José
Luis Ortega Vidal
(1)
Uno de los elementos más graves respecto a
las próximas elecciones federales del 2015 en México lo constituye su camino
inevitable hacia el gatopardismo: es, será un proceso en el que todo
cambiará...para seguir igual:
·
Una
sociedad diseñada para el dominio masculino en todos los órdenes de poder,
desde el económico hasta el político pasando por el social, se ha visto forzada
a incluir a las mujeres en el acceso a oportunidades pero no termina de
compartirles las herramientas para concretarlo.
·
Se ha
denunciado –con base en la realidad- que todos los partidos colocan a
candidatas en distritos donde saben que perderán y son excepcionales los casos
donde las féminas participarán en igualdad de circunstancias contra candidatos
varones.
·
El
sistema de partidos políticos en la democracia participativa mexicana es obsoleto;
literalmente se ha podrido como el sistema político mexicano en general y una
de las vías de solución a este drama consiste en abrir los espacios de poder a
la sociedad civil.
·
Empero,
para ser candidato independiente en la elección del 2015 hay que presentar
hasta el acta de nacimiento del bisabuelo y contar con dinero que pertenece a
los dueños del poder: empresarios o clase política, quienes se lo reparten
entre ellos mismos y no lo sueltan a menos que haya garantía de complicidad en
la corrupción que les alimenta. Resultado: el o los candidatos independientes
que ganen una contienda serán hombres de fe o gente con suerte porque si
hablamos de una repartición equitativa, democrática, transparente del poder
político eso no existe en México y de aquí al 7 de junio próximo sólo se
generarán las condiciones para que no siga existiendo.
·
Nada
garantiza que usted, yo, su familia, la mía y que la inmensa mayoría de los
mexicanos salgamos por la mañana de nuestra casa y regresemos a ella en el
transcurso del día…vivos.
·
En
entidades como Guerrero, Oaxaca y Chiapas –las más pobres de México- esta
problemática de inseguridad se ha padecido durante décadas en el más alto nivel
sólo que ahora se incrementa a partir de la fallida lucha contra el crimen
organizado de parte del Estado; particularmente del gobierno.
·
En
Tamaulipas, la inseguridad representa un giro histórico: una vuelta –por lo
menos- al porfiriato, cuando la injusticia social devino inseguridad automática
ante la inexistencia de una estructura gubernamental y condiciones sociales justas
que la combatieran o la evitaran.
·
La
única diferencia estriba en que el México siglo XXI sí cuenta con una
estructura gubernamental que debiera combatir o evitar la inseguridad atroz y
sangrienta que sufre el país, nomás que la tal estructura ha cambiado de bando
como consecuencia del Estado fallido que padecemos.
·
Veracruz
no es la excepción. Acá ser periodista se ha convertido en un volado frente al
riesgo de tocar una fibra sensible del poder y por ende morir en consecuencia.
No hablo de santos y diablos. Hay historias de corrupción por todas partes en
el escenario histórico; pero los riesgos del periodismo se han incrementado
como nunca y la problemática no es sólo de individualidades sino de un contexto
social sin garantías para la Libertad de Expresión: su, mi, nuestra libertad de
expresión; la que los periodistas sólo ejercemos en términos profesionales pero
que constituye un andamiaje clave para el funcionamiento de todo entramado
humano que aspire a denominarse civilizado.
·
Añadamos
a eso el tema de las fosas clandestinas sureñas –hoy Coatzacoalcos, Cosoleacaque,
Hueyapan, Tres Valles, la cuenca del Papaloapan; antes: Acayucan, la cuenca del
Papaloapan, la sierra de Soteapan, Las Choapas, Pueblo Viejo, etcétera-.
·
¿Qué
cambiará con las elecciones federales intermedias del 2015?
· Nada.
Por una sencilla razón: los partidos contendientes son los mismos con nuevas o
muy bien evolucionadas mañas. Los candidatos –con escasas, muy, muy escasas excepciones
condenadas a la minoría Legislativa- son producto de la evolución del Poder
para protegerse a sí mismo y no para ser corregido, enmendado, compartido en
términos democráticos y con una perspectiva de desarrollo y justicia social.
·
La
democracia sin logros específicos de equidad es el equivalente a un producto
fecal. Es demagogia. Es engaño. Es basura.
·
La
democracia no es un fin en sí misma. Es un instrumento para llegar a un
objetivo: el de una mejor sociedad en términos de beneficio colectivo.
·
Los
discursos de los 10 partidos que contienden ya para integrar la próxima Cámara
Baja del Congreso son huecos, repetitivos, aburridos, basados en conceptos,
contenidos, ideas superadas en su gran mayoría por una realidad que lo rebasa
todo, que lo permea todo, que lo llena todo de un inevitable color gris: el
hartazgo nacional.
·
¿Hartazgo
de qué? De la falta de seguridad; de la ausencia de justicia; de la escasez de
empleo; del descubrimiento de que unos cuantos, los de siempre, se quedan con
el mayor porcentaje de la riqueza de México y con el mayor porcentaje de lo que
el trabajo de todos los mexicanos produce día con día.
·
Es
decir: una clase empresarial, política, de élite, dueña de la gallina, se queda
con 7 de cada diez huevos; nos pone a engordar a 2 de 3 polluelos
sobrevivientes; luego ese mismo sector se come los 2 pollos y a más de 100
millones de mexicanos nos permite acceder a 1 huevo, con el que debemos
alimentarnos cada año bajo la triste noticia de que –encima de todo- estamos
endeudados porque –entre otras razones- somos, según el discurso oficial al que
la mayoría le hace caso, bien huevones, irresponsables y no valoramos la
tremenda riqueza que Dios nos dio y que nuestras autoridades distribuyen con
suma generosidad.
·
O sea,
pa´ acabarla de chingar debemos admitir que somos ingratos.
·
Y
bueno, el caso es que nada de esto cambiará el próximo 7 de junio.
·
No hay
modo de que una realidad tan compleja y con problemas de raíz tan profunda como
la nuestra, se modifiquen en cuatro meses.
(2)
¿Cuál es el camino entonces?
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