Por JORGE CARRASCO ARAIZAGA
3 DE OCTUBRE DE 2015
Penal de Altiplano. Foto: Fernando Gutiérrez Juárez. |
El último día de septiembre, en medio de una movilización
inusual de fuerzas federales, dos internos del penal del Altiplano fueron
sacados de ahí para ser extraditados a Estados Unidos. Al mismo tiempo, presos
del módulo de Tratamientos Especiales fueron enviados a otras cárceles de alta
seguridad en Veracruz, Sonora y Oaxaca. Todos tienen algo en común: fueron
testigos de la segunda fuga del Chapo Guzmán y declararon ante la PGR lo que
vieron y escucharon el día de la célebre evasión.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- “¡Joaquín, Joaquín!”, gritaban
desde sus celdas los compañeros de Joaquín El Chapo Guzmán Loera. No hubo
respuesta.
Lo volvieron a llamar por su nombre, pese a que
prácticamente no hablaba con los otros internos.
“¿Por qué no contestas?”, preguntó uno, al ver el movimiento
inusual en el área de Tratamientos Especiales, donde están los internos de alta
peligrosidad del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 1, El
Altiplano.
–Se desmayó, pero ya está bien –intervino un custodio que se
había dirigido a la celda 20, la asignada a Guzmán y de la cual nunca fue
movido.
–¿Pero por qué no habla? –insistieron algunos internos,
entre los cuales había quienes, afuera, eran enemigos del narcotraficante
sinaloense.
–Ya se levantó. Se está recuperando –dijeron los custodios
en un intento de controlar a los inquietos presos, atentos a los inusuales
movimientos que ocurrieron la noche del pasado 11 de julio.
A la llegada del custodio siguió la de efectivos de la
Policía Federal asignados al penal y quienes reportaban al entonces jefe de
inteligencia de esa corporación, Ramón Eduardo Pequeño García.
Momentos después, guardias de seguridad se colocaron afuera
de las dos hileras de celdas del área de Tratamientos Especiales. A los reos
les quitaron sus televisores, los cuales podían tener por autorización del
Consejo Técnico Interdisciplinario del Cefereso. Se quería impedir que en las
alertas informativas de la televisión abierta supieran que su vecino se había
fugado.
Pero varios de ellos –quienes contaron a sus familiares lo
que vivieron ese día– ya tenían semanas de escuchar ruidos inusuales en su área
de confinamiento. Día y noche. Y lo declararon ante el Ministerio Público de la
Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, de
la Procuraduría General de la República (PGR).
Hoy, quienes atestiguaron lo que pasó en torno a la segunda
fuga del Chapo ya no están en El Altiplano.
El miércoles 30 de septiembre, efectivos de Marina
ingresaron de madrugada al penal. Se dirigieron al módulo 1, donde estaban
reubicados los internos de Tratamientos Especiales mientras se refuerzan los
pisos de aquella área con planchas de cemento, luego de que, según la versión
oficial, El Chapo se evadió por un túnel desde el baño de su celda.
Fragmento del reportaje que publica la revista Proceso 2031,
ya en circulación
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