jueves, 17 de marzo de 2011

POBREZA Y DEMOCRACIA


Columna: CON RUMBO AL SUR…


“Cuando muere un rico dicen ya expiró; cuando
muere un pobre, con desprecio dicen ya se lo llevó.
“Quien le llora a un pobre su llanto es sincero; quien le
Llora a un rico le llora al dinero. El que tiene paga para que
lo sientan…”
(“Allá nos juntamos”, canción popular mexicana
Interpretada por Lino Luján).


(1)

Por Angel Gabriel FERNÁNDEZ


La editorial “Cal y Arena” publicó el libro “La Mecánica del Cambio Político en México”. Es su conjunto de ensayos y crónicas puntuales acerca de las elecciones, de los partidos políticos y de las reformas electorales de 1977 al año 2000. Son 580 páginas que se van como agua: harto interesantes para todo aquel interesado en el devenir político en nuestro país.
Lo escriben tres especialistas: José Woldenberg, licenciado en sociología y maestro en estudios latinoamericanos por la UNAM; fue presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE). Ricardo Becerra, quien estudió economía en la UNAM y consultor de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Pedro Salazar, licenciado por el ITAM e investigador de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Analizando la situación política de México, llegan a la conclusión de que la democracia es un sistema de gobierno al que México ha entrado de lleno (el 2 de julio del 2000 fue la confirmación), pero que no hay que confundir democracia con libertad y mucho menos con bienestar social.
En México tenemos voz y voto; tenemos un mosaico de partidos políticos; hay elecciones con resultados más limpios (pero a veces menos equitativas, o sea que las campañas no son parejas). Los mexicanos hemos aprendido a salir a votar y a esperar, sin violencia, los resultados… Pero eso no ha cambiado el entorno social.
México ha transitado por procesos libertarios (independencia y revolución) y ha llegado a sentar las bases para una democracia efectiva; sin embargo, le falta socializar. Lograr que la sociedad sea más igualitaria.
Sin tactos tecnicismos, los expertos dicen que la democracia sí es necesaria para países como México, pero el hecho de que haya elecciones limpias, muchos partidos políticos y que el pueblo decida quién va a gobernar, no ha llenado la panza de miles de mexicanos, ni ha terminado con el analfabetismo de muchos semejantes ni ha llevado tuberías de agua potable o pisos de cemento a muchas comunidades.

(2)

El miércoles en Villa Oluta falleció doña Rosa Cortés Cubillo. Sin hipérbole: era quizá la mujer más pobre del pueblo.
Sin albur, era conocida como doña Rosa la de los burros, porque su esposo don Marcelino Cruz siempre apacentaba un par de asnos que eran los que lo transportaban para buscar leña y hierbas para que comiera la pareja de ancianos.
La mujer diariamente tenía que caminar unas cuatro cuadras para ir a los pozos comunitarios “tencualala” para poder llevar un poco de agua a su casa de barro con techo de palmas. La cubeta de peltre la llevaba en la cabeza con un “yagual” (nudo de trapo colocado en la cabeza), caminaba a pleno sol sin zapatos y a veces se para en la casa de sus vecinos a pedir ayuda para una tortilla o para algunos tomates. Siempre se detenía a platicar con doña Tomasa Domínguez Reyes, quien la ayudaba con lo que podía, y ya cuando se iba daba las gracias con el alma en la mano: “Dios te bendiga m’ijita”, decía doña Rosa.
Cuando el 26 de julio de 1999 su benefactora doña Tomasa murió, doña Rosita fue a sentarse en el corredor de su casa, lloraba: “Ya se fue Tomasita, me ayudaba para mis tortillas”.
Tenía su casa en la calle principal de Oluta, en la Hidalgo. El progreso llegó con el pavimento y cerca de su casa está un negocio de pollos asados, una gran empresa de venta de harina, a unos cuantos metros un restaurante con venta de barbacoa de borrego y en la esquina venden carnitas de cerdo. Pero doña Rosa siguió –por los siglos de los siglos, amén—muy pobre. La pobreza obligó a que “alguien” le sugiriera que vendiera un pedazo de su terreno, cuyo dinero seguramente no disfrutó. Últimamente ya no caminaba y a veces ya no tenía para comer.
Un diario local de Acayucan publicó una vez un interesante reportaje acerca de los contrastes sociales: publicó la casa muy pobre de doña Rosa Cortés y la mansión de dos pisos que estaba edificando el síndico (panista por cierto) Tomás Gómez Ledesma. A la pobre mujer no le daban ninguna ayuda, pero para la obra del funcionario estaban disponibles (y se publicó) los camiones de volteo del Ayuntamiento.
Cuentan que el padre de doña Rosa fue presidente municipal; se llamaba Victoriano Cortés. Contrastes de la vida: doña Rosa no disfrutó ni del poder ni de la riqueza (porque no la tenía) de su padre que fue Alcalde, porque en ese tiempo (hace unos 70 u 80 años) los funcionarios lo eran por vocación y eran verdaderamente honestos). Actualmente, el hijo o hija de un Presidente Municipal de la región, cuando menos trae un teléfono Black Berry con valor de varios miles de pesos, trae coche y come pizza o se va a comer a “VIP’s” al puerto de Coatzacoalcos. Vamos, ya no el hijo de un Alcalde, sino el hijo de cualquier Regidor vive como rey… Doña Rosita no pudo.
Mujer que nació pobre, vivió pobre y murió pobre.

(3)

Ayer cuando hojeé los diarios no vi ninguna esquela por doña Rosa ni vi condolencias públicas hacia sus familiares. No porque el ataúd seguramente lo hizo un carpintero y no fue comprado a ninguna agencia funeraria. La estaban velando en el pedacito de terreno que le quedaba. No vi que la sociedad entera, ni los políticos ni nadie, dijeran en sus esquelas que “murió reconfortada por todos los auxilios espirituales”. No, para eso no le alcanza a un pobre.
En tiempos de elecciones a doña Rosita la visitaban y le prometían ayuda; la convencían de que saliera a votar… lo hacía. Incluso, ya estando postrada la llegaban a ver para que apoyara a algún candidato.
Le tocó ver (o saber) a doña Rosita, los fenómenos de la democracia: en 1976, José López Portillo fue candidato único, sin contrincantes. En 1988 el colosal fraude electoral de Carlos Salinas de Gortari; en 1994, la votación más copiosa de la historia de México, cuando ganó Ernesto Zedillo. En el 2009, la alternancia político con el triunfo de Vicente Fox y del PAN. En el 2006, la férrea competencia entre Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón.
… Pero la democracia no hizo que doña Rosita viviera mejor.
Vio una vida quizá más libre pero igual de injusta.
La democracia no nos alcanza aún a los mexicanos para ser una sociedad equilibrada y justa.
Descanse en paz Doña Rosa Cortés Cubillos.
Viva la democracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario