Andaba yo queriendo inspirarme para anotar en estas páginas los detalles de mis últimas vacaciones, por esos lugares tocados por la magia y el encantamiento, sitios pintorescos que, aunque usted no lo crea me hacen recordar al Acayucan antiguo, Acayucan subjetivo y sentimental, diría Orlando Guillén Tapia, Acayucan reminiscente que trae a mi mente recuerdos de ayer, dijera Plutarco J. Barreiro y Pavón en su Vals donde como palabra de ensueño, Acayucan, se distingue por sus gentes que, en la antigüedad, resultaron valientes revolucionarios, en el preterido inmediato, hospitalarios y fraternales y hoy, muchos, agazapadones y comodinos; Acayucan de leyendas, y cristalinos manantiales que se fueron perdiendo con su numen cantor y burbujeante, cuyos rescoldos se aposentan en la jarana de Mario Galindo o en los poemas de Enrique Quiroz o en las pinturas de Sixto Aparicio o en la entelequia de Rubén Leyton y Alfredo Delgado, quienes luchan a su manera por preservar ese venero perenne donde escritores y poetas, investigadores diversos, alimentan el alma para sobrevivir al tiempo.
En esto andaba mi conciencia cuando aparece en mi computadora una amiga, con sus “mailes” esos, que invaden cualquier atmósfera y retiro; una compañera, grilla como no hay más, bueno si hay otros políticos que se le asemejan pero no le llegan. Severo Zanatta, Cecilio Pérez, Germán Jiménez, por decir algunos, disfrutan y se divierten en la política pero no, esta amiga, es lo máximo en tratándose de la grilla y ahí me tiene usted en tal circunstancia, ahora tratando de significar esa inquietud y preocupación legítima de una acayuqueña nata, indignada ante la descomposición que padece nuestro Acayucan quimérica que me dice: “Teniendo todo para desarrollar actividades de una verdadera ciudad, se viene quedando a la zaga de otros lugares que sin contar con la fuerza de nosotros han crecido y se vienen proyectando bonito”. Aaah!.. Suspira mi amiga, como si deseara robarse la fragancia del aire o el efluvio del sabroso café que me encuentro disfrutando, pero no, no es suspiro sino quejido, de lamento, de nostalgia y preocupación. Me refiere que “un 6 de septiembre de 1910 Acayucan fue elevada al rango de ciudad precisamente por la conmemoración del centenario de la independencia de México. Ahora a 100 años de distancia, nos encontramos a un Acayucan, convertido en una moneda con que se paga una deuda que el pueblo no ha contraído y que no sabe que está pagando…doce años no han bastado para pagar esa deuda, tal vez por los intereses muy altos un pueblo que entró a la bursatilización sin saberlo. Un pueblo de primera que ha sido tratado como pueblo de segunda o de tercera, con sus calles sucias, sin obras importantes, con un palacio rojo al que le restaron la solemnidad y le han disminuido en la majestuosidad con que fue construido; un palacio que fue edificado para ser la capital de un estado, el estado ístmico, sueño y deseo de un gobernante oriundo de estas tierras y hoy nadie puede presumir que sea el asiento de un poder municipal porque ha sido rebasado y relegado, ya que ahí no se atiende al pueblo. El pueblo de Acayucan sale a la huerta, buscando sombra, de frondosos árboles que no cargan como antaño la flor que significaría sabrosos frutos que en el grillerío cotidiano se mencionaban en cada entrega...”Decía mi amiga que a ese pueblo se le ha chamaqueado y humillado. “Se juega con la carencia de los acayuqueños, con sus necesidades. Se le engaña con despensas, láminas, ofrecimientos. Se manipula con instrumentos humanos que sirven para continuar embaucando gente. Ellos, la servidumbre política, es comprada con promesas de una regiduría o de una sindicatura…hasta cuando, suspira de nuevo mi amiga… ¿hasta cuándo quedará libre del gravamen?”.
Mi amiga pregunta dolida y sufre porque no mira en su horizonte ese mesías que vendría a liberarnos de una dinastía que democráticamente tiene a muchos fastidiados, mientras que a otros le representa continuar comiendo con manteca, esa frase la escuché de mi querido maestro Clemente Suriano Mateo, felicitando a Conchita González en su primer arribo como regidora de Don Cirilo Vázquez… Iba subiendo las escalinatas del palacio, henchida de fervor, doña Concha, cuando el líder campesino le dio sabroso abrazo con tan cáustica congratulación. Ella sonrió y asimiló, rumiando, el apapacho gozador. Un servidor en cambio desea felicitar cumplidamente a los suspirantes a cargos edilicios para la administración que se avecina, sin virulencia. No los critico, no les reprocho ni los juzgo, porque tiene su mérito soportar estoicamente horas de sueño y necesidad de trabajo.
Le comento a mi amiga que no sufra, por favor, estas condiciones políticas, ya que cierto resulta que para los habitantes solo queda el mosmocho o el chancaste, sorrapa y ganga, de aquellos tiempos bonitos que se fueron, pero Acayucan está todavía de pie, incluso algunos amigos simpatizan con la manera como se ha venido gobernando. Seamos respetuosos de la voluntad de las mayorías. Aunque quienes obtienen y conservan el poder lo consiguen con dádivas y mercadeo de sufragios debemos aceptar que así son los períodos y las reglas del juego y que nosotros, usted y todos los que aquí vivimos, podemos cambiar las cosas, siempre y cuando digamos: ¡BASTA! La política, sabemos, es circunstancial y veleidosa, y los tiempos son oportunidad excelente para debatir y participar. Cierto: “No queda mucho del huerto, que plantáramos tú y yo. Se perdieron los rosales y los mangales en flor. Al mirar todo desierto sentí helado el corazón y me pregunté llorando ¿también murió nuestro amor?”… Alguien dijo que se debe correr el riesgo, pasar por rebeldes y en tal razón recordaré que la vida es un laberinto de posibilidades, muchas veces irrealizables pero hay que intentarlo, dice Borges: "Me une a Buenos Aires el espanto, no el amor. Será por eso que la quiero tanto."Otro dice que las ciudades son "Torres de Babel", desorden y confusión producto de la vitalidad y ambición del hombre y en el caso también de las mujeres ¿qué tiene eso de malo?, es de orden bíblico que todo jardín tenga su serpiente. Cierto que Acayucan parece morir, que se van perdiendo ineluctablemente nuestras esquinas, nuestro colegio, nuestras viejas y queridas costumbres de aceras y corredores… Pero nuestra ciudad es ahora un carnaval donde no hay que llorar. Son tan diversos los paladares, dice Tomás Moro, tan torpes las inteligencias de algunos, tan ingratos los ánimos, tan absurdos los juicios, que les son más simpáticos los que se conceden una vida alegre y suelta que los que se molestan con preocupaciones y el estudio de algo que pueda ser de provecho y placer para los ingratos y los injuriosos… ya se reúnen los aspirantes que no salieron beneficiados con el PRI, los que desechó el PAN y los que manejan el PRD. En algunos creo, otros me cuentean, los demás piensan que me dan cuerda, pero a todos los conozco. Llevo algo de tiempo mirando la vida y sus encantos… Yo les deseo suerte para que viva la democracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario