El delegado distrital del PRI, Martín Gracia Vázquez, que le echó puras porras a Fabiola Vázquez.
Columna: Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González.
Hasta Catemaco, me llegaron las protestas airadas de los priistas marginados, ninguneados y vilipendiados que, a la manera y el estilo clásico del Revolucionario Institucional, observaron indignados como de manera antidemocrática ¡que novedad! un delegado del PRI cumplía su labor política, a la vieja usanza del partido que se mantuvo invicto más de setenta años, haciendo eso que saben hacer los políticos herederos de esa tradición y costumbre y maña vieja, que se ha venido heredando a sus hijos predilectos como en este caso Don Martín Gracia.
Andaba yo ahuyentando las malas influencias y los espíritus chocarreros que solo en la región de Los Tuxtlas se corretean eficazmente, invocaba las musas entre los mudras y los mantras en ese nirvana transparente, cuando una fuerza se apoderó de mi celular para transmitirme la mala vibra de que en mi Acayucan querido, subjetivo y sentimental, un tal Martín Gracia Vázquez ¡Oh my God! Otro apellido más de esos que nos invaden hasta eructar; perdón por el verbo indecente, incivil e inurbano, es que no es posible, desayunamos, comemos y cenamos con el Súper Show de los Vázquez.
En fin, decía que hasta la selva limítrofe de aquella laguna me alcanzaron las censuras y reproches para el cónclave llevado a efecto a las 12 horas del día 5 de marzo, celebrado en “La Noria”, un salón habilitado para llevar a cabo el evento político, donde habrían de comerse un tamalazo, cocinado previamente bajo la sombra de aquellos árboles de sabroso fruto que en poco tiempo habremos de degustar. Para tal chanchullo se le dio atole, con el dedo, a los asistentes que solamente sirvieron de comparsa en la selección de los delegados que asistirán a la convención estatal del 28 de marzo donde se “eligirá” candidato al gobierno de Veracruz.
Me cuentan que todo fue de manera tan sumaria y sucinta, que incluso los designados para votar no tuvieron tiempo de aprender a qué hora o en qué momento debían levantar la mano, algo que el delegado de marras, de apellido Vázquez, Martiniano en desgracia o algo parecido, tuvo que abreviar levantando la mano para instruir a los elegidos, quienes andaban en la pura baba. Anote usted para tal mascarada surgieron, entre otros, los nombres de los cómplices de siempre: Concha González, Andrés Ramírez, Roberto Ovalle, Maribel Domínguez y César Pinto, este último dicen que como siempre se quedó dormido a mitad de la asamblea, no debería creerlo porque solamente lo he visto pestañear en cada reunión, pero por si las dudas al profesor le caerían bien unos toques de mano de cangrejo, muy efectivos, para ese sueño crónico que se carga.
Aunque nada de esto resulta novedoso para quienes conocemos las artimañas de que se valen los dirigentes de tal instituto político, si habría que recomendar al brillante delegado que trate al menos de guardar ciertas formas; entendemos que un cañonazo de esos que suele mandar Regina y Fabiola a quienes le sirven incondicionalmente no lo aguanta nadie, menos un delegado que viene desde Minatitlán a realizar su quehacer, sin viáticos, pero debemos recordar que la Ley Electoral Sanciona que tales mítines políticos se realicen con ciertos recursos económicos y humanos, pues se supone que el personal con el que llenaron el recinto debería encontrarse laborando en palacio municipal a las horas que se realizo tan inútil e incongruente reunión, donde todos sabemos que el ungido habrá de ser… Creo el único precandidato: Javier Duarte de Ochoa.
