Columna: CLAROSCUROS
Por José Luis Ortega Vidal
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En noviembre del año 2008, a punto de salir a circulación el Diario Notisur en Coatzacoalcos, el periodista Ricardo Ravelo Galo lanzó la respuesta: “hay elementos para pensar que a Juan Camilo Mouriño lo mataron”.
La plática se desarrollaba en el Hotel Mocambo, en Boca del Río. El periodista titular de la Sección Justicia en la Revista Proceso dialogaba con tres amigos: Vicente Martínez Blanco, Pablo Jair Ortega Díaz y un servidor.
Frente a la cámara de Olmeca TV, el autor de media docena de libros sobre temas del narcotráfico en México, añadió: oficialmente se maneja la versión de que la caída del avión donde viajaban Juan Camilo Mouriño y el ex subtitular de la PGR, José Luis Santiago Vasconcelos, a la avenida Reforma del Distrito Federal se debió a cuestiones climáticas.
Sin embargo, de acuerdo a información a la que hemos podido acceder y al análisis que hasta el momento hemos elaborado, opino que se trató de un atentado; que el Secretario de Gobernación fue víctima de un complot, sostuvo el reportero veracruzano.
La plática se desarrollaba en el Hotel Mocambo, en Boca del Río. El periodista titular de la Sección Justicia en la Revista Proceso dialogaba con tres amigos: Vicente Martínez Blanco, Pablo Jair Ortega Díaz y un servidor.
Frente a la cámara de Olmeca TV, el autor de media docena de libros sobre temas del narcotráfico en México, añadió: oficialmente se maneja la versión de que la caída del avión donde viajaban Juan Camilo Mouriño y el ex subtitular de la PGR, José Luis Santiago Vasconcelos, a la avenida Reforma del Distrito Federal se debió a cuestiones climáticas.
Sin embargo, de acuerdo a información a la que hemos podido acceder y al análisis que hasta el momento hemos elaborado, opino que se trató de un atentado; que el Secretario de Gobernación fue víctima de un complot, sostuvo el reportero veracruzano.
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A tres años de la muerte de Juan Camilo Mouriño no existe una investigación oficial que sustente la versión del accidente.
Sí existen, en cambio, las dudas, las versiones diversas –incluida la del investigador periodístico que habló de un complot en entrevista exclusiva- las conjeturas y sucesos que distan mucho de representar una coincidencia.
La muerte, ayer, de Francisco Blake Mora, se suma a una lista fatal que fortalece la idea de un Gobierno que pierde batallas clave para su sobrevivencia.
Se quiera reconocer o no, la partida de Blake Mora añade fuerza a la perspectiva de un Gobierno víctima de ataques directos de sus enemigos; de rivales que parecen ir más allá, en la búsqueda de dañar al propio Estado.
La muerte del Secretario de Seguridad Pública, Ramón Martín del Campo, en el 2005 y propiciada por la caída del helicóptero en que viajaba…
La muerte de Juan Camilo Mouriño, Secretario de Gobernación en noviembre del 2008…
El asesinato del Alcalde de La Piedad en Michoacán, Ricardo Guzmán Romero, el pasado 02 de noviembre…
Y ahora la muerte de Francisco Blake Mora, Secretario de Gobernación, en el tercer desplome de una aeronave oficial con resultados fatales para el organigrama del poder federal, en los últimos 5 años en México…
Todos estos sucesos, no encajan en la lógica de las causalidades. Son difíciles de observan bajo la idea de hechos tristes que no tienen nada que ver entre sí.
No ha habido en la historia reciente del país un sexenio que cuente 5 Secretarios de Gobernación antes de terminar su quinto año.
El de Felipe Calderón Hinojosa será el primer gobierno que cumpla esa cuota.
Por las oficinas encargadas de la política interna de la nación han pasado, entre el 2006 y lo que va del 2011: Francisco Ramírez Acuña, Juan Camilo Mouriño (+), Fernando Gómez Mont Urueta y Francisco Blake Mora (+).
De momento, tenemos al sexto Secretario de Gobierno, en la persona de Juan Marcos Gutiérrez, hasta el momento titular de un interinato.
En la historia de México, tampoco ha ocurrido que dos Secretarios de Gobernación mueran en sendos accidentes aéreos.
Mucho menos ha sucedido que estas muertes, presuntamente accidentales, ocurran en medio de una guerra declarada contra el narcotráfico, con la participación de las Fuerzas Armadas.
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Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake Mora eran amigos del Presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Ricardo Guzmán Romero era amigo del Presidente Calderón.
El Alcalde de La Piedad también era amigo de María Luisa Calderón Hinojosa, candidata del PAN al gobierno de Michoacán, estado que este domingo elegirá al sucesor de Leonel Godoy.
Ramón Martín Huerta fue funcionario en el gobierno de Vicente Fox, así que no entra en la lista del círculo intimo del Presidente de la República que terminan en la tumba, en un atroz contexto del poder.
Aun cuando se desahogaran de manera profunda, clara, creíble, las investigaciones sobre la muerte de todos estos personajes, difícilmente se quitará de la mente de millones de mexicanos la idea que ya cubre el territorio nacional: estamos ante cuatro casos de muertes políticas.
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Y la idea de México es testigo de muertes políticas al más alto nivel; al nivel del círculo íntimo del Presidente de la República, nos remite automáticamente a una fecha: 2012.
Hay indicativos de que hoy, como ocurrió en 1994 con la muerte de Luis Donaldo Colosio, el camino a Los Pinos reclama un boleto de acceso color rojo.
Hay muchos dispuestos a venderlo, la pregunta es quiénes lo pagarán y cuáles serán las consecuencias de esta circunstancia grave.
La guerra contra el narcotráfico fue producto de una mala idea y representa un fracaso absoluto.
Felipe Calderón Hinojosa es un mexicano que –como todos- padece la pérdida de 50 mil conciudadanos.
El, además, directamente ha perdido a tres integrantes de su círculo íntimo de poder, antes de que termine su quinto año de gestión.
Calderón es un Presidente solitario.
¿Cómo terminará el Presidente?
¿Qué pasará con Felipe, cuando sea ex Presidente?
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