miércoles, 21 de julio de 2010

LOS MISERABLES


Columna: CON RUMBO AL SUR…

Por Angel Gabriel FERNANDEZ

Víctor Hugo escribió la novela “Los Miserables” inspirado en la vida de Eugéne Francois Vidocq, quien era un delincuente de los barrios de París pero acabó siendo policía y fundador nada y nada menos que de la Sureté Nationale, una de las corporaciones policiacas de más prestigio.
El sur de Veracruz necesita a muchos Víctor Hugo no sólo para escribir en defensa de los oprimidos, sino para ponerle cascabel al gato y defenderlos de hecho y de derecho.
Sin exagerar, en Acayucan se podría elaborar un catálogo de la miseria. Hay varias “estampas” para la obra.
A orillas de la carretera Costera del Golfo, cerca de un lujoso restaurante donde venden arracheras y asados, además de los mejores vinos, se instala un minusválido chaparrito que todos los días pide limosna; una de sus habilidades es escribir con los pies. Este, empero, no requiere de la defensa ni de Víctor Hugo ni de nadie, porque trae ayudante y tiene automóvil.
Es una excepción a la regla.
Frente a una de las puertas de entrada de la Iglesia de San Martín Obispo (francés, por cierto, igual que el autor de “Los Miserables”), todos los días se instala un joven deforme, incapacitado para caminar. Pide dinero para sobrevivir.
En la calle Miguel Alemán, exactamente frente a una oficina de Pemex (todos sabemos que los petroleros son trabajadores de lujo), se pone a pedir caridad un hombre adulto que cojea, tiene un pie deforme.
Ayer, alrededor del palacio municipal, pedía limosna un jovencito que no está ni lisiado ni deforme; está completito, pero es sordomudo. Tiene que pedir limosna porque nadie le ha metido ideas de que se ponga a trabajar como modelo de lentes, porque tiene los ojos azules.
Hay muchos indigentes que rondan la ciudad pidiendo ayuda. Unos verdaderamente la necesitan, otros son farsantes, como aquel que dicen que diariamente compraba un kilogramo de hígado de res y se lo colocaba en una pierna y se la vendaba; parecía una gran herida.
Este fin de semana, en la esquina de las calles Ocampo e Hidalgo una persona pedía cooperación para el asilo de ancianos “Teresa de Calcuta” que funciona en la comunidad de Tecuanapa. Ese asilo tiene su historia, porque ha andado ambulante por casi todo el municipio. Funcionaba en un local donde ahora está Chedaui y de ahí sacaron a los ancianos; luego se llevaron el asilo a Oluta, luego a otras casas en esta ciudad y así ha andado.
Finalmente el asilo quedó establecido en la citada comunidad, pero es vergonzoso que el municipio de Acayucan no tenga un lugar donde albergar a sus ancianos. Debe ser un lugar cómodo y seguro, con médicos y enfermeras disponibles y sin que les falte de comer.
Se sabe que el asilo está a cargo de la Iglesia Católica, la cual por cierto también tiene un comedor parroquial en donde a veces se congregan los vagos y malandrines. Esos son los que comen bien, mientras los ancianos sabe Dios en qué condiciones estén.
LOS MÁS MISERABLES…
Hay ancianos indigentes que se quedan a dormir en las jardineras del parque, a veces rodeados de perros. Al viejito y a la viejita se les ve hacer sus necesidades en la vía pública.
Se ve a mujeres indígenas comer frijoles alrededor del parque, con sus hijos en la espalda colgando de un rebozo.
Se ve a enfermos mentales en el mercado o a orillas del Hotel Plaza, a lo mejor esperando que un político comensal les tire algo, porque aunque están mal de la mente, el estómago también les chilla.
Pero lo que definitivamente no tuvo madre el viernes pasado, es que varios taxistas golpearon feamente a un indigente que duerme cerca de El Mangal. Entre varios ”coleguitas” lo patearon y dieron de cintarazos.
Los enfermos, los deformes, los locos, los ancianos…ellos no son los miserables. La miserable es la sociedad.
Hay una diferencia entre la palabra Mendigo y Méndigo:
Mendigo es el que pide…Méndigo es el que no da.

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