Por: Roberto Polo Hernández/@Robertohdz
Cuenca del Papaloapan, México; 06 de marzo, 2014.— Fueron
23 días de calvario. Todos sufrieron lo mismo. Todos rogaron a Dios
por salvarse. Todos, los ocho secuestrados de Las Choapas, están vivos.
Desde el pasado martes -11 de febrero-,
en diversas zonas y horarios, un comando armado, a bordo de
camionetones, levantó a las ocho personas –siete hombres y una mujer- en
la geografía de Las Choapas. Después, como si la tierra se las hubiera
tragado, desaparecieron, sin dejar rastro.
Ese mismo día, también en Las Choapas,
las autoridades reportaron el hallazgo, sin vida, del periodista
Gregorio Jiménez, quien había sido reportado como secuestrado el cinco
de febrero en Villa Allende, municipio de Coatzacoalcos.
EL COMIENZO DEL CALVARIO
De aquella fecha, los ochos plagiados
tomaron rumbo desconocido. Y así iniciaba el calvario de su existencia,
la muerte en vida, dijeron.
A discreción y a detalle, una de las víctimas narró su tragedia. “Algo que yo no desearía ni a mi peor enemigo, a nadie, confesó.
Cuenta que cuando lo interceptaron, los
sujetos desconocidos lo esposaron, lo golpearon y lo subieron a una
camioneta. Esto, cuando caminaba con rumbo a la casa de su novia. Acto
seguido, lo pasearon varias horas y le cubrieron los ojos. “Con unas
bolitas de cinta adhesiva cubrieron mis ojos, después los forraron con
más cinta y con vendas. No podía ver nada”.
Ese mismo método, precisa, fue utilizado
con las otras siete personas, a quienes conoció de voz a bordo de una
camioneta, en la cual introdujeron a todos para trasladarlos hacía
muchos lugares. Por el movimiento del automotor sabían que los andaban
paseando, sin conocer dónde hasta que pararon en una zona despoblada, en
donde no se escuchaba nada, explicó.
Unos de rodillas. Otros acostados. Unos más sentados. Y otros no sé cómo, describe la víctima su viaje a bordo de esa camioneta.
Con notable flaqueza por haber perdido
como diez kilos –dice su papá- y con los ojos llorosos –no de llorar,
sino de 23 días sin ver la luz- la víctima informó que sus captores no
lo conocían, ni a él ni a nadie, toda vez que uno a uno les fueron
preguntando cómo se llamaban, cuantos años tenían, y a que se dedicaban.
Ya estacionados, y después de una larga
travesía pos sitios desconocidos, los victimarios les dijeron que
gritaran lo que querían, al fin que nadie los podía escuchar. Y un día,
así de repente, les quitaron la ropa, dejándolos semidesnudos.
“NOS TOMABAMOS NUESTROS ORINES”
El mayor tiempo que pasaron aislados,
secuestrados, lo pasaron semidesnudos. A ras del extremo calor del día e
intenso frío de la noche. Y con mucha hambre.
Y es que los plagiarios cuando querían
–dicen- les llevaban de comer. “Algunas veces nos llevaban dos taquitos.
Luego frijoles con arroz”. Y cuando no había suerte les tiraban frutas
podridas que a su paladar les sabía a gloria, refieren dos de los
liberados.
Durante el cautiverio, expresaron, hubo
muchas veces en que tuvieron que tomar sus propios orines para calmar
su sed. “Orinábamos y como los animales nos tomábamos los orines, nos
agachábamos y los absorbíamos con la boca para poder sobrevivir”.
Ese mismo escenario –indican- se repitió
en muchas ocasiones. “Fue una tortura, yo me quise quitar la vida con
un cinturón de seguridad que colgaba de la estructura de la camioneta,
pero no pude, se me venía a la mente la imagen de mi bebé. Algo dentro
de mí me decía que no lo hiciera”, relató uno de los secuestrados.
