CLAROSCUROS
José
Luis Ortega Vidal
(1)
Para
los emperadores y el pueblo romanos el enfrentamiento entre seres humanos y
animales feroces, que generalmente concluían con los cuerpos de hombres ensangrentados
y devorados por leones o tigres,
constituía un hecho -además de divertido- separado de lo que ellos
consideraban el orden legal.
Las
víctimas del Circo eran esclavos o bien rivales capturados en conquistas.
A
su vez, los griegos de la época pre-cristiana fueron creadores del concepto de
la democracia pero ésta operaba bajo ciertas normas: una de ellas consistía en
que ni mujeres, ni gente pobre, ni esclavos tenían acceso al voto.
En
el siglo XVI, tras su arribo a la gran Tenochtitlan, los soldados españoles
fueron apoyados por los frailes de diversas congregaciones católicas
-franciscanos y dominicos, entre ellos- en el control, dominio y exterminio de
las culturas nativas.
Los
representantes de etnias como los Huastecos, Chichimecas, Totonacos, Mayas, Nahuas,
entre muchas otras podían ser asesinados, violados, sometidos y esclavizados
sin que mediase pudor alguno entre los conquistadores.
La
razón: para los sacerdotes y soldados representantes del Imperio ibérico los
nativos de Mesoamérica no tenían alma y por tanto no se les reconocía la
categoría de seres humanos.
Matarlos
era el equivalente a dejar sin vida a un animal.
La
concepción del otro, del diferente, del ajeno a la fe, la cultura y el poder
propio como un Ser inferior, forma parte de la historia humana.
(2)
Hay
elementos en el mundo contemporáneo que vuelven vigentes algunos aspectos
bárbaros de viejas culturas; por más que de éstas hayamos heredado buena parte
de su desarrollo filosófico o científico.
En
la política, por ejemplo, asoman aspectos como la codicia que sigue marcando el
comportamiento humano en pleno siglo XXI y en medio de la Revolución
Tecnológica que vivimos.
(3)
Los
asesinatos de niños en Michoacán y Tabasco, como resultado de los procesos de
descomposición social que se padecen en ambas entidades, es un elemento que
prueba la anterior aseveración.
Me
refiero a niños que mueren a balazos por haber estado en el sitio donde se
desató una balacera o por ser hijos de alguien que resultó ejecutado por sus
enemigos en el ámbito delincuencial.
En
Veracruz, la muerte del joven cantante Gibrán David Martiz Díaz es motivo de un
análisis particular.
En
torno a este caso hay numerosas variables que deben tomarse en cuenta.
El
muchacho fue ejecutado con un tiro de gracia. Fue víctima del crimen organizado
y éste incluye la complicidad de policías al mando de la Secretaría de Seguridad
Pública en la entidad; cuyo titular ha reconocido tal responsabilidad y anunció
la detención de 7 de ellos.
Semejantes
a Gibrán David Martiz Díaz, las estadísticas nos marcan un número muy amplio de
jóvenes veracruzanos víctimas de la delincuencia.
Sus
casos –empero- no son tratados en las mismas condiciones que el del cantante
por razones mediáticas y políticas.
-
Gibrán David Martiz Díaz trabajaba para TELEVISA, una poderosa
empresa que durante más de medio siglo ha monopolizado –con la complicidad
estatal- el discurso masivo vía la televisión, por medio de contenidos
mayoritariamente anodinos y muchas veces dirigidos a la manipulación antes que
al desarrollo cultural y educativo.
-
Gibrán David Martiz Díaz murió físicamente y ahora vuelve a morir
mediáticamente.
-
La primera muerte le vino con un balazo en la cabeza y la segunda
ocurre en las redes sociales, donde aparecen fotos suyas posando junto a armas
y en actitud retadora.
-
Desde la perspectiva de una parte de la sociedad usualmente
insensible, así como de un sector político vinculado al poder por el poder
mismo, Gibrán David Martiz es una estadística más.
-
Para este mismo ámbito del Estado, Gibrán David es un elemento que
permite golpear al rival político, subir el rating en la TV o constituye apenas
un “caso” que “calienta la plaza”.
-
Ligado o no a sectores fuera de la Ley, el joven veracruzano
secuestrado con el apoyo de policías, es una víctima atroz por donde se le
quiera ver.
-
Su historia delata un escenario social y político del México y el Veracruz
actuales donde las complicidades son el pan de cada día.
(4)
La
historia de Gibrán David -por sus características particulares- exhibe la
pudrición de una sociedad en la que todos somos cómplices y cuyos gobiernos,
ciudadanía, medios de comunicación y el crimen organizado construimos nuestro un
Coliseo social e histórico donde todos somos víctimas directas o indirectas;
consolidadas o potenciales.
(5)
Apenas el martes 14 de enero, el Secretario de
Gobernación Miguel Osorio Chong acudió a