sábado, 22 de marzo de 2014

Un inocente en la cárcel



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•“El cisne” tal cual
•“Mercenarios del periodismo”

Luis Velázquez Escenarios
Veracruz. 22 de Marzo de 2014.-I Aquella mañana del 8 de mayo, 2011, en un restaurante de Xalapa, la policía cumplió una orden de aprehensión.
Acataban así la denuncia de Alberto Silva, entonces presidente municipal de Tuxpan, quien acusaba a cuatro trabajadores de la información de “mercenarios del periodismo”, ‘asegún’ porque pretendieron extorsionarlo con unas fotos familiares que, se afirma, él mismo había trepado a las redes sociales.
Sin más, la policía se llevó a la cárcel a los señores Alejandro de la O Fernández, Carlos Antonio Ruiz, Isaías Armenta y José Ricárdez Manrique.
Luego de haber recibido la orden porfirista de “mátalos en caliente y luego averiguamos”, antes de ser sometidos a un juicio, uno de ellos, Carlos Antonio Ruiz fue liberado dada su amistad con la señora María Georgina Domínguez, entonces directora de Comunicación Social y vocera del gobierno de Veracruz.
El trío restante pasó varios meses, más de un año, parece, en el penal de Pacho Viejo.
Pero de entre los tres, uno de ellos, era y es inocente. Se llama Isaías Armenta, y quien de cualquier manera fue privado de su libertad.
De ese tamaño es el hígado de Silva. Su odio. Su resentimiento. Su formación política y humana.
II
José Ricárdez Manrique parece que es el mismo reportero que fuera azotado de manera despiadada con una moruna por el subsecretario General de Gobierno, Héctor Yunes Landa, en el fidelato.
Incluso, en la misma oficina de palacio en Xalapa.
De ser así, ocurrió de la siguiente manera: de acuerdo con las versiones, durante mucho tiempo Manrique se ocupaba en su espacio periodístico en un diario de Poza Rica de Yunes Landa.
Un día, Héctor dejó que la sangre libanesa hirviera con ebullición y armó una estrategia.
Invitó al reportero a platicar en su despacho y cuando ya lo tenía en el privado, el subsecretario entró con una moruna en la mano derecha.
Y de inmediato lo agarró a morunazos.
Es más, y cuando lo tenía en el suelo lo siguió agarrando de sandía… exorcizando como en un conjuro la rabia mitad palestina y mitad israelita contenida en las venas.
Luego, y mientras el tundetecleas reposaba casi en el desmayo, el subsecretario tomó el papel tamaño oficio donde había redactado con su puño y letra la renuncia y fue a la oficina de Fidel Herrera.
Le informó. Y al mismo tiempo le dijo que dimitía.
Entonces, el góber fogoso le dijo: “Vete a trabajar; pero domina tu ira. Así está escrito en la Biblia”.
Años después, y si como parece el José Ricárdez de Yunes Landa es el mismo de Alberto Silva, terminaría privado de su libertad.
III
Isaías Armenta es amigo de los tres: Alejandro, Carlos y José.
Y aquella mañana del 8 de mayo, 2011, fue invitado a desayunar.
Y cuando los polis llegaron al restaurante se llevaron al cuarteto.
Y por más que Isaías alegaba inocencia, vivir y estar en paz con todo el mundo, nunca, jamás, fue escuchado por la policía, el agente del Ministerio Público, el juez, el alcaide, ni por nadie, vaya.
Inocente, sin deberla ni temerla, Isaías Armenta estuvo privado de su libertad.
Y aun cuando su familia contrató un abogado la orden superior fue determinante.
La cárcel para los llamados “mercenarios del periodismo” por uno de “Los niños de la fidelidad”.
IV
Fernando Gutiérrez Barrios, político sereno y reposado, prudente y tolerante, conocedor de la naturaleza humana, mirada de Estadista, con una experiencia fuera de duda, era categórico cuando decía que ene millón de veces preferible el libertinaje en el derecho constitucional de la libertad de expresión a la represión.
Miguel Alemán Velazco como gobernador vivió en una burbuja de cristal y nunca, jamás, escuchó, digamos, “el ladrido de los perros periodísticos”. Simple y llanamente, los ignoraba. Andaba en otro mundo. Tenía otros objetivos.
A Patricio Chirinos Calero también le valió “la estampida de búfalos” mediáticos. Igual que Gutiérrez Barrios, su mirada estaba en el altiplano, al lado del presidente Carlos Salinas, de quien fuera asesor político.
Claro, y como dice el refrán popular, hay políticos con la piel frágil y quisquillosa, y más, mucho más, como en el caso, cuando son mediáticos y necesitan del papel y los titulares para ser y existir.
Pero en todo caso y, por lo pronto, el hecho de encarcelar, mínimo, a un inocente, como a Isaías Armenta, exhibe la otra cara de la moneda en Alberto Silva. Su identidad, digamos, más allá de ser un tipo estiradito y delicado, según claman sus fans.

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