miércoles, 14 de septiembre de 2011

Columna: CLAROSCUROS

Por José Luis Ortega Vidal

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Los Niños Héroes defendieron el Castillo de Chapultepec durante la invasión norteamericana de 1847; fue una guerra inscrita en el proceso que nos llevó a perder la mitad de nuestro territorio a manos del capitalismo norteamericano en expansión.
164 años después se les ha recordado en México a través de discursos que vistieron eventos cívicos en su honor; el contenido de dichas arengas hizo énfasis en los logros del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa.
Se ha hecho énfasis en la honradez, identidad y compañerismo solidario y a toda prueba de los cadetes del Ejército Mexicano contemporáneo; clave en la decisión presidencial de combatir al crimen organizado a través de una lucha armada directa y en la calle.
En todo el país se escucharon estas palabras.
Se ha tratado de un discurso de respaldo al Presidente y su lucha.
Ha sido una suerte de evocación de la Decena Trágica, aquellos diez días que en 1913 terminaron con el poder de Madero y luego con la muerte del Presidente tras la rebelión de Bernardo Reyes, Félix Díaz y la traición de Victoriano Huerta; todos con el respaldo del gobierno norteamericano.
Es importante recordar que en los inicios de aquellos días aciagos, Madero fue escoltado por los Cadetes del Colegio Militar que salvaron su vida momentáneamente.
Más aún: el martes pasado los militares nombrados oradores en el homenaje a Juan Escutia, Agustín Melgar, Vicente Suárez, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez y Juan de la Barrera, hablaron de los logros del gobierno calderonista.
Dijeron que “el derecho a la salud, a la educación, vivienda y alimentación son logros inéditos a ponderar. (En México) Nunca antes hubo tantas escuelas, hospitales, carreteras, fábricas, viviendas y espacios deportivos como hoy”.
Desde luego, esta conmemoración de los jóvenes que defendieron a la Patria a mediados del siglo XIX ha llamado y llamará mucho la atención por su contenido político y por fijar una posición de las fuerzas armadas respecto a la circunstancia actual del Estado Mexicano.
Se puede entender como un Segundo Informe de Gobierno de Felipe Calderón, que recientemente presentó al Congreso los datos sobre el V año de su gestión.
Pero no es cualquier segundo Informe.
Los voceros han sido los militares, con todo lo que ello significa.
Esta vez, los Niños Héroes y el mito de que uno de ellos -Juan de la Barrera ó Juan Escutia- se envolvió en la bandera nacional y se arrojó con ella para evitar que cayera en manos del enemigo, ha pasado a segundo término.
Ahorita -han dicho los militares- hay que apoyar al Presidente Calderón con todo: en el reconocimiento a sus logros –lo que implica tácitamente un posicionamiento pre-electoral y se traduce en beneficio al Partido Acción Nacional- y un respaldo a su decisión de luchar contra el crimen organizado mediante el uso de las fuerzas castrenses.
Dicho de otro modo, esto último significa que el Ejército y la Marina nacionales ven con buenos ojos la guerra que se libra en las calles de México y que el Presidente ha decidido continuar hasta una fecha no detallada, pero que podría extenderse durante el resto del sexenio.
También, ven con nuevos ojos el trabajo de la segunda administración presidencial que emanó del Partido Acción Nacional, partido que busca otros seis años en el poder.
Habemus héroes, sí.
Habemus simpatía con el Presidente panista y su administración.
Habemus guerra, también.

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