domingo, 15 de junio de 2014

Día de la Libertad de Expresión / Acayucan


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Déjame que te cuente…

Por Sergio M. Trejo González.

Hoy 7 de junio, día de la Libertad de expresión. Fecha en que mis amigos, los periodistas, estuvieron celebrando en grande. No sé, con desayunos, comidas y cenas. Además caería en sabadito y eso brindó la oportunidad para, cuando menos, 3 días de fiesta; sobre todo ahora que las autoridades municipales mantienen excelente relación con las editoriales y con los reporteros.
Quiero entonces sumarme y sumirme a las felicitaciones incalculables y merecidas para todos los que de alguna manera se dedican a la difícil y cruenta labor del periodismo. Y, créame por favor, no exagero mis conceptos ni adjetivos, si analizamos lo peligrosa que viene siendo la tarea de comunicar en una atmósfera de tensión, consunción y descomposición social. En estas convulsiones trabajan los periodistas de esta generación, muchas veces con un saldo fatal. ¿Cómo caminar en estas arenas movedizas? La historia del periodismo nos regala numerosas brújulas para no perdernos.  Sobre todo en temporadas que se nos distrae hasta la intoxicación con el piojo en la cabeza del fútbol y los corazones rotos de las telenovelas. Ya no hablamos de corrupción, nepotismo, ni de tráfico de influencias  que viene siendo peccata minuta, si lo comparamos con el tema de la seguridad. En fin, el periodismo, que ahora observo puede verse caminar sobre la corriente de la información, que fabrica la versión oficial, pero también sobrevive aquél que, ha corrido el riesgo de ser un testigo incómodo para narrar, con veracidad y cercanía, los hechos de la historia reciente.
¿Qué decir, a estas alturas, de esa herramienta maravillosa que es el internet y sus redes sociales?
Tal vez nada pero son plataformas que nos obligan a diario a reinventarnos, a crear nuevos lenguajes, a movernos más rápido, a ir más lejos; herramientas que también son amenaza y un peligro de que prive la mediocridad, la pobreza de la palabra escrita o pronunciada y donde la mentira suele correr mucho más veloz que la verdad.
Empero mis elucubraciones me alegra y conmueve enterarme que Julio Cesar ortega y Aguirre y Fina Reyes,  serán galardonados en la capital del estado con motivo de tal festividad. Caramba, eso me complace y satisface. Espero tener la oportunidad de brindarle un abrazo cálido al conocido comentarista de la “K, Buena” y a la autora del “Glamour”.
También deseo extender mis congratulaciones a los demás compañeros tundeteclas. A los contemporáneos y a los antiguos periodistas que por ahí andan en la talacha informativa. Don enrique Reyes, Eva López, Marquiño, a Isela, Esperanza Arias, a Carlos Delgado, al Villo, Celdo, Susy, JL. Un saludo nice para mi tocayo Bremont y otro saludo a Barragán y a Jorge Cárdenas, chucho Gutiérrez, al Gabo y a Tolentino, a Gustavo González Godina, José Luis Ortega Vidal y Cecilio Pérez Cortés, un abrazo muy fuerte. Deseo sinceramente que disfruten del agasajo que por ahí seguramente se anda organizando. Cierto que en algunas ocasiones me invitan, pero en realidad yo no soy periodista puro. Sin entrar en detalles técnicos lo que me gusta es la crónica de banqueta y mercado, de patios y tendederos, las reflexiones cursilonas, preñadas de nostalgia y deliberación onírica. Moldeo e hilvano, para distraerme, algunos ensayos que van del cuento a la ristra de acontecimientos, con opiniones logradas en la cotidianidad, en la comprensión que mis divagaciones no llegan a satisfacer la necesidad de información que la gente busca porque se trata casi de una expiación de mis pecados. No me atrevería a formular una nota roja, ni rosada, cuando, mucho de humor negro, porque lo mío es de otras tonalidades dirigidas al ciertos lectores extraviados que buscan en los periódicos esa linterna de Diógenes o el quinqué de Aladino; por ello en ocasiones mis digresiones y soliloquios sirven únicamente para expiar estados de ánimo. garabatos que se disipan en el olvido, como aquel humo de olorosos cigarrillos que en espirales se remonta al cielo para simbolizar, al resolverse y disolverse en nada, la vida de los sueños, o como las hojas que en el otoño caen de los arboles significando  el final de las ilusiones y  de la existencia.
En fin, soy un admirador del trabajo periodístico desde muy pequeño, quizá porque mi dificultad para aprender a leer, al principio, me llevaba a la desesperación o a lo mejor porque he conocido y tratado  a periodistas valientes y cabrones, a otros  inteligentes  y profundos, sin perjuicio de los habilones, los mercenarios y los chantajistas. Asi he venido comprendiendo esto que resulta como en cualquier trabajo, hay de todo. Lambiscones y zalameros pero también personas de mucha dignidad y categoría.
No puede dejar de estar presente hoy, en este momento, la memoria de los compañeros periodistas que se adelantaron en el viaje sin retorno. Podría su servidor observar los nombres de muchos porque, eso sí, tengo buena memoria; sin embargo hoy no quiero importunar con mis cuitas melancólicas, en la comprensión de que eso y más, será expresión en los discursos y entrega de reconocimiento, que, seguramente, tendrán lugar en algún banquete o ceremonia, igual que con el “bailongo” instituido “realmente” por el ayuntamiento más folklórico que los acayuqueños hubiéramos soñado.
Muchas felicidades.

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