martes, 5 de octubre de 2010

Columna: CLAROSCUROS

El río Michapan barrio con todo a su paso. E incluso rebasó el puente que se halla adelante de San Miguel.

Los daños del Matthew a la carretera Costera del Golfo, cerca de la comunidad de Vistahermosa, municipio de Acayucan.

El puente de la población de San Miguel, en Acayucan, colapsó y cortó el paso al sur del Estado por la carretera Costera del Golfo.


Así quedó una de las calles del conjunto habitacional Sáenz Garza de Covarrubias, municipio de Hueyapan de Ocampo, luego de que el agua tapó las casas. Hubo muchos muertos y daños incalculables.

Por José Luis Ortega Vidal

(1)

En el año 2003 los daños del huracán “Stan” en la zona sur fueron devastadores.
La gente padeció sed y hambre en comunidades aisladas de la región acayuqueña, luego de que los ríos y arroyos destrozaron todo a su paso: carreteras, caminos, estructura de comunicación, siembras, viviendas, casas de salud, escuelas.
En el 2008 Minatitlán fue noticia nacional tras la salida del río Coatzacoalcos de su cauce y la afectación de miles de familias y negocios tanto en la zona urbana como en la rural.
En la historia de Veracruz son múltiples las tragedias que se han vivido durante décadas.
Terremotos, inundaciones, huracanes, recorrieron el territorio jarocho al norte, el centro y la zona sur durante el siglo veinte.
El puerto de Veracruz, Alvarado, Tlacotalpan, Los Tuxtlas, Acayucan, Jáltipan, cuentan sus historias al respecto.

(2)

Sin embargo, lo que vivimos hoy es distinto.
Es peor.
Durante el siglo XIX el sur de Veracruz era un territorio selvático. Su vocación natural era para la silvicultura, más que para la ganadería. Nos pudimos haber dedicado a la explotación de árboles maderables sin perder el patrimonio ecológico con que contábamos.
Y por el contrario, durante dos siglos nos hemos dedicado a destruir las selvas, los bosques y los manglares.
Sin árboles que los protejan de las lluvias, de la palotada y del lodo que éstas arrastran, los ríos terminan azolvados, se convierten en armas letales y cobran el precio del daño que se les ha hecho.
Así las cosas, lo que estamos viviendo hoy es peor a todo lo sucedido durante un siglo previo, simplemente porque estamos en medio de un cambio climático que nosotros mismos hemos provocado.
El paraíso ecológico que la naturaleza nos dio en el sur veracruzano está hecho pedazos y estamos pagando el precio.
La explicación del fenómeno que vivimos es mucho más amplia, pero éstos son algunos de sus aspectos.

(3)

Tengo 20 años de vivir en el Sur de Veracruz y jamás había vivido lo que estoy viviendo.
Nunca me he sentido tan arrinconado como hoy.
Todas las carreteras están dañadas y las he recorrido todas.
Durante los últimos días varios tramos carreteros se abren y se cierran de manera intermitente.
Del domingo 25 de septiembre al domingo 3 de octubre, hemos padecido un aislamiento sin precedente.
De Coatzacoalcos a Minatitlán se ha cerrado en varios momentos el paso por “Las Matas”, en la autopista.
Han existido serias amenazas de desbordamiento del río Calzadas y el paso de Mina a Coatza por Canticas dejó de ser seguro.
El domingo 25 de septiembre, cuando inició la parte feroz de este drama, acceder a Coatzacoalcos implicó arriesgar la vida.
Tras ser durante años un paseo dominical para miles de familias de municipios aledaños, ese día llegar a Coatzacoalcos implicó toparse con el rostro del peligro.
“Mathew” había llegado y en la avenida universidad el agua corría a raudales y el poniente la ciudad era un río amenazador.
El lunes, se contaba la anécdota y se acudía a clases en un día aparentemente normal.
Las lluvias del 26 de septiembre, empero, volvieron ríos varias casas de Coatzacoalcos y más de 30 colonias empezaron a sufrir día tras día una inundación que aún no para.
Con los días, hace más de una semana, la población sureña ha pasado de una a otra sorpresa: nadie estaba preparado para este fenómeno; ni autoridades federales, ni estatales, ni municipales y tampoco la población de todos los niveles económicos.
Estamos viviendo una tragedia sin precedente.
Minatitlán se ha inundado dos veces en las últimas semanas y ayer el río Coatzacoalcos subió a un nivel histórico.
El corredor petroquímico de Coatzacoalcos ha quedado aislado del resto del país: en diversos momentos, entre domingo y domingo, fue imposible viajar en dirección norte.
Todas las vías que conectan al antiguo Puerto México han estado bloqueadas en algún momento.
La carretera Costera del Golfo se cortó a la altura de la comunidad de San Miguel, en Acayucan.
De hecho, eso ocurrió en el año 2003 y a la misma altura, sólo que en aquella ocasión las otras vías: la autopista “Cosoleacaque - LaTinaja” y la carretera federal de Sayula a Tierra Blanca, funcionaban.
Y en esta ocasión todas las carreteras quedaron sin funcionar al mismo tiempo: la vía federal de Sayula a Tierra Blanca se cortó a la altura de “Juan Rodríguez Clara” y la autopista “Cosoleacaque - La Tinaja” se resquebrajó a su paso por Cosamaloapan.
Pero eso no fue todo: entre el viernes 01 y el sábado 02 de octubre la carretera que comunica a Tuxtepec con Playa Vicente y Palomares, en los límites de Veracruz y Oaxaca, también se cortó por la caída de un puente.
Hubo un momento el pasado fin de semana en que la única manera de llegar al sur de Veracruz o salir de éste, implicaba llegar a Oaxaca, acceder a Salina Cruz o la región de Matías Romero y Juchitán y desde allí arribar a Acayucan y buscar Minatitlán y Coatzacoalcos por medio de la carretera Transístmica.
El tráfico detenido y la inundación que iba y venía en sitios como el “Naranjito”, constituían un obstáculo más.
De suyo, la travesía a través de Oaxaca es tan larga y sinuosa que representa el uso de la autopista que pasa por Tehuacán, en Puebla.
La otra opción era por avión, desde el Distrito Federal hasta Villahermosa y desde allí al puerto.

