Foto: Presidencia
Por Alejandro Gutiérrez
3 de mayo de 2014
De 2009 a la fecha Angélica Rivera ha ido tres veces al
Vaticano. Las dos primeras lo hizo con su esposo, Enrique Peña Nieto, pero la
última fue sin él, aunque con su representación oficial para la ceremonia de
canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II. En este viaje –que aprovechó para
visitar a viejos conocidos de la farándula– la acompañó un séquito de 15
personas, entre familiares y amigos, y se transportó en un avión de la Armada.
Antes pasó unos días en Madrid, donde aquella representación oficial no le
alcanzó para asistir a la entrega del Premio Cervantes a Elena Poniatowska,
pero sí para pasear y acudir con sus hijas a algunos espectáculos frívolos.
MADRID (Proceso).- El 23 de abril, el avión ejecutivo
Gulfstream G550 matrícula ANX-207, perteneciente al gobierno de México,
aterrizó en el aeropuerto de Barajas en esta capital. En él viajaba Angélica
Rivera Hurtado, esposa del presidente Enrique Peña Nieto, quien inició aquí un
periplo que la llevó al Vaticano, donde asistió a la ceremonia de canonización
de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II, cuatro días después.
El hecho pasó prácticamente inadvertido pues ese día los
reflectores estaban puestos en la Universidad de Alcalá de Henares, donde la
escritora mexicana Elena Poniatowska recibía el Premio Cervantes 2013 de manos
del rey Juan Carlos (Proceso 1956).
El 23 de abril Poniatowska, ataviada con su huipil tejido
por indígenas juchitecas y su potente discurso pronunciado en la ceremonia, y
el monarca español, quien retomó una activa agenda pública después de vivir
horas bajas por las polémicas en que se vieron envueltos él y su familia en
meses recientes, acapararon la atención.
Angélica Rivera y su séquito parecieron no saber que iba a
tener lugar esta ceremonia, de gran importancia en el ámbito cultural.
Y aunque la residencia oficial de Los Pinos no emitió una
comunicación oficial sobre el viaje de Rivera para estar presente en la Sede
Apostólica, la noticia fue divulgada por la prensa mexicana, citando fuentes
gubernamentales y diplomáticas, según las cuales Rivera iba al “frente de la
delegación oficial de México” y “en representación de su esposo”.
Una fuente del gobierno federal confirmó a Proceso desde
México que ella llevaba esa “representación oficial” al Vaticano, incluso habló
de su llegada a España cuatro días antes de la investidura de los dos Papas,
pero omitió los detalles de ese itinerario. Consultado al respecto en esta
capital, Ramiro Pineda, vocero de la embajada de México dijo que “oficialmente”
no tenía información sobre la visita de la consorte de Peña Nieto.
No obstante, fuentes aeroportuarias confirmaron que la
aeronave tuvo los permisos –habitualmente gestionados por la embajada– para el
sobrevuelo en el espacio aéreo español, el uso del aeropuerto –la aeronave
incluso pernoctó en el área de aviación privada– y el uso de la sala para
autoridades.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1957, ya
en circulación)
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