Déjame que te cuente…
Por Sergio M. Trejo González.
Se me hizo
tarde, son cosas que suelen pasar en la vida y, en este caso, también en la
muerte. No tuve tiempo, nadie me previno. Diría Jorge Luis Borges: «Si para
todo hay término y hay tasa, y nunca más, y se acabó, y olvidó, quien nos dirá
de quien, en esta casa, sin saberlo nos hemos despedido...».
Cuando me
enteré que el profesor Clemente Suriano Mateo había fallecido, ya lo habían
sepultado... Eso fue en diciembre del 2002. El maestro, cumple este 10 de
diciembre su décimo cuarto aniversario luctuoso, 14 años de que se nos adelantó
en ese viaje sin retorno y no había tenido oportunidad de recordarlo como se
merece, de manera amplia, cumplida y bastante, en estos espacios periodísticos,
lugares de comunicación, que el mentor procuraba mantener y enriquecer con sus
colaboraciones y como corresponsal por 12 años del “Gráfico”.
No me dio
tiempo de participar en el sepelio de este personaje de Acayucan, que tuve la
oportunidad de conocer muy de cerca en sus múltiples reflejos humanos.
Político, líder, periodista, taxista, educador de verbo fácil, florido,
folklórico... describía en sus discursos con elocuencia los caminos, cañadas, campiñas, milpas y cañaverales.
Vibrante cuando se dirigía a sus «hermanos campesinos». Tenía un dominio
especial del idioma, eso le daba derecho a usar con propiedad las palabras
domingueras y las charlas cotidianas... circunloquios metafóricos, alegorías en
su conversación. Podríamos rescatar aquí toda esa gama de frases, junto con sus
anécdotas, para llenar muchas páginas. No se medía el maestro en su riqueza de lengua.
Sabía demasiado: Del Dios Tláloc, de la selene, de los meteoros naturales, de
la guapoyola y del pispiote y de la chichicuilota. Frases y más. Sabia de todo este
señor, generoso en su léxico tanto como en su cuerpo.
«El tribuno
de Acayucan» me llamaba afectuoso en aquellos tiempos que compartimos lugares y
responsabilidades institucionales. Enfatizaba el respeto a las instituciones en
tiempos difíciles por los que Acayucan atravesaba... era entonces dirigente
agrario, y síndico tercero, y diputado suplente... de aquel general Celso Vázquez.
Dirigente combativo, de opiniones fuertes y directas y valiosas. Lo escuché,
muy encabronado fustigar a los arrastrados y a los sin conciencia; Llamaba a
los rateros, rateros y a los lambiscones, lambiscones.
Hace 14 años
se jubiló de la vida el maestro. Se marchó físicamente de la calle
Independencia del Barrio Tamarindo, donde lo extrañan y lloran su esposa y sus
hijas. Sus colegas de la asociación 7 de Junio, sus compañeros de trinchera
política. Sus amigos de aventuras, Yayo Gutiérrez, Jorge Cárdenas, German “El Católico”
Jiménez, Ramón Roca, por supuesto que lo recordamos aquellas anécdotas perennes
en algunos lugares de reunión social, musical y bohemia. Hoy quizá por eso lo
recordamos en un Café Literario, celebrado en la sala de Cabildos. Más de una
vez hemos brindado por él, pero hoy, deseo significar su paso por esta vida,
aunque se me hizo tarde, nunca lo será para rendirle otra vez, homenaje
modesto, sensible y fraternal, a quien tantas cosas profundas dijo, quien
tantas cosas escribió, quien tantas cosas realizó: Que continúe descansando en
paz el maestro Clemente Suriano Mateo. Que descanse tranquilamente su alma, la
que pasó por la tierra con sus alegrías y sus dolores, con sus esperanzas y sus
luchas.
Si el
Todopoderoso me permite llegar a usted maestro, con un pequeño retardo, permítame
darle un abrazo caluroso... Hasta donde alcance.
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