miércoles, 14 de septiembre de 2011

¡Viva México!

Columna: Déjame que te cuente…


Por Sergio M. Trejo González


Septiembre, mes que abriga entre sus días tricolores la expresión más sublime de libertad que los mexicanos concebimos como algo sagrado desde muy pequeños… así nos educaron, con sentimientos y pasiones nacionalistas y patriotas; con esa fuerza movilizadora grandiosa y valiente: Mexicanos, al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón”. Así lo entendimos y lo definimos. Dar la vida por nuestro México lindo y querido… “Antes, Patria, que inermes tus hijos bajo el yugo su cuello dobleguen, tus campiñas con sangre se rieguen, sobre sangre se estampe su pie…”
Nos decían, los maestros de Historia y Civismo, que el altar de la Patria era la causa por cuyo avance se sacrificaban los mexicanos en beneficio de las generaciones del porvenir. Empero aquel patriotismo se ha ido perdiendo, se fue disipando, se va desvaneciendo; viene pereciendo exhausto, devorado por el cinismo, la violencia y la impunidad.
Creo sinceramente que no se necesitan acciones intrépidas, para que nuestro amor a la patria sea patente, basta quizás el peso de la ideología natural y la aceptación de los riesgos en defensa del tiempo presente y el tiempo por llegar; resulta suficiente una bizarra defensa de todo lo que constituye nuestra filosofía de la vida, la superación y el desarrollo persona y como sociedad; respeto a los ambientes y a nuestros ideales. “No amo mi patria. Su fulgor abstracto es inasible. Pero (aunque suene mal) daría la vida por diez lugares suyos, cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia, montañas -y tres o cuatro ríos”.
El asunto se encuentra dividido. Nuestro entorno cubierto por la nube triste de la descomposición. Las opiniones de los mexicanos y las mexicanas se fraccionan entre quienes claman y disfrutan los festejos para conmemorar la libertad y la soberanía, y por otro lado, las opiniones de los que se quejan y critican los festejos del “Grito de Independencia” argumentando que nada hay que lisonjear ante la ola del crimen que nos aqueja como país. Claro que siempre habrá asegunes y opiniones encontradas. Ciertamente no atravesamos el mejor momento para una conmemoración pero hay razones de sobra para discutir y asegurar que tenemos los aciertos y logros para presumir la Patria que han forjado tantos hombres, y expresar con emoción un reconocimiento de nuestro país libre y soberano, de nuestra Suave Patria como la llamó el poeta Ramón López Velarde. Me integró a los festejos por las voces de esperanza. No me importa que nuestro pensamiento se pierda en el reclamo de un palacio municipal descascarado e indecoroso. Ya vendrán tiempos mejores. Tenemos, nos guste o no, a las autoridades que el pueblo de Acayucan eligió; tenemos los ediles que por mandato de la ley, manipulada, cabildeada o como quiera llamársele, están ahí por que muchos lo decidieron. No importa si fue una mayoría comprometida o engañada, inmadura o necesitada, el caso es que gobiernan quienes los electores decidieron y esa es razón suficiente que debemos respetar, sin entrar en sofismas de que los pueblos tienen el gobierno que se merecen y otras majaderías… Me declaro institucional, rebelde y subversivo, pero institucional.
La Ley es dura pero es nuestra ley, la misma que nuestros diputados ungidos por alguna fórmula democrática crearon, gracias a su arribo a las curules del congreso, aunque de proceso legislativo y de espíritu de servicio conozcan ni madres…. Me sumo a la iniciativa de los miles de paisanos que no viven sólo para lamentarse de los males que nos aquejan como sociedad, sino que ponen su granito de arena día con día para dejar hoy a nuestro país mejor de cómo lo encontramos. Me sumo a las voces impregnadas de fe de quienes tejen fino el México de las oportunidades, el país de las igualdades, derechos y obligaciones, y no el país de las maravillas, más sí el del trabajo constante, porque solo con el esfuerzo, trabajo y perseverancia se logran las grandes empresas y el éxito, como camino para seguir haciendo de nuestro país la nación de amplios horizontes, de metas altas, de vuelos al cielo.
Tengo motivos para festejar este día de la libertad y de la independencia. Hidalgo, Morelos, junto con otros, nos dieron su muestra de coraje y de indignación. celebremos aquella lucha respetando nuestras tradiciones que tienen como su institución más importante a la familia.
Existen suficientes motivos para llenar de rabia nuestra conciencia, claro que lo sé, pero tenemos también mucho que celebrar en esta Independencia. No importa que la plutocracia local se conceda su encerrona en la sala de cabildos para degustar la muestra gastronómica privilegiada de cada año. ¡Que se diviertan! Los de pueblo también podemos vitorear en igualdad de alegría, con fraternidad y concordia, cantando nuestro mi orgullo de haber nacido en el barrio más humilde.
Me adhiero a los festejos, en cualquier rincón de la patrias, por esos grandes hombres y mujeres de bien que ha dado México y son motivo de orgullo al practicar día con día y de manera callada las pequeñas acciones positivas de amistad, las caricias, las sonrisas, los apapachos, la compasión, la ayuda y los buenos detalles que siempre tienen los mexicanos para los con los demás. Con esos motivos me quedo, me basta y sobra, para celebrar 201 años de independencia, para decir por siempre ¡Viva México!
México yo creo en ti, porque siempre creeré en un país de personas generosas y hospitalarias, a la manera de sus costumbres, de sus coplas y poemas, versos y prosas con refrescante olor a tierra mojada... Porque he sentido el cobijo en su regazo…
Como le voy a cambiar el cielo que me cobija o el suelo donde me paro, trancar el viento en el pecho dejando que el alma griteaunque solo tenga un varo… como no amar esta patria, donde aprendí a querer la común herencia de los hombres: alegrías para disfrutarlas y penas para hermanarme a los que sufren. Donde tengo hermanos que son como mis amigos, y amigos que son como mis hermanos. Dirían los poetas, de vuelos altos, que parafraseo: Tengo gente que me ama con sinceridad a pesar de mis desmadres, y a la que yo amo con sinceridad a pesar de mis defectos. Tengo una casa, prestada, humilde y acalorada… Tengo ojos que ven y oídos que oyen; pies que caminan y manos que acarician; cerebro que piensa cosas que a otros se les habían ocurrido ya, pero que a mí no se me habían ocurrido nunca.
Y tengo fe en Dios que guarda para mí infinito su amor… por eso y por otras cosas que me ponen cursilón y me atarugan, voy a gritar este 15 de septiembre ¡Viva México!

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