viernes, 9 de octubre de 2009

El fiscal del hierro y Ramona pineda


Columna: CON RUMBO AL SUR
Por Angel Gabriel FERNÁNDEZ
Cuando era reportero de El Diario del Sur de Acayucan, con el director del mismo, Gustavo González Godina, creamos la costumbre de ver películas de madrugada, luego de cerrar la edición. Las cintas preferidas eran las de balazos, las de los hermanos Almada o las de Valentín Trujillo. De madrugada comíamos tortas, salpicón y nos resbalábamos algunas “chelas bien helodias”. Qué desveladas. Qué “peliculones”, decía Gustavo, subdirector ahora del diario Política en Xalapa.
Recuerdo la película “El Fiscal de Hierro”. Era la historia de un duro policía enfrentado a una dura delincuentes que era caracterizada por Lucha Villa. La mujer dura, temible, se llamaba “Ramona Pineda”.
La mujer mandaba, gritaba, amenazaba, insultaba, destituía a policías y pistoleros. Imponía su ley. Dicen que el valiente dura hasta que el cobarde quiere.
EL ADIÓS AL PESCADO…
En el palacio municipal de Acayucan se vive una situación tensa.
Empleados y empleadas tiemblan ante la presencia de doña Ruperta.
Le dicen, a espaldas, claro, la “fiscal de hierro”.
A lo mejor la mujer sólo obedece instrucciones, pero lo dudo, porque me consta que las instrucciones de Regina Vázquez jamás se dan con prepotencia ni con gritos.
Los empleados francamente no quieren ni pestañear en su presencia, pero ante la llegada de la alcaldesa saben que pueden reír, abrazarla y besarla.
Hay varios detalles que han puesto a doña Ruperta en el ojo del huracán:
Por ejemplo, fue quien ordenó que se fuera del frente del palacio municipal el artista tlacotalpeño Alfredo Gutiérrez, mejor conocido como “El Pescado”.
“El Pescado” –quien dice que se siente enfermo de los riñones—dijo casi llorando que eso, su arte en la jarana, en las décimas jarochas y en la hechura de jaranas, no quiere que se pierdan. Está dispuesto a dejarla a todos los acayuqueños… Pero no contaba con doña Ruperta.
El músico instaló sus herramientas al frente del palacio. La gente se paraba interesada en ver cómo se hacen las jaranas. Ahí estaba el artista con los formones escarbándole a la madera para sacar una jarana; él mismo instalaba las cuerdas, las afinaba y empezaba a tocar y a cantar las irónicas décimas.
El día que vi que “El Pescado” retiraba sus herramientas me dio coraje, porque se comprueba que la ignorancia es atrevida, que los artistas son considerados locos e incomprendidos. Me dio un gran coraje porque “El Pescado” le ha tocado al gobernador Fidel Herrera Beltrán y es parte de una familia de artistas jarochos reconocidos a nivel nacional e internacional como don Rodrigo Gutiérrez Castellanos y Gilberto Gutiérrez, quien encabeza el grupo de son jarocho “Mono Blanco”.
Eso, el arte, la tradición, la cultura veracruzana, no le interesan a doña Ruperta. Le dijo como la agria conductora de “El Rival más débil”: simplemente, adiós.
NI PARA LOS CABALLOS HUBO COMIDA
Otro desplante prepotente de doña Ruperta ocurrió el 30 de septiembre. Se tomó muy en serio que era el inicio de la Revolución y se peleó con todos.
Hay testimonios de que la alcaldesa ordenó que hubiera comida, agua y refrescos para todos. Para hombres y caballos. Pero a casi todos los tuvieron como camellos.
La mala onda no es que no hubiera comida ni para los caballos, sino que a propios empleados de la Comuna les negaron un plato de barbacoa y tortillas.
Ya me imagino: si doña Ruperta hubiera sido la encargada de los alimentos en tiempos de la Revolución, al pobre Hilario C. Salas lo hubieran tenido que internar por inanición o deshidratación. A mi general Alemán le hubieran negado hasta un plato de frijoles, aunque se hubiera desquitado después comiendo harta barbacoa cuando su hijo fue Presidente de la República.
TODOS EN SU LUGAR…
El escritor tamaulipeco Mauricio González de la Garza hizo un libro llamado “Carta a Miguel de la Madrid”. En ese libro le hacía una serie de precisiones al presidente de la República que estaba a punto de tomar posesión.
Le decía, entre otras cosas, que a los funcionarios había que escogerlos muy bien. Que a cada quien había que acomodarlo en el lugar preciso. Por ejemplo:
El presidente no debería poner a un plomero como su chofer particular; ni a pun pintor como su jefe de seguridad. Los ingenieros deben ir a Obras Públicas, los abogados al departamento jurídico. Las secretarias ejecutivas a sus puestos. Un médico no debería estar de policía y un arquitecto no debería andar haciendo labores de cocina.
No me imagino a doña Ruperta en la oficina de la Presidencia. Ciudadanos y empleados, todos a huir. Más bien me la imagino en la Inspección de Policía.
No es difícil acomodar a cada quien con su cada cual. En la preparatoria imparten una materia que se llama educación vocacional. En ella al alumno le enseñan a descubrir su talento, sus aptitudes, sus actitudes y su interés.
Está fácil.
A los que les gusten actitudes como las de “Ramona Pineda”, pues que las manden a hacer labores de fiscal.
A los que les guste trabajar, que los dejen en el palacio.
A los que traicionen, pues que los haga n caracterizar a Judas en Semana Santa.
No faltará quien tenga dotes histriónicas para caracterizar a “El Padrino”… o para hacer papeles como los que hacía Angélica Chaín o Sasha Montegro.

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