusó que el juez 68 penal retrasó los trámites
para que el caso se turnara a un juez de paz y que se pudiera fijar la
fianza. Por la noche, el caso llegó al Juzgado 23 de Delitos No Graves.
La
fianza a pagar fue de 423 mil 800 pesos para que la joven continúe su
proceso en libertad. En la página de apoyo de Facebook, las
organizaciones y los familiares iniciaron una colecta.
Hacia las
cinco de la tarde de hoy, José Luis Rubio, padre de Yakiri, informó que
con ayuda de diputados locales y senadores se juntaron 100 mil pesos por
concepto de obligaciones procesales y 40 mil para que una afianzadora
otorgara la póliza que avala los 323 mil pesos por reparación del daño.
Amigos,
familiares e integrantes del Comité por la Liberación de Yakiri
llegaron a la explanada del Centro de Readaptación Social Femenil de
Tepepan. Con megáfonos y tambores gritaban “Yaki libre ya”. Alrededor de
las 21:45 horas, ella salió del penal, de donde dijo: “Fue una
experiencia mala” y acusó que fue juzgada “con visión machista”.
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