O sea que toda esa payasada de la convención de delegados y tonterías debería eliminarse para no exhibir lo de siempre, lo que todos conocemos como un vulgar e insultante dedazo, a menos que la justificación de tanto acarreo sea para el destape que prácticamente realizó el súper delegado plenipotenciario Martín Gracia, que con la sensibilidad de un paquidermo se desvivió en halagos y adulaciones para la gran ausente Fabiola Vázquez Saut, quien sabemos suspira por regresar algo de lo que se gastó, más bien creo que desea volver a la silla presidencial de Acayucan para continuar con su proyecto que dejó inconcluso porque si 20 años no es nada, dice el viejo tango, pues 3 es menos que 0. En serio mi flamantísimo delegado anduvo haciéndose fuera de la bacinica con sus apologías y metáforas hacia Fabiola. Pidió aplausos para la Representante Popular cuando que nuestra diputada federal ni siquiera se dignó mandar un canijo representante. Mi delegado debe recordar que en la grilla el fondo es forma y que podemos ser cochinitos pero no hay que trompear la canoa. Vaya desde esta modesta columna un jaloncito de orejas para que no vuelva a incurrir en tales barbaridades y tonterías. So pena de recomendarlo con el Lic. Jorge Alejandro Carvallo Delfín para que lo mande a otro lugar lejos de nosotros donde nunca volvamos su nombre a escuchar. Qué es eso de ignorar a los priistas acendrados y de prosapia que visten y acuerpan las actividades del tricolor. Mi delegado de pacotilla, dejó usted muy sentiditos a los connotados tricolores. Le llamaron: “descarado y baquetón”, eso para un político de su trayectoria puede significar una horrible X. Hay que desquitar el jornal pero nunca ladrarle a la tortilla, porque la neta del planeta que se veía usted muy entregadito, volando muy bajito, a ras del suelo, cual tapete persa; mire usted que he visto un delegados arrastraditos desde don Pedro Rivera Pavón a quien le decían, cuando quería manejar la circunstancia, conjugando la línea con el billete, argumentando problemas imprevistos: “Para eso lo mandamos a usted, resuélvalo”; además no le eche tantas porras a Fabiola porque a lo mejor las va a necesitar para gritarle con vivas al citricultor Abel Vázquez González. Yo sé lo que le digo. En política todo puede pasar. Apuésteme si quiere. Yo nada más digo lo que me dijeron, el pasado primer viernes de marzo, día de los brujos, los curanderos, los adivinadores y los que hacen magia, mientras mi chamanita de cabecera danzaba entre las aromáticas hierbas, dentro de un acalorado temazcal, allá en la “Suiza veracruzana”… hasta que mi celular interrumpió tan ardiente sesión para transmitirme lo que les acabo de contar.
Por Sergio M. Trejo González.
Hasta Catemaco, me llegaron las protestas airadas de los priistas marginados, ninguneados y vilipendiados que, a la manera y el estilo clásico del Revolucionario Institucional, observaron indignados como de manera antidemocrática ¡que novedad! un delegado del PRI cumplía su labor política, a la vieja usanza del partido que se mantuvo invicto más de setenta años, haciendo eso que saben hacer los políticos herederos de esa tradición y costumbre y maña vieja, que se ha venido heredando a sus hijos predilectos como en este caso Don Martín Gracia.
Andaba yo ahuyentando las malas influencias y los espíritus chocarreros que solo en la región de Los Tuxtlas se corretean eficazmente, invocaba las musas entre los mudras y los mantras en ese nirvana transparente, cuando una fuerza se apoderó de mi celular para transmitirme la mala vibra de que en mi Acayucan querido, subjetivo y sentimental, un tal Martín Gracia Vázquez ¡Oh my God! Otro apellido más de esos que nos invaden hasta eructar; perdón por el verbo indecente, incivil e inurbano, es que no es posible, desayunamos, comemos y cenamos con el Súper Show de los Vázquez.
En fin, decía que hasta la selva limítrofe de aquella laguna me alcanzaron las censuras y reproches para el cónclave llevado a efecto a las 12 horas del día 5 de marzo, celebrado en “La Noria”, un salón habilitado para llevar a cabo el evento político, donde habrían de comerse un tamalazo, cocinado previamente bajo la sombra de aquellos árboles de sabroso fruto que en poco tiempo habremos de degustar. Para tal chanchullo se le dio atole, con el dedo, a los asistentes que solamente sirvieron de comparsa en la selección de los delegados que asistirán a la convención estatal del 28 de marzo donde se “eligirá” candidato al gobierno de Veracruz.
Me cuentan que todo fue de manera tan sumaria y sucinta, que incluso los designados para votar no tuvieron tiempo de aprender a qué hora o en qué momento debían levantar la mano, algo que el delegado de marras, de apellido Vázquez, Martiniano en desgracia o algo parecido, tuvo que abreviar levantando la mano para instruir a los elegidos, quienes andaban en la pura baba. Anote usted para tal mascarada surgieron, entre otros, los nombres de los cómplices de siempre: Concha González, Andrés Ramírez, Roberto Ovalle, Maribel Domínguez y César Pinto, este último dicen que como siempre se quedó dormido a mitad de la asamblea, no debería creerlo porque solamente lo he visto pestañear en cada reunión, pero por si las dudas al profesor le caerían bien unos toques de mano de cangrejo, muy efectivos, para ese sueño crónico que se carga.
Aunque nada de esto resulta novedoso para quienes conocemos las artimañas de que se valen los dirigentes de tal instituto político, si habría que recomendar al brillante delegado que trate al menos de guardar ciertas formas; entendemos que un cañonazo de esos que suele mandar Regina y Fabiola a quienes le sirven incondicionalmente no lo aguanta nadie, menos un delegado que viene desde Minatitlán a realizar su quehacer, sin viáticos, pero debemos recordar que la Ley Electoral Sanciona que tales mítines políticos se realicen con ciertos recursos económicos y humanos, pues se supone que el personal con el que llenaron el recinto debería encontrarse laborando en palacio municipal a las horas que se realizo tan inútil e incongruente reunión, donde todos sabemos que el ungido habrá de ser… Creo el único precandidato: Javier Duarte de Ochoa.
O sea que toda esa payasada de la convención de delegados y tonterías debería eliminarse para no exhibir lo de siempre, lo que todos conocemos como un vulgar e insultante dedazo, a menos que la justificación de tanto acarreo sea para el destape que prácticamente realizó el súper delegado plenipotenciario Martín Gracia, que con la sensibilidad de un paquidermo se desvivió en halagos y adulaciones para la gran ausente Fabiola Vázquez Saut, quien sabemos suspira por regresar algo de lo que se gastó, más bien creo que desea volver a la silla presidencial de Acayucan para continuar con su proyecto que dejó inconcluso porque si 20 años no es nada, dice el viejo tango, pues 3 es menos que 0. En serio mi flamantísimo delegado anduvo haciéndose fuera de la bacinica con sus apologías y metáforas hacia Fabiola. Pidió aplausos para la Representante Popular cuando que nuestra diputada federal ni siquiera se dignó mandar un canijo representante. Mi delegado debe recordar que en la grilla el fondo es forma y que podemos ser cochinitos pero no hay que trompear la canoa. Vaya desde esta modesta columna un jaloncito de orejas para que no vuelva a incurrir en tales barbaridades y tonterías. So pena de recomendarlo con el Lic. Jorge Alejandro Carvallo Delfín para que lo mande a otro lugar lejos de nosotros donde nunca volvamos su nombre a escuchar. Qué es eso de ignorar a los priistas acendrados y de prosapia que visten y acuerpan las actividades del tricolor. Mi delegado de pacotilla, dejó usted muy sentiditos a los connotados tricolores. Le llamaron: “descarado y baquetón”, eso para un político de su trayectoria puede significar una horrible X. Hay que desquitar el jornal pero nunca ladrarle a la tortilla, porque la neta del planeta que se veía usted muy entregadito, volando muy bajito, a ras del suelo, cual tapete persa; mire usted que he visto un delegados arrastraditos desde don Pedro Rivera Pavón a quien le decían, cuando quería manejar la circunstancia, conjugando la línea con el billete, argumentando problemas imprevistos: “Para eso lo mandamos a usted, resuélvalo”; además no le eche tantas porras a Fabiola porque a lo mejor las va a necesitar para gritarle con vivas al citricultor Abel Vázquez González. Yo sé lo que le digo. En política todo puede pasar. Apuésteme si quiere. Yo nada más digo lo que me dijeron, el pasado primer viernes de marzo, día de los brujos, los curanderos, los adivinadores y los que hacen magia, mientras mi chamanita de cabecera danzaba entre las aromáticas hierbas, dentro de un acalorado temazcal, allá en la “Suiza veracruzana”… hasta que mi celular interrumpió tan ardiente sesión para transmitirme lo que les acabo de contar.
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