Columna: Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González
Ya,
desde hace unos días, con mucha discreción, se realizan los
preparativos para celebrar (el próximo día miércoles 15 de marzo) un
cumpleaños de mí querida sobrina Briseida… y de Tiberio.
Será una fiesta sorpresa (Como los XV años de Rubí). En la moderación,
austeridad y contigüidad. Claro que ya sabemos que tal pachanga (la de
Rubí) se transformó en un verdadero aquelarre, donde hasta un muerto
hubo como desenlace y, en consecuencia, terminó en velorio. Para nada,
aquí no se trata de esas cosas. Se planea más o menos una recepción
digamos familiar. Si acaso alguna piña colada o un gorrioncillo pecho
amarillo, que nunca faltan. Fuera de tal riesgo no veo nada que pudiera
alterar tan significativo pero sencillo acontecimiento y viceversa. Cae
la fecha en día miércoles, media semana, quincena si, aunque sin mucha
oportunidad para pensar en que pudiera desembocar la fiesta en un mitin
político de los que apenas se pondrán de práctica.
¿Qué puedo decir?
Briseida:
“Es increíble que ya estés así, colosal; hace nada que te vi nacer de
mi cuñada, Sonia, gracias a las travesuras de mi hermano Tiberio: Te
veías tan suficiente, pequeñita nunca estuviste, porque eres de
carrocería… no sé, digamos Jumbo (digo, para no perder el caló de los
transportistas). Hoy ya tienes algunos pares de años. Eres, desde
siempre una mujer hermosa, dulce y monumental.
Debo
significar que cuando aterrizaste todo iba bien contigo, pero tu
hiperactividad había que controlarla con cierto equilibrio, de mucho
peso. Así fue como al año siguiente de tu nacimiento tus queridos padres
recibieron otro pedido, similar y semejante, versión masculina: Tu
hermano, que responde al nombre de Tiberio. Nació Tiberio, otra unidad
imponente, tipo tanque, semirremolque, 5ª rueda, cabina y neumáticos,
enormes: 1,90 y tantos metros de estatura y 140 kilogramos de peso lo
hacen verse de respetable, considerable figura. Muy adecuado el chamaco
para jugar basquetbol en el equipo de los grandes y los rudos.
Pero
la semejanza y la similitud, de mi sobrina y mi sobrino, no solamente
responden a la estructura, genio y complexión física, sino que coinciden
en igual manera en el día y la hora del nacimiento. Ambos dos, vieron
la primera luz el 15 de marzo, con un año de diferencia. Tal casualidad
(ni tan fortuita porque sabemos que los procesos de fecundación no son
en la realidad resultado de ningún tipo de correspondencia o mensajería a
ninguna cigüeña, ni tienen que ver, los alumbramientos, con algún
tratado de libre comercio con Paris, ni con ninguna otra ciudad europea
ni americana, ni asiática, ni africana.) trae como consecuencia que para
tal fecha la celebración soporte, dos pasteles, dos abrazos, dos menús,
doble brindis y doble regalo… y doble comentario en doble sentido.
¿Qué
más puedo apuntar? En este día. En ocasión de tan importante momento.
Dicen los que saben, que las memorias del memorialista no son las
memorias del hombre común.
De
Rodolfo Tiberio Trejo Gómez… un hombre, señor joven: Inteligente,
fuerte y frágil. Buenazo, sencillo, condescendiente. Puedo recordar que
de muy pequeño, la criatura, Tiberio, llevaba sobre su cabeza una muy
hermosa cabellera rizada. Sus ojos claros se abrían con tanta inocencia
bajo los bucles de sus hermosos cabellos rubios. Todo estuvo bien
mientras su melenita crecía libremente, quebrándose, girando…
Enroscándose graciosamente sus mechas capilares… hasta que apareció la
mano pesada de una peluquera; quien tuvo la ocurrencia de darle corte
para convertirlo en hirsuto pelambre, subversivo y rebelde… hubo que
pasar muchas lunas tratando de someter, dominar, controlar, a base de
muchos masajes y cortes y oraciones, su peluca, que hubiera inspirado
algún comercial del shampoo Caprice. Tiberio, hoy (ya recuperado el
aspecto de sus greñas, con su peinado a la Robert Redford) sabe, de la
prioridad, trascendencia e importancia de localizar un buen estilista.
Comprende perfectamente las parábolas de Sansón y Dalila, y adivina todo
sobre el mito de la “mala mano”: algunos saben cortarlo, otros no. Para
tener una búsqueda de final exitoso, por si las dudas, déjate llevar
por mis chismes e incluye en tu listado fígaros con buena reputación.
De
Libia Briseida Trejo Gómez, se me hace más delicado referirme, pero
puedo con su venia subrayar que, estando en la edad de merecer, con su
padre y mis hermanos y hermanas ponemos de cabeza cuanto San Antonio se
nos atraviesa. Cada vez que se pueda procuramos que asista a la mayoría
de las bodas de la región. Le han tocado como 7 ramos de novia (casi 8
en estos días) y ¡nada! Pero seguimos con mucha fe. El día menos pensado
¡ahí está! El príncipe, azul, montado sobre brioso corcel níveo,
brioso; valiente, resuelto y decidido. Sueño con las palabras que habré
de pronunciar en el brindis nupcial, levantando mi copa y pidiendo a
toda la concurrencia ponerse de pie; bla, bla, bla.
¡No
crea usted nada! Ja ja ja mi sobrina Briseida, y ninguna de mis
sobrinas, necesitan del matrimonio para realizarse como personas
exitosas. Las mujeres no necesitan vejigas para flotar. Briseida es una
mujer realizada, profesionista, completamente feliz, así soltera y
sin compromisos, libre para como se le presente la vida, como venga.
Porque además, lejos quedó el tiempo en que las mujeres servían nada más
para tejer, hacer galletas y remendar calcetines. Los que saben dicen
que “El matrimonio no se trata de mirarse entre sí, sino de mirar juntos
hacia una misma dirección”. Las hembras contemporáneas tienden ser
ellas, a girar en su órbita propia, a regirse de acuerdo con un
peculiar, intransferible, irrenunciable sistema de valores. Se es
chingona porque se es chingona sin la necesidad de un macho que les
truene los dedos. La
mujer de hoy no vive suspirando por ningún varón que quiera concederle
el honor de su apellido. No necesitan mis sobrinas un hombre en la
figura del “tentempié”, para resolver quien las mantenga, como quién
acepta depender de un marido. Ahí están, Monjas que derriban las paredes
de su celda como Sor Juana; doncellas que burlan a los guardianes de su
castidad para asir el amor como Melibea; enamoradas que saben que la
abyección es una máscara del verdadero poderío y que el dominio es un
disfraz de la incurable debilidad.
Este
15 de marzo, cumplen años, mis sobrinos y ahijados: Briseida y Tiberio,
mis deseos cumplidos son en principio que cada año transcurrido, les
brinde 365 oportunidades de ser felices y que tengan millones de
opciones para visionar un mundo lleno de amor y tranquilidad, porque sus
tíos que mucho les queremos hemos visto en ustedes bendición y la
felicidad de su padre y de su madre. Sin apariencia social alguna y sin
ningún protocolo, puedo decirles públicamente, que me proporciona placer
y satisfacción conocer de sus inquietudes cada vez que nos reunimos;
que me siento muy orgulloso de ustedes, porque en medio de esta
humanidad convulsionada por fenómenos de disgregación ustedes se han
mantenido al margen de tanta podredumbre que prevalece. Sólo le pido a
Dios que les conceda la gracia de una vida repleta de dicha y de
abundante salud… Que nunca les falte alimento, una mano amiga y sobre
todo tranquilidad y esa alegría, en esa sencillez, que tienen y que les
hace personas muy especiales.
Un
abrazo a cada uno, por separado, porque son muy grandotes; al mismo
tiempo, juntos, cerquita, arrimaditos (no me alcanzan las manos) se hace
bastante difícil.
Felicidades.
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