jueves, 8 de julio de 2010

¡¡¡YO NO LA CONOCIA!!!


COLUMNA: Déjame que te cuente…

Por Sergio M. Trejo González.


Pretendía no volver a tratar tema alguno donde tuviera que mencionar el nombre de Regina Vázquez Saut, nuestra respetable Presidenta Municipal Constitucional, por aquello de que mis tres lectores pudieran confundir este ejercicio epistolar con alguna compulsión por mortificar a nuestra alcaldesa. Conocedor de lo tosco y lo grotesco que resulta un crítico sistemático y persistente, había determinado hacer a un lado mis observaciones, a ciertas acciones de Gobierno Municipal. Guardé mi opinión acerca de los juegos infantiles, que se confunden con juguetes, cosas de la utilería teatral, escenografía pura, cual set televisivo del tío Gamboín o de Chabelo… descarté ingresar en los detalles en esas situaciones lúdicas que no requieren de ningún objeto u objetos que sirven para malaya la cosa. Guarde silencio porque resulta cansado describir la diferencia entre un juego a la intemperie y un juego de salón, bajo techo. Juguetes desechables y juguetes, residenciales, comerciales y para los parques y jardines. Del pasto sintético mejor no digo nada, para no herir susceptibilidades, ni que viviéramos en el polo o en el desierto, donde resulta imposible, prácticamente, cultivar césped… 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10… en fin, es preferible y sano abordar contenidos variables para enriquecer el acervo del caro lector, para no caer conductas de ruindad o felonía, que todos conocemos en la historia del periodismo. La verdad no peca pero incomoda. Empero, una minucia policiaca… que ni siquiera llega a la categoría de asunto, me llevó a la cárcel municipal, afortunadamente en calidad de abogado que es precisamente el quehacer que me da para comer, aunque luego algunos me reclaman airadamente: ¿Cuánto te dieron por escribir eso? Ojalá me pagaran esas sumas que solamente los elegidos y los iluminados devengan cada 15 y 30. Bueno, el asunto es que la necesidad del ejercicio profesional me colocó de repente en los corrillos penitenciarios, realizando las indagaciones del caso y las solicitudes necesarias, para liberar a un sujeto que en realidad no había cometido delito ni falta alguna que ameritara sanción o multa, menos privación de libertad como estaba sucediendo. Había que aguardar tantito, para saber cuál sería el veredicto de mi trámite, porque el señor inspector tenía no se qué embarazo administrativo, que impedía la pronta y expedita calificación para la excarcelación requerida. El “tantito” se convirtió en un “buen rato” porque resulta que quien despachaba era, ni más ni menos, que Regina Vázquez, quien, en vísperas de elecciones, no solamente supervisaba operaciones tácticas y logísticas, para garantizar el éxito, en materia de seguridad, del proceso electoral, sino que también se encontraba, dijeron, calificando multas. En un momento me percaté que ahí estaba la primera autoridad de Acayucan, en funciones de prefecta o fiscal… La miré, me miró, la saludé, y me saludó… con una media y leve, casi imperceptible pero definitiva, sonrisita fría e indiferente, la más chiquita mueca que le he notado, desvió el rostro y se acomodó de nuevo tras el escritorio. Alguien seguramente captó la vibración y cerraron la puerta; el cabo de barandilla que había coincidido al principio con un servidor, en el sentido de que no había motivo para retener a mi representado, ahora me recomendaba amablemente pagar una multa para evitar que mi defendido fuera víctima de todo el peso de ley, supongo que la de Herodes. Cosa que agradecí encarecidamente, me dije: “Paga Sergio y córrele, porque te puedes quedar a buen recaudo, hoy Reginita no solamente omitió su cordial saludo, con abrazo cálido, sino que te desconoció. Igual que la calandria, de la conocida canción, que respondió al ingenuo gorrioncillo “a usted no lo conozco… voló, voló y voló”. Salí de tal galera y caminé rumbo al centro de la ciudad recordando a Juan José Arreola, escritor y académico nacido en Zapotlán, Jalisco, quien recurriendo a la metonimia, a la prosopopeya y al símil, gustaba expresar: “Yo no la conocía”… Era la otra, Regina Thatcher , “La Dama de Hierro”. Pasaron por mi memoria las letras de Antonio Plaza, autor de una “Voz del inválido” que refiere, entre una gama de reflexiones filosóficas, en verso, “los que el mundo desconocen dicen, mi Sergio, que es fama, que en la cárcel y en la cama los amigos se conocen”. Sigmund Freud señalaba: "Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia". Abundaba el padre del psicoanálisis, que el amor y el odio son dos caras de una misma moneda, y a veces es realmente impresionante como llegamos a pasar de un estado al otro sin siquiera darnos cuenta. Pero la indiferencia es diferente, duele mucho más, en lo más profundo del alma, porque es un sentimiento frío, calculador, interesado y ambicioso… en estas cavilaciones venía yo caminando, valiéndome un carajo la parafernalia que se preparaba para las elecciones del domingo, yo cantaba el estribillo de “Elefante”: Que me va a matar la depresión, que voy a vivir en el alcohol, que importa… Así es la vida de caprichosa, a veces negra, a veces color rosa… Lo que vino el 4 de julio resulta de todos cierto y conocido, lo viví en el limbo, no me importaba nada, no podía superar el dolor de sentir aquel látigo del desprecio… simplemente supe que ganó Fabiola, las elecciones… Yo no perdí, ganó la democracia. Algo que debemos respetar es precisamente la voluntad de las mayorías. Me puse la camisa de tono escarlata, ya sin la presión de la campaña que confunde nuestro color de ropa con preferencias partidistas, y me largué a mis audiencias, quería sacudirme este tormento, tratando de olvidar aquel encuentro que me rompió el corazón… Repaso, mentalmente, las reglas de una crítica sana y constructiva, tratando de superar el trance… “No dejes, Sergio, que tus propios sentimientos tiñan lo que está diciendo. Cuida de que tu voz no transmita matices de hostilidad. Evita los gestos coléricos, no cierres los puños, que resultan señal de impotencia, igual que el ceño fruncido, y los dedos acusadores; las actitudes no verbales deben reforzar tus palabras en vez de contradecirlas, pinche Sergio como fuiste a olvidar que Money is money”. No puedo sustraerme ni olvidar… me pregunto ¿qué pasará con ese auditorio que la presidenta iba a construir para satisfacer mis inquietudes? ¿Quién va a colocar las bancas que hacen falta en nuestro parque? ¿Quién llenará de primaveras este enero, y bajará la luna para que juguemos? ¿Quién me regalará un zarape si hace frio? ¿Quién me va a curar el corazón partío? Mi única esperanza es pensar que Regina padece esa condición neurológica conocida como prosopagnosia, que impide reconocer a la gente por su rostro. Todos sabemos lo incómodo que es cuando no conseguimos reconocer a alguien que nos saluda. Imagine entonces cómo debe de ser la vida social de aquellos que no reconocen nunca una fisonomía, seguramente nuestra Presidenta Municipal padece ese tipo de “ceguera a las caras”, sería triste pensar en que la alcaldesa sufre cambios de personalidad cuando se convierte en calificadora de multas en la inspección de policía…sería horrible. No me repongo, del sentimiento, y a punto de cortarme las venas con un ejote, me avisan que ya nació mi nieto. Mi querida hija, Viridiana, se retrasó con mi regalo de cumpleaños pero ya llegó… Celebro no ser ateo: Si lo fuera ¿a quién daría las gracias por esa maravilla? eso aliviará de alguna manera la desazón que me agobia y que me mata… mañana les presento al responsable de que me convierta prematuramente en abuelo.

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