(4)

Miles de vehículos se han visto detenidos en las carreteras del sur veracruzano durante los últimos días.
Los daños en ese aspecto son de miles de millones de pesos para la industria, el transporte, el comercio, etc…
Sumadas las muertes de ciudadanos que provocó el huracán “Karl” a las que ha generado “Mathew”, la cifra es de tres dígitos y ni las autoridades cuentan con el dato preciso.
Las familias que han perdido sus viviendas otorgadas por créditos del Infonavit, los bancos, el Fovissste o las que han construido con el esfuerzo de muchos años, suman decenas de miles en la zona centro y sur de Veracruz.
La cifra que se está manejando respecto a los daños de esta tragedia en la entidad oscilan entre los 70 y los 80 mil millones de pesos y una buena parte de ese dinero lo pagarán las familias damnificadas.
Se trata de gente que perdió la casa, que se ha quedado sin muebles que también debe, que vio morir al ganado, a la siembra, al rancho, la caña, el maíz, al pariente cercano, al hijo, al abuelo, al tío, a la esposa, al hermano.
Negocios, cargas, paquetes, compras, ventas, cobros con los que se pretendía cubrir el cierre del año, han desaparecido.
Puentes, calles, carreteras, caminos, instalaciones oficiales, deberán ser repuestas por las diferentes instancias de gobierno y por las aseguradoras.
Será el mismo caso de algunos vehículos destruidos por el agua en Coatzacoalcos, Cosoleacaque, Minatitlán, Acayucan y otros pueblos de la región.
Pero también se han perdido muchos carros que no estaban asegurados, medicamentos que ya no fueron dotados a tiempo, calzado y vestido de familias enteras, joyas, documentos; pasados, presentes, se han perdido futuros.

(5)

Hemos planteado en este espacio que los políticos suelen mentir mucho.
Una de las mentiras más comunes de estos señores es afirmar que ellos pueden mejorar la economía de un país o una entidad.
Nada es más falso.
La economía es uno de los elementos más difíciles y al mismo tiempo más independientes de una sociedad.
Para decirlo de otro modo: la economía tiene vida propia; se maneja sola y un buen gobernante -en el mejor de sus papeles- solamente puede administrar el erario público; aquel que surge de los impuestos.
Cuando los políticos dicen que eliminarán impuestos o que disminuirán cargas fiscales, están mintiendo.
No está en sus manos hacerlo.
Afortunadamente no tienen ese control.
Es en el contexto de la demagogia política que debemos entender las afirmaciones de los políticos mexicanos y veracruzanos.
En días pasados el gobernador Fidel Herrera Beltrán sostuvo que el Congreso de la Unión no debe bajar el IVA del 16 al 15 %.
En respuesta, el presidente Felipe Calderón Hinojosa empezó a mandar recursos federales a la entidad veracruzana, vía la SEDESOL y otras dependencias.
Por otra parte, recordemos que durante la campaña para elegir gobernador el pasado 4 de julio, Miguel Angel Yunes utilizó como estrategia de propaganda el anuncio de que –de ser electo- eliminaría el impuesto a la tenencia vehicular en Veracruz.
Para proteger a Javier Duarte de Ochoa, su candidato, Fidel Herrera Beltrán mandó al congreso local la iniciativa de acabar con esa carga fiscal de los ciudadanos jarochos.
Una sociedad que no paga impuestos en orden, es una sociedad con una economía débil y México y Veracruz así viven.
Por otra parte, un gobierno que no sabe administrar los recursos públicos condena a su pueblo a vivir sin defensas ante desastres como los que hoy padecemos y también a vivir endeudado.
Y una vez más: en México y en Veracruz en particular, no gozamos de gobiernos que presuman de administrados.

(6)

Ayer, el congreso veracruzano aprobó un préstamo de 10 mil millones de pesos que pedirá el gobierno estatal para hacer frente al drama de las inundaciones.
En el 2011, los veracruzanos pagaremos el impuesto de la tenencia vehicular y lo más seguro es que los mexicanos seremos gravados con el 16 % del IVA.
El problema no es pagar impuestos.
El problema consiste en tener empleos suficientes para poder pagarlos y esos no los tenemos.
Del mismo modo, el problema no son las lluvias, el problema son los daños que le hemos provocado a la naturaleza que hoy nos cobra las facturas que le debemos.
Y peor aún: el problema no solamente son los daños que causan los desastres naturales, sino la falta de prevención de nuestras autoridades y de nuestra sociedad respecto a ellos.
En México fueron heredados con un patrimonio natural privilegiado y en dos siglos nos comimos la parte que nos tocaba, nos bebimos la parte que era de nuestros hijos y hoy, ya abuelos, nos estamos inyectando desesperadamente la parte que le tocaría a nuestros nietos.

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