Déjame que te cuente…
Por Sergio m. Trejo González.
Vamos a ver si de algo sirve este quehacer, noble y
sacrificado de la comunicación, que normalmente se nutre de oportunidad para
denostar la conducta reprobable de los mentores, porque, ciertamente, como en
toda actividad humana adolece de manchas, de lacras y deshonras; las que
cotidianamente se vienen señalando como noticia morbosa y amarilla, misma que concede lugar a motes y remoquetes enfocados
al magisterio, en derivación del término profesor, llamándoles: Chupasor, pobresor,
cogesor, robasor.
He señalado que en todas las profesiones existen
simuladores, pelusa, usufructuarios que ocupan una membresía de manera indigna.
Gracias por supuesto al predominio de un sistema corrupto. Hasta en la religión
sabemos de los falsos apóstoles, pero en la educación se nota más porque
bastantes.
Pero así como existen los nubarrones grises que nos
inquietan, también se encuentran algunos reflejos que nos proporcionan un
sublime celaje azul. Ese matiz hermoso,
de las fumarolas de color zarco, que salieron del conclave magisterial para que
resultara ungido un nuevo jefe del sector escolar número 18, después del
consenso natural y ciertas diligencias. Ya sabe usted, auscultación, respeto al
escalafón y reuniones celebradas entre autoridades del
ramo educativo. Total que se acordó respaldar el nombramiento del sustituto del
profesor Bulmaro Martínez De la Cruz.
Don Alberto Osvaldo
Alcocer Ortiz(a) “El Azul”, antier fue nombrado jefe de dicho sector
educativo de primaria general, con base en Acayucan, que abarca 13
supervisiones escolares en 9 municipios, motivo por el que, cumplido el
protocolo de toma de protesta, fue felicitado por sus compañeros, maestros y
directores que, la mañana del sábado pasado hacían largas colas, para brindarle
tal salutación a un original amigo de los maestros. Eso ha sido el profesor
Alcocer para quienes se dedican a la enseñanza: un amigo. Sus 46 años de
entrega a la docencia justifican tal nombramiento, soportado por esa calidad
humana que le conocemos desde hace mucho rato.
Así es el profesor Alcocer, una persona con la sonrisa
a flor de labio, de trato franco y saludo espontáneo. Lo conocí hace algunas
décadas en los corredores y escalinatas del palacio municipal. Un hombre
respetuoso y muy respetable, de convicciones firmes y conservadoras, al grado
que ha hecho extensiva su predilección por el color celeste hasta en el mantenimiento
perenne de su V.W de tal tonalidad… Algún
tiempo decidió invertir en un par de restaurantes y un negocio de relojes, efectos de cristalería, artefactos,
utensilios e instrumentos para el hogar. No es malo para el comercio pero su
giro es la enseñanza y la política, educativa por supuesto. Porque de la otra
política no ha querido saber absolutamente nada, a pesar de su habilidad para conducir
a las masas. Esto lo sostengo porque en mis anecdotarios registro un pasaje de
la vida del profesor Alcocer donde compartió espacios escolares e ideales de
lucha estudiantil con Víctor Manuel Cervera Pacheco. Ese político mexicano,
nacido en Dzemul, de la región del faisán y del venado, que fuera varias ocasiones
legislador federal, presidente municipal
y gobernador del Estado de su estado en dos ocasiones, Secretario de la
Reforma Agraria. Pudo Alcocer elegir otros derroteros, sin embargo su destino
ha tenido las rutas y los avatares de la docencia, que ha transitado con mucho éxito.
Alberto Osvaldo Alcocer Ortiz, nació para ser maestro,
ha estado al servicio de la educación, en los Estados de Baja California, Nayarit y Veracruz. En
Acayucan lleva 43 años laborando y antes ocupó el cargo de Supervisor. Inició
en la escuela Beatriz Velasco en la Villa de Sayula, fue fundador de la escuela
Justo Sierra en nuestra ciudad y fue el primer secretario general de la
delegación D2-19 de la zona 157. Sensible, carismático y con un concepto muy
elevado de la amistad “El Azul” ha sabido sortear bien los vientos y las tempestades
en esta profesión muy delicada que le ha
significado satisfacciones relevantes. Haciendo brecha para construir caminos,
conduciendo a este sector de la humanidad, persona a persona, generación a
generación, transmitiendo los valores necesarios para vivir en sociedad,
instalándose de manera muy sólida como eslabón importante en la cadena de la
superación y el progreso.
¿Por qué le dicen “EL Azul”?
Creo, me parece y entiendo, que tal apodo nada tiene
que ver con las “ojeras de mujer” que inspiraron al músico y poeta Agustín Lara
en el famoso tema índigo, sino que todo surgió a raíz de su propio
alumbramiento. “En un lugar de la blanca Mérida, de la hermosa república de Yucatán, en cuyo
año no puedo acordarme”, llegó al mundo un niño… ¡Azul!. Fue como una expresión
de asombro y admiración, muy puntual, de
su anciana y querida abuela, quien al tomar en sus brazos al recién nacido, de
manos de la partera, con un poder enorme de expectación y escrutinio, buscó la
oportunidad de estar a la mira entre los parpados del pequeño Betillo,
naturalmente cerrados por las realidades propias de cualquier parto. Ahí estaba
la viejecita, dando vueltas y vueltas, a la duda. Quería saber cómo venia la
criatura en todas sus partes, hasta que… llegó el momento, cuando se
disponía a proporcionar su biberón,
luego de darle su necesario baño en la bañera, se le ocurrió la solución. Pensó
que ponerle el chuponcito entre los labios, sin entregárselo plenamente,
desbordaría su ansiedad por buscar el alimento, tendría que abrir los ojuelos
el pequeño si es que ya estaba en tiempo para ello y el procedimiento dio
resultado. Alberto ¡por fin! entreabrió sus oclayos y permitió que la chiich (así
creo que le dicen a las ancianitas en maya) descubriera la coloración de los
cayucos que el nuevo terrícola tenía en la cara. A consecuencia de la excitación que le
produjo tal descubrimiento la señora salió del hogar y corriendo por la calle
gritaba balbuceante en alusión al color de los fanales de Alcocer: ¡azul!
¡azul! ¡azul! Quedando desde entonces
instituida para todos los efectos legales, sociales y gremiales, en todo el
territorio de la península de nuestro país y extendida por toda la tierra, tal
expresión como el nombre con el que se le conoce a nuestro personaje.
“El azul” dijo,
durante el evento que se realizó en la sala de cabildos, que se siente
satisfecho de haber recibido el nombramiento. Por supuesto que debe sentirse y
estar muy campante mi maestro, pues tal designación no responde a una
casualidad sino a un verdadero reconocimiento a su trayectoria de esfuerzo.
Hombre pronto y presto al dialogo con todos los representantes del sector educativo,
sabrá trasmitir a las maestras y los maestros la necesidad, profundamente vital,
de impulsar la calidad educativa.
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