sábado, 2 de mayo de 2009

DE POLITICA Y COSAS PEORES

Por Caton

Chivos expiatorios de la influenza

El adivino le dice a su novia, orgulloso: "Tengo dos bolas de cristal". Ella se echa a llorar: "¡Entonces nunca podremos tener hijos!"... Pat Arajada, sheriff del condado de Armadillo, Texas, reunió a todos los hombres en el saloon del pueblo y les dijo con ominoso acento: "Alguien se robó mi caballo con todo y herraduras. Si no aparece en una hora va a suceder lo mismo que pasó cuando fui a Pecos y me robaron el caballo". Al decir eso Pat acariciaba, amenazante, la cacha de venado de su Colt. Y añadió con voz grave: "The eyes of Texas are upon you". Poco después apareció el animal. Nadie se lo había robado: una yegua de apetitosa grupa fue la causa de que el corcel saltara las trancas del corral. Pasada la inquietud un lugareño, todavía tembloroso, le preguntó a Pat Arajada: "Perdone, sheriff. ¿Qué sucedió cuando fue a Pecos y le robaron el caballo?". Responde él: "Tuve que regresarme a pata"... En estos días de forzadas vacaciones VIP (por Virus de Influenza Porcina) he tenido todo el tiempo del mundo, y algunas horas más, para ver nuevamente las películas que son joyas de mi colección. Una de ellas es "Fury", de Fritz Lang. Es la primera cinta que el gran cineasta dirigió en Estados Unidos -1936-, y su favorita entre todas. En ella Spencer Tracy tuvo una de sus mejores actuaciones, junto con Sylvia Sidney, actriz hoy olvidada, pero que en aquellos años gozó de popularidad, sobre todo porque prestó su imagen para anunciar una marca de condones. Por eso durante mucho tiempo los preservativos fueron llamados en Estados Unidos "Silvia Sidneys". "¿Trajiste a Sylvia Sidney?" -le preguntaba la muchacha a su galán para asegurarse de que su relación sería segura y no le acarrearería consecuencias. Algo parecido sucedió con Mae West, cuyo nombre dieron en la Segunda Guerra los marinos norteamericanos a sus chalecos salvavidas, pues sobre el pecho semejaban el abundoso tetamen de la ingeniosa rubia. ("¿Traes una pistola en el bolsillo de tu pantalón, o es que simplemente estás feliz de verme?"). En "Fury" Fritz Lang presenta el caso de un hombre acusado falsamente de secuestro y asesinato, a quien los habitantes de un pequeño pueblo van a linchar. Para eso prenden fuego a la cárcel donde está preso el acusado. Acabado el incendio lo creen muerto entre las llamas. Pero el reo ha logrado escapar, y se propone vengarse de quienes incitaron a la turba. Su novia lo convence de perdonarlos. Si no perdona, le dice, se convertirá verdaderamente en asesino, y será peor que aquellos que iban a matarlo. La obra de Lang, brillante prédica contra el odio y la violencia, hace énfasis sobre la injusticia que se hace a quien es acusado falsamente y condenado sin pruebas. En México y en estos días hay alarma y temor por la súbita aparición de la influenza. Algunos han empezado a señalar posibles culpables de la epidemia. Vayamos con cuidado en esto, pues el miedo, la ira y el deseo de venganza no han sido nunca buenos consejeros para juzgar con rectitud y tino. La búsqueda de chivos expiatorios es siempre peligrosa... Un pobre hombre era padre de 10 hijos. Apenas podía conseguir para darles de comer, de modo que decidió suicidarse si otro hijo venía a aumentar la carga. Y aconteció lo peor: su mujer quedó embarazada. El mismo día que lo supo el hombre se echó una soga al cuello para ahorcarse. Pero su esposa lo detuvo: "¡Detente! -le gritó desesperada-. ¡Estás ahorcando al hombre equivocado!"... El viajero atropelló a un gallo en la carretera. Pensó que su deber era comprar otro y dárselo al dueño. Fue con el granjero y le dijo: "Atropellé a su gallo y lo maté. Me gustaría sustituirlo". "Muy bien -acepta el hombre-. Las gallinas están en el corral"... FIN.

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