Aunque las autoridades ministeriales se
negaron a proporcionar información contundente, a reserva de la
averiguación previa, los infortunados coincidieron en que nunca pisaron
una casa de seguridad, siempre estuvieron a bordo de camionetas, los 23
días.
Horas antes de su liberación. Y durante
el bloqueo carretero que mantenían sus familiares en la carretera
Villahermosa-Coatzacoalcos, ahogando la circulación vial del Sur del
País en protesta por el plagio colectivo, los plagiarios volvieron a
vestir a sus víctimas con ropas de bazar, y les compraron chanclas
nuevas, esas que se venden en los puestos de calle a veinte pesos.
Ya vestidos y enchanclados, arrancaron
la camioneta en donde los mantenían cautivos, los hicieron cantar -“pero
nos callaron porque dijeron que nos apestaba la boca”- y los
trasladaron hasta la entrada del poblado La Unión, perteneciente a
Rodríguez Clara. “Cuando pararon la camioneta, nos dijeron: ya se los
llevó la chingada. Detonaron sus armas en dos ocasiones y se fueron”.
Minutos después, precisan, un grupo de policías arribó al sitio y los
liberó, sin registrarse ningún enfrentamiento.
A decir de un portavoz ministerial, las
ocho personas plagiadas arribaron a la comandancia de la Agencia
Veracruzana de Investigaciones (AVI) alrededor de las 03:00 horas. Y
las 10:00 horas, siete horas después, informó un familiar de las
víctimas, le hablaron para decirle que su hijo estaba sano y salvo en
Ciudad Isla.
SUB PROCURADORES DE LA CUENCA Y ZONA SUR DE VERACRUZ, INMUTABLES
Cerca del mediodía, a la AVI de Ciudad
Isla arribaron los subprocuradores de la Cuenca del Papaloapan y Zona
Sur de Veracruz, Guilebaldo Maciel y Ricardo Carrillo, respectivamente.
Ambos, resguardos, cada uno, por media docena de guaruras.
Los dos duraron en el lugar alrededor de
media hora. La cronología de su repentina visita fue más o menos así:
Uno: Llegaron escoltados. Dos: A ras de banqueta platicaron con agentes.
Tres: platicaron los dos. Cuatro: Se acercaron a la oficina de la AVI.
Cinco: Vieron a las ocho personas liberadas. Seis: hablaron con el MP.
Siete:
Regresaron a la calle. Ocho: Rieron con
agentes ministeriales. Y 9: Se retiraron. Así, inmutables, sin
entrevistarse con las víctimas ni ofrecerles respaldo, aquel que desde
sus desapariciones ofreció Luis Ángel Bravo Contreras, abogado del
estado.
De acuerdo al reporte oficial, los
nombres de las personas rescatadas con vida son: Gilberto Hernández
Ramos, Andrés Leyva Ordoñez; Ana Luisa Morales Gómez de 15 años de edad
en cuyo caso y ante la denuncia interpuesta por sus familiares se abrió
la investigación CHOA/176/2014, Alberto García García, Luis Antonio
Méndez Jiménez (con la investigación CHOA/174/2014), Carlos Omar Ramírez
Pérez, José Celaya Hernández y Juan Carlos García Rodríguez.
Además, reporta que el vehículo asegurado es de la marca Ford, tipo Excursión, color verde, modelo 2002, con placas MGC-9230 del Estado de México con reporte de robo y del lado del conductor se encontró una carabina Ar-15. Horas después, en conferencia de prensa, el procurador Luis Ángel Bravo confirmó que aún se desconocía el paradero de dos mujeres: Natividad Cacho Gómez y Beatriz Morales Hernández, quienes desaparecieron el día en que el periodista Gregorio Jiménez fue hallado muerto, allá en Las Choapas. |
viernes, 7 de marzo de 2014
“Como animales, tomamos nuestros orines para sobrevivir”. El calvario de los ocho choapenses secuestrados el día que apareció el cuerpo de Goyo Jiménez
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