Columna: Serpientes y Escaleras
Por Salvador García Soto
¿Cuánta información política tiene Diego Fernández de Cevallos?, ¿Cuánto sabe de las negociaciones, los arreglos y las acciones legales o ilegales hechas en varios gobiernos, desde Carlos Salinas hasta Felipe Calderón, pasando por Fox y Ernesto Zedillo?, ¿Qué tanto conoce de los expedientes negros y los negocios de sus amigos y enemigos políticos?, ¿Quiénes son sus “amores y desamores personales y políticos” de la actualidad?
Todas, preguntas que cobran relevancia a partir del comunicado difundido el lunes por el grupo que tiene al político panista. Por primera vez los secuestradores muestran clara y abiertamente la intención política de su secuestro. Sin evidenciar aún una tendencia ideológica definida, los plagiarios incurren en expresiones que remiten a conceptos de la izquierda radical, como la lucha de clases. Al llamar, por ejemplo, “archiduque de Escobedo” a Fernández de Cevallos, lo asocian a una aristocracia política y económica del país.
Sin ser el subcomandante Marcos y su aclamada pluma literaria, este grupo que se autonombra en su correo electrónico, “misteriosos desaparecedores” —y al que reportes de inteligencia asocian a un grupo guerrillero derivado del EPR y del ERPI, con operación en el Bajío mexicano—, exhibe una redacción bien elaborada y con algunos mensajes claros y directos y otros subyacentes en el texto. Se mofan, por ejemplo, de “los servicios de inteligencia, que siguen sin pistas sobre el lugar en que se encuentra el incómodo desaparecido”.
Pero en medio de su prosa sarcástica, el grupo lanza un dardo envenenado con destinatario preciso cuando dice: “Mientras tanto, a más de dos meses de su desaparición, al Jefe Diego le ha dado por confiarnos algunas de sus cuitas, de sus negocios, así como de sus amores y desamores, personales y políticos, aunque luego, y ya casi postrado por la depre en su nueva, forzada y recóndita curul, le ha dado por exclamar imparable y angustiosamente, Diego, David, Claudia, Rodrigo, Liliana, ¿están ahí?... Seguiremos informando”.
El mensaje es puntual: Diego ha soltado la sopa y revelado información política delicada sobre sus amigos, adversarios, enemigos y, para usar sus propias palabras, sus “amores y desamores políticos y económicos”. Y el destinatario también es claro: Felipe Calderón Hinojosa y su gobierno. Para nadie es secreto —tampoco para los secuestradores— que la relación entre el presidente y Diego era más bien de desamor político, al grado de que al comienzo de su gobierno, Calderón llegó a pedir a sus asesores que no lo llevaran a ningún acto, evento o programa en el que se le asociara con Fernández de Cevallos.
Así que, aunque no es el único, el Presidente sí debe ser de los personajes más interesantes e importantes de los que pudo hablar Diego en las “confidencias” a sus secuestradores. Hay ahí una amenaza del grupo al gobierno por la información que dice haber obtenido, quién sabe por qué método, del panista. ¿Qué tanto sabe Diego de Calderón, de su complicado ascenso al poder, de sus financiamientos, sus negociaciones políticas y económicas?
Si el lunes los secuestradores presionaron a la familia con la foto y la carta de puño y letra de Diego, también lanzaron una presión política al gobierno de Calderón, al que no sólo ridiculizan por sus fallidas investigaciones, sino que amenazan con difundir información comprometedora. La presión es directa para que el gobierno calderonista no se haga el ajeno al caso Diego e incluso que ayude a la familia a completar el millonario rescate (50 mdd) que, dicen, no negocian.
Ese grupo no se muestra para nada arrepentido ni amedrentado y, más bien, parece dominante de la situación, como quien tiene la sartén por el mango. Ellos pidieron al principio que el gobierno abandonara las investigaciones y el gobierno obedeció fielmente, la pregunta ahora es: ¿cómo va a responderles Calderón? (Tomado de El Universal / 28 de julio 2010).
¿Cuánta información política tiene Diego Fernández de Cevallos?, ¿Cuánto sabe de las negociaciones, los arreglos y las acciones legales o ilegales hechas en varios gobiernos, desde Carlos Salinas hasta Felipe Calderón, pasando por Fox y Ernesto Zedillo?, ¿Qué tanto conoce de los expedientes negros y los negocios de sus amigos y enemigos políticos?, ¿Quiénes son sus “amores y desamores personales y políticos” de la actualidad?
Todas, preguntas que cobran relevancia a partir del comunicado difundido el lunes por el grupo que tiene al político panista. Por primera vez los secuestradores muestran clara y abiertamente la intención política de su secuestro. Sin evidenciar aún una tendencia ideológica definida, los plagiarios incurren en expresiones que remiten a conceptos de la izquierda radical, como la lucha de clases. Al llamar, por ejemplo, “archiduque de Escobedo” a Fernández de Cevallos, lo asocian a una aristocracia política y económica del país.
Sin ser el subcomandante Marcos y su aclamada pluma literaria, este grupo que se autonombra en su correo electrónico, “misteriosos desaparecedores” —y al que reportes de inteligencia asocian a un grupo guerrillero derivado del EPR y del ERPI, con operación en el Bajío mexicano—, exhibe una redacción bien elaborada y con algunos mensajes claros y directos y otros subyacentes en el texto. Se mofan, por ejemplo, de “los servicios de inteligencia, que siguen sin pistas sobre el lugar en que se encuentra el incómodo desaparecido”.
Pero en medio de su prosa sarcástica, el grupo lanza un dardo envenenado con destinatario preciso cuando dice: “Mientras tanto, a más de dos meses de su desaparición, al Jefe Diego le ha dado por confiarnos algunas de sus cuitas, de sus negocios, así como de sus amores y desamores, personales y políticos, aunque luego, y ya casi postrado por la depre en su nueva, forzada y recóndita curul, le ha dado por exclamar imparable y angustiosamente, Diego, David, Claudia, Rodrigo, Liliana, ¿están ahí?... Seguiremos informando”.
El mensaje es puntual: Diego ha soltado la sopa y revelado información política delicada sobre sus amigos, adversarios, enemigos y, para usar sus propias palabras, sus “amores y desamores políticos y económicos”. Y el destinatario también es claro: Felipe Calderón Hinojosa y su gobierno. Para nadie es secreto —tampoco para los secuestradores— que la relación entre el presidente y Diego era más bien de desamor político, al grado de que al comienzo de su gobierno, Calderón llegó a pedir a sus asesores que no lo llevaran a ningún acto, evento o programa en el que se le asociara con Fernández de Cevallos.
Así que, aunque no es el único, el Presidente sí debe ser de los personajes más interesantes e importantes de los que pudo hablar Diego en las “confidencias” a sus secuestradores. Hay ahí una amenaza del grupo al gobierno por la información que dice haber obtenido, quién sabe por qué método, del panista. ¿Qué tanto sabe Diego de Calderón, de su complicado ascenso al poder, de sus financiamientos, sus negociaciones políticas y económicas?
Si el lunes los secuestradores presionaron a la familia con la foto y la carta de puño y letra de Diego, también lanzaron una presión política al gobierno de Calderón, al que no sólo ridiculizan por sus fallidas investigaciones, sino que amenazan con difundir información comprometedora. La presión es directa para que el gobierno calderonista no se haga el ajeno al caso Diego e incluso que ayude a la familia a completar el millonario rescate (50 mdd) que, dicen, no negocian.
Ese grupo no se muestra para nada arrepentido ni amedrentado y, más bien, parece dominante de la situación, como quien tiene la sartén por el mango. Ellos pidieron al principio que el gobierno abandonara las investigaciones y el gobierno obedeció fielmente, la pregunta ahora es: ¿cómo va a responderles Calderón? (Tomado de El Universal / 28 de julio 2010).
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