lunes, 1 de agosto de 2011

De la tríada de periodistas de Jáltipan

Margarito Edel y los reportes de

nuestro corresponsal en el cielo


Margarigto Edel en una de sus entrevistas.


Por José Luis Ortega Vidal

Jáltipan, Ver.- El día en que Margarito Edel Santiago murió, llovió durante horas en el tramo de Las Matas –en Minatitlán- hasta la curva que conduce de Jáltipan hacia Acayucan.
Literalmente, fue como un llanto desde el cielo por la partida del periodista que formó parte de una tríada legendaria.
Con Pablo Jair Ortega, en los días que se planeaba el nacimiento de Notisur, la broma hizo reir a César Vázquez Chagoya más de una vez: el joven redactor minatitleco y un servidor les llamábamos “Los Margaritos”.
- ¿Corresponsales?
- “Los Margaritos”, desde luego.
Se enteran de todo, tienen una especie de radar en Jáltipan, donde son los primeros en informarse de lo que ocurre a su derredor y acuden en segundos e informan al instante y no se les pasa ningún detalle.
Son excelentes, le decíamos al director, que reía y aprobaba las afirmaciones.
Y sí, en efecto, Don Margarito Santiago Pérez -el Jefe de aquel trío- trabajó, décadas atrás, con don “Yayo” Gutiérrez, fundador de El Diario del Sur en Acayucan y del periódico Política, de Xalapa.
Compartió redacción junto a otra leyenda, Don Carlos Guillén Tapia, acayuqueño y maestro de varias generaciones de periodistas; junto a Pepe Valencia, Gustavo Cadena Mathey, Arturo Reyes Isidoro…
Don Margarito es una suerte de especie en peligro de extinción: un periodista de la vieja escuela; reportero de tiempo completo; hombre de tinta en las venas; sujeto de letras y datos las 24 horas del día, los 365 días del año.
Tengo la impresión de que la tecnología tan desarrollada en estos tiempos, nos está robando algo a los periodistas: el amor por la libreta; la importancia fundamental de la memoria propia; el celo por la exclusividad del material hurgado y obtenido a base de lucha cotidiana.
La gente como Don Margarito tiene aún ese espíritu y por eso superan con mucho a numerosos jóvenes que a pesar de ser egresados de escuelas profesionales y contar con todas las herramientas de la tecnología a la mano, son indiferentes a luchar por una nota de 8 columnas.
Más aún: muchos ignoran qué es ese concepto: “La Princesa”, “La de Ocho”…lenguaje tan antiguo como sabio.



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Cuando lo conocí, Margarito Edel tenía años de ser reportero y el oficio lo había heredado y aprendido de su papá: Don Margarito.
Al irse Margarito chico nos quedamos huérfanos de un digno representante de la vieja escuela.
Eso duele y duele mucho.
Duele porque Margarito Edel fue un gran ser humano; pero duele también por el bagaje de conocimientos que no son materia en las escuelas de periodismo; sino en el plan de estudios en la escuela de la vida.
Durante mucho tiempo, la imagen era común: ir a Jáltipan o toparlos en Acayucan o cualquier lugar de la región Sur.
Andaban juntos Margarito Edel y Fabián Antonio, su hermano menor: otro miembro de la familia Santiago Hernández que nació con el virus del periodismo.
Parecían gemelos.
Pero eran, en sentido estricto, hermanos.
Dos grandes hermanos que abrazaban el oficio de un viejo lobo de mar en el quehacer periodístico.
La cámara en ristre, la libreta en el bolsillo y la pluma a la mano, corrimos con ellos más de una aventura reporteril.
No había celulares; las computadoras eran un invento raro que sólo existía en la sede del periódico.
Las corresponsalías aún operaban con máquinas de escribir Olivetti y con hojas de papel revolución para hacer los avances y las notas.
En el mejor de los casos teníamos acceso a un fax para enviar los textos y, una por una, las fotos que al otro lado de la línea era recibidas como una mala fotocopia; pero que eran publicadas como muestra de que se había reporteado en el lugar de los hechos y se contaba con material de primer nivel para sustentar lo dicho y firmado.



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Siempre he estado orgulloso de formar parte de aquella generación.
De la historia de “Los Margaritos” en Jáltipan.
Para mí, constituyen una tríada memorable.
Les he aprendido todo lo que he podido y mucho de lo poco que sé sobre mi oficio: Reportero.
Los quiero mucho y me siento parte de su familia.
Fue irremediable el llanto que se sumó al del cielo el sábado pasado; provocado por la partida de Margarito Edel.
Le pregunto a Fabián y me contesta con el rostro de la congoja:
- ¿Cuál fue la última casa editorial de Margarito? ¿Para quiénes estaba trabajando?
- “Sólo para ustedes. Nada más para Notisur”.
La partida de un periodista debe quedar registrada en sus letras, en sus imágenes.
La partida de Margarito Edel, o Margarito chico para los cuates, enluta a un gremio tan desolado en los días que corren.
Lloverá más en los días que corren.
En lo sucesivo, las gotas que caigan entre Las Matas y la curva jaltipaneca, serán reportes –vía fax- desde nuestro corresponsal en el cielo.

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