Jenaro Villamil
Perredistas protestan contra la aprobación de la reforma energética en San Lázaro. Foto: Miguel Dimayuga |
Ante un país en su mayoría silenciado y una obsecuente
mayoría del Congreso de la Unión, el presidente Enrique Peña Nieto
encabeza este lunes 11 la ceremonia de promulgación de las leyes que
culminan la reforma energética emprendida por su gobierno, pero no
necesariamente originada en México. El país da un giro radical de la
mano de los designios de Estados Unidos. Una y otra vez, el actual
mandatario y sus antecesores han negado la existencia de acuerdos
previos con Washington y con las grandes compañías estadunidenses para
dejar prácticamente en sus manos la riqueza petrolera nacional. Esos
pactos, cristalizados ya en la forma de Acuerdos Transfronterizos sobre
Hidrocarburos y reforzados con las nuevas leyes, irían mucho más lejos:
según un informe del Senado estadunidense, “las reformas energéticas
determinarán en qué medida México será parte de la futura seguridad
energética de Estados Unidos y América del Norte”.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El paquete de seis
dictámenes de la reforma energética que se aprobó por ambas cámaras del
Congreso mexicano fue planeado, diseñado y cabildeado desde la oficina
de un poderoso senador estadunidense, el republicano Richard Lugar,
quien el 21 de diciembre de 2012 pronosticó, en un extenso informe al
Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, presidido
por John F. Kerry, que los Acuerdos Transfronterizos sobre
Hidrocarburos (ATH) –para regular los yacimientos en el Golfo de México-
se convertirán en el “Caballo de Troya” para permitir la apertura
completa de las inversiones extranjeras en el sector.
En la parte medular de su informe de 33 cuartillas, el veterano senador por Indiana advirtió:
“Los Acuerdos Transfronterizos sobre Hidrocarburos (ATH) permitirán
por primera vez a compañías petroleras internacionales que cotizan en
Estados Unidos trabajar en asociación con Pemex, sin incluir contratos
de servicio. Muchos observadores se muestran optimistas de que el ATH
sea el metafórico ‘Caballo de Troya’ (equivalente del dicho en inglés camel’s nose under the tent; literalmente, la nariz del camello bajo la tienda), que pavimente el camino para una reforma más amplia en México”.
“No hay garantía de que ésta se dé”, escribió Lugar tres semanas
después de que tomara posesión el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero
le advirtió a la administración de Barack Obama que si Estados Unidos no
aprobaba los ATH “podría frenar el impulso para una reforma energética
doméstica en México”.
“Los ATH ayudan a demostrar que el patrimonio petrolero de México
puede ser protegido bajo un régimen de producción conjunta con compañías
de Estados Unidos. Algunos funcionarios de alto nivel (mexicanos)
sugirieron que la aprobación de ATH podría ayudar a promover una reforma
energética más amplia en México”, abundó.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 1971, ya en circulación)
No hay comentarios:
Publicar un comentario