domingo, 2 de octubre de 2011

Reliquias del beato Juan Pablo II en su paso por el sur

Columna: CLAROSCUROS


Por José Luis Ortega Vidal



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Unos días antes del arribo de las reliquias del Beato Juan Pablo II a Coatzacoalcos, autoridades municipales y eclesiásticas se reunieron a fin de planear las medidas de seguridad del evento.
La prensa local difundió al día siguiente que se esperaba la asistencia de unos cien mil feligreses a la recepción de la figura papal.
Coatzacoalcos es sede obispal y se ubica aquí la última autoridad con representación vaticana en el Sur de Veracruz.
Por ello, aunque un tanto exagerada, la cifra no se consideró descabellada.
Sin embargo, desde su llegada a las 17:00 horas del miércoles 28 hasta las 05:00 horas del jueves 29 de septiembre, las reliquias de Su Santidad habrán sido visitadas por unos 6 mil feligreses, según los más críticos y acaso por 13 mil, de acuerdo a los testigos más optimistas.
Un día antes, en Acayucan, las reliquias sagradas fueron recibidas por decenas de miles de creyentes.
Hay datos interesantes en torno a este contraste.
Acayucan pertenece a la Diócesis de San Andrés Tuxtla, que abarca desde la región de Santiago Tuxtla y Catemaco hasta la Sierra de Soteapan, con cinco municipios de población indígena: Nahua y Popoluca.
A la Iglesia de San Martín -en el centro acayuqueño- arribaron feligreses de la zona serrana, lo mismo que de los llanos ganaderos y campesinos de San Juan Evangelista, Sayula de Alemán, Hueyapan de Campo, Oluta, Soconusco, entre otros municipios.
Coatzacoalcos es una ciudad cosmopolita, sede de un poderoso corredor industrial que se sostiene, crece y constituye un pulmón económico fundamental para el Sur veracruzano.
Prevista para las 08:00 horas del jueves 29, la salida de las reliquias del Beato Juan Pablo II ocurrió tres horas antes, a las 05:00, aparentemente por razones de seguridad o de logística –no hubo boletín al respecto de parte de los organizadores- con destino al vecino estado de Tabasco.
No deja de llamar la atención el contraste entre la multitudinaria recepción que se dio en Acayucan y que en lugares como Cosoleacaque, Oteapan y Minatitlán se prolongó con saludos también muy numerosos al paso de la Caravana, con una sede para las reliquias que por momentos lució vacía en la antigua ciudad de Puerto México.


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En Coatzacoalcos, semanas atrás el sacerdote Alejandro Solalinde lanzó una severa autocrítica a la organización religiosa a la que pertenece.
La Iglesia Católica se ha delicado al culto más que a la evangelización, dijo el Padre, experto en la defensa de los derechos humanos de los migrantes a su paso por México.
Un recorrido por las colonias populares de Coatzacoalcos permite observar un número notable de templos cristianos que representan a múltiples Iglesias Protestantes.
En el Sur, por otra parte, nadie alzó la voz en torno a la abierta violación a la Ley en que incurre a menudo el Secretario de Gobierno, Gerardo Buganza.
Como se lo recordó un líder de la Red de Iglesias Evangélicas, vivimos en un Estado Laico y la religiosidad de un funcionario público es tan respetable como la de cualquier ciudadano; pero el ejercicio del poder del Estado no forma parte de las acciones evangélicas y la historia nos explica por qué.


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Los comentarios y las noticias indican que el paso de las Reliquias del Beato Juan Pablo II sembró tranquilidad y fe en la región.
La semana ha terminado sin hechos violentos, a diferencia de lo ocurrido unos días antes.
Hubo, eso sí, rumores y psicosis en varios puntos de la zona.
A diferencia de Tierra Blanca, donde la violencia se empeña en ser huésped.


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Lo que no se tranquiliza en el Sur es la vida política.
Pablo Pavón a punto de lograr un amparo.
Próximas renuncias en el Ayuntamiento porteño, incluida una en el DIF y otra con el apellido Malpica involucrado.
La búsqueda de las escasas candidaturas a diputados federales que se ofrecerán por estos rumbos.
La vida sigue.

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