La Casa Blanca en Washington D.C. Foto: Alejandro Saldívar |
Mientras
la DEA se aferra en descalificar a sus exagentes Héctor Berrellez y
Phil Jordan, otro más, Mike Holm, los defiende. Los dos primeros
revelaron los entretelones del caso Camarena: la participación de la CIA
y de la misma Casa Blanca en tiempos de Ronald Reagan. Holm, quien fue
jefe de Berrellez cuando se instrumentó la Operación Leyenda,
proporciona más datos novedosos: cuando se negociaba el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, la DEA ordenó que no se reportaran los
actos de corrupción por narcotráfico de ningún alto funcionario
mexicano.
WASHINGTON.- En su intento por deslindar a la CIA del secuestro, tortura y asesinato de su agente Enrique Kiki
Camarena, la Administración Federal Antidrogas (DEA, por sus siglas en
inglés) abona nuevas evidencias de que el gobierno de Estados Unidos
tiene más información sobre el caso, que cambió el rumbo de la lucha
contra el narcotráfico en México.
Para hablar del asunto y
“aclarar” las revelaciones de sus exagentes Hector Berrellez y Phil
Jordan, quienes acusan a la CIA de haber dispuesto el homicidio de Kiki Camarena, ocurrido en 1985 (Proceso 1928, 1929), la agencia organizó un foro público.
El
acto se realizó el martes 29 de octubre en el Museo de la DEA bajo el
título “Llevados ante la justicia: Operación Leyenda”. Participaron Jack
Lawn, administrador de la agencia entre 1985 y 1990, el exagente Jack
Taylor, supervisor de la Operación Leyenda en los primeros dos años y
medio de esta iniciativa, y la periodista Elaine Shannon, autora del
libro Desperados, en el cual narra la historia del secuestro, tortura y asesinato de Camarena.
Los
primeros 100 minutos se centraron en un recuento histórico del caso
Camarena. Los panelistas insistieron en que el responsable de su
ejecución fue Caro Quintero, quien contó con la colaboración de agentes
corruptos de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS).
En
esa parte de la narración, al hablar de cómo las autoridades mexicanas
trataron de manipular las pruebas, Lawn soltó las nuevas evidencias en
torno al involucramiento indirecto de la CIA.
“Nos enteramos por
parte de nuestros amigos de la comunidad de inteligencia (la CIA) que el
interrogatorio al que fue sometido Camarena estaba grabado”, comentó
Lawn, quien estaba al frente de la DEA el 7 de febrero de 1985, cuando
el agente antinarcóticos fue secuestrado en Guadalajara, Jalisco.
Y detalló: “Los individuos que interrogaron a Kiki Camarena
lo grabaron, ya que era una práctica normal (en México). Pero había
también algo más: el número de gente que estaba en la nómina de pagos
del narcotráfico en la Ciudad de México y en Guadalajara. (Los
torturadores) querían saber qué sabía la DEA de sus actividades”.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1931, ya en circulación)
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