miércoles, 13 de mayo de 2015

Carta a un amor perdido, a un esposo adorado. A un ser excepcional. Mi esposo querido:



 
Tomado del Facebook En Memoria de Sixto Aparicio Candelario

Hoy hace dos meses que nos dejaste. Dos meses de angustia, de sufrimiento, de dolor inmenso, de ausencia infinita. De vacío imposible de llenar.
Toda una vida juntos, luchando contra viento y marea los avatares de nuestro matrimonio, de las circunstancias positivas y negativas que aparecen a lo largo del camino que un día emprendimos juntos. Un camino sembrado de rosas y espinas, muchas espinas, pero que una sola rosa que apareciese era capaz de borrar.
Fuiste el marido ideal, el padre perfecto. Tú eras fuerza, emotividad, temperamento, vida, lucha. Tratabas de controlar lo incontrolable y era como poner puertas al campo. Cortar alas al viento.
Aun así, si había algo claro para ti, fuera de toda duda, era tu familia. Tu mujer y tu hija estábamos por encima de todo.
Pese a no saber demostrarlo algunas veces, ahora que no estás, tengo la certeza absoluta de ello, y con todo el dolor que siente tu hija y yo, agradezco a Dios que no hayas sido tú el que tuvieras que pasar por lo que nosotras pasamos.
Tú no serías capaz de soportar este vacío, esta falta, este trallazo que llevó nuestra familia, éramos tanto para ti que no hubieras conseguido superarlo.
Nosotras estamos bien dentro de lo que cabe extrañándote cada día más y quisiéramos que estuvieras tú para plantarle cara a la vida y continuar, pero lo haremos como sea, porque tú nos enseñaste cada día que nos tendríamos que poner de pie aunque nos cayéramos siempre había que levantarse.
Pusiste en este mundo una hija inteligente, fuerte, bella como tú, y ella continuará. Tu ausencia no nos la va a compensar nada, pero tu recuerdo, siempre presente, será el impulso que necesitamos, la lucha que tú nos inculcaste no será en vano. No te dije nunca lo mucho que aprendí de ti. Que mi fuerza era tu fuerza. Que me sentí muy querida y muy amada por ti que me arrepiento de no haberte dicho te amo más veces.
Te escribo esta carta esperando que a algún sitio te pueda llegar. Que desde donde quiera que estés, veles por nosotras. Desde lo más profundo de mi alma, mi esposo querido, mi amor, gracias por quererme como nadie me querrá , y por darme todo lo que me diste.
Al final no pudiste acompañarme. Ya no estarás aquí para cuidarme, ni para ver culminar su carrera a tu princesa que tanto anhelabas. Tendrás que hacerlo desde el cielo, en donde, estoy segura que si de verdad existe, tu tendrás un sitio especial, porque tú, no eras cualquiera, eras para todo y en todo, más especial que nadie.

TE AMOOOOO
FLOR

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