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Imagen tomada de uno de los spots. |
Profesionales de la comunicación consultados por Proceso
desmontan el mecanismo de la propaganda oficial sobre la reforma
energética y advierten que no está dirigido a convencer con argumentos o
a estimular la discusión; es, afirman, un intento de rebasar a la
oposición por la izquierda, quitándole fuerza a sus protestas. Para
ellos, las citas de Lázaro Cárdenas le ofrecen un asidero al sector del
PRD que puede apoyar al presidente en el marco del Pacto por México y
las imágenes idílicas satisfacen a un sector de la población…
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El promocional inicia con la toma aérea de una estructura petrolera. Un locutor en off
dice “el petróleo es nuestro” y un niño muestra sus manos manchadas de
negro; cuando la voz afirma “el sol es nuestro”, otro niño feliz voltea
al cielo, y cuando dice “el viento es nuestro”, otro pequeño corre.
Después, juegan entre celdas solares y en campos de energía eólica,
mientras la voz dice que por eso “decimos no a la privatización y sí a
la reforma energética”. Todos felices.
Así promueve el gobierno
federal la propuesta del presidente Enrique Peña Nieto para reformar los
artículos 27 y 28 constitucionales.
Los mensajes, que se han
apoderado de los medios electrónicos, así como de planas enteras pagadas
en la mayoría de los diarios de circulación nacional, son congruentes
con la iniciativa al menos en un aspecto: no explican los alcances del
proyecto presidencial, la magnitud de la reforma, su impacto fiscal ni
el significado de las palabras que en el debate público ya se están
interpretando como eufemismos. Para el gobierno sólo se necesita una
declaración, un eslogan: “No a la privatización y sí a la reforma
energética”.
Desde el lunes 12, cuando presentó su iniciativa,
Peña Nieto refuerza la campaña publicitaria al insistir en que actúa
conforme al artículo 27 constitucional que propuso en 1938 el presidente
Lázaro Cárdenas; también afirma que los beneficios se reflejarán en la
economía familiar y que “Pemex y la CFE no se venden”.
Según los expertos en mercadotecnia política consultados por Proceso,
el propósito es claro: usar la publicidad persuasiva, no informativa,
para ganar el apoyo de la opinión pública y anticiparse a los argumentos
nacionalistas, históricos y sociales de la izquierda, a fin de que ésta
reme a contracorriente en el debate público.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1920, ya en circulación)
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