sábado, 12 de marzo de 2016

Héctor, el derrumbe

Columna: Libertad Bajo Palabra

Por Édgar Hernández - 12 marzo, 2016

Ante la cerrazón duartista, el candidato Yunes Landa la está pensando.
Y es que empeñado en regatearle el apoyo partidista y rompiendo toda regla de cuidar la sucesión llevando de la mano al candidato, el primer priista Javier Duarte le cerró la llave, ordenó a la mediana y alta burocracia cero apoyo so pena de echarles encima al tribunal electoral y penetra al aspirante imponiéndole a los bandoleros de la fidelidad.
En paralelo el propio equipo del choleño se confronta.
Aparta a los “pepistas” y los duartistas del llamado “war room”, integrado por los mejores exponentes de la trampa y alquimia electoral, que más bien son puro cuento, alejan al primer círculo de Héctor y la campaña se llena de generales.
En el cuartel yunista todos son jefes, no hay tropa.
Asimismo en esta embestida contra Héctor Yunes Landa, el aparato gubernamental a través de sus operadores Erick Lagos y Jorge Carvallo, mantienen un estrecho acercamiento –financiero sobre todo- con Morena que de la noche a la mañana transita de un capital de 170 mil votos obtenidos en la elección federal del año pasado a presuntos 480 mil, según encuestas y dichos del duartismo.
¿Magia?
No. simple y sencillamente que toda la alquimia que tradicionalmente es destinada al PRI a pie de urna, se la retiran a su abanderado para ofrecerla a la izquierda de Andrés Manuel López Obrador o, en su caso, a su plan “B” que es el “independiente” Juan Bueno Torio.
Don Juan sí que salió todo un seductor.
Ha recibido todo el respaldo de Gerardo Buganza, quien le entrega su cabeza en charola de plata y del mismo Javier Duarte con quien en lo oscurito pacta.
Bueno Torio trae recursos de a montón y hasta los propios panista, como es el caso de Córdoba, se le han entregado.
No hay juego oculto.
La meta es gestar una elección de tercios en donde Javier Duarte pueda echar abajo a los dos Yunes, Héctor y Miguel Angel.
Ha consentido además la asunción de Amadeo Flores Espinosa violentado la ley electoral haciendo caer en el garlito al propio Héctor y por si fuera poco ha puesto en serio riesgo al organismo estatal electoral, el OPLE, al no entregarle un peso para organizar la elección del primer domingo de junio, de la cual el INE ya se desmarcó.
En la víspera, los consejeros del Instituto Nacional Electoral han exigido a Duarte suelte el billete para que OPLE organice la elección ya que ellos no van a pagar un centavo ni  a organizar nada. No hay respuesta, ni participación, ni apoyo, ni nada…
Ese es pues el escenario político electoral justo en momentos en que el señor Yunes Landa rinde protesta como candidato del PRI al minigobierno de dos años, un escenario en donde si eventualmente gana no dispondrá de un peso para sacar del hoyo a Veracruz.
Y es que si bien el gobierno del estado recibe un presupuesto anual de casi cien mil millones de pesos, el 75 por ciento se va a salarios, cuatro mil millones a pago de intereses de la deuda pública que ya para estas altura no se sabe a cuánto asciende (se habla de 43 mil millones hasta 120 mil millones), amén del rosario de adeudos que tiene con la UV, con los pensionados y jubilados, con los empresarios, con los dueños de los diarios, con el comercio organizado, etc., etc.
Ese es el escenario en donde Javier Duarte le exige a Héctor garantías de impunidad y no cárcel para él, Fidel y su grupo –le envía todos los días a las dos de la mañana a Erick Lagos a su casa quesque para “dialogar”- y le advierte que “sin mí no ganas”.
Habrá que insistir en que ese es el escenario priista justo el día de la fiesta, de la unción del candidato ante 20 mil personas en el WTC en donde no hay cohesión por más que se filtren encuestas de último minuto que hablan de 8 puntos arriba sobre el primo.
El primo por su parte avanza.
Cada vez se observa un mayor respaldo ciudadano en favor de Miguel Angel Yunes Linares.
Es el antecedente de un declarado voto ciudadano de castigo para PRI en donde a la par hay un tufillo que crece y va en el sentido de que en cualquier momento el del tricolor podría botar el arpa.
Y es que una campaña, más la gubernamental, sin dinero no es campaña.
Si Yunes Linares le está apostando a los dos mil millones de pesos mínimo, habría que considerar la imparcial estimación que hace el acreditado doctor Jacobo Domínguez Gudini, en el sentido de que el costo de la campaña no puede bajar de los tres mil 500 millones de pesos.
Acaso por ello también el distinguido priista, el doctor Francisco Berlín Valenzuela, habla de una sucesión pactada en donde se mueve la conveniencia federal en favor de Morena o del mismo Partido Acción Nacional.
Como sea que fuere, el mejor momento Héctor Yunes Landa se da en el peor de los escenarios.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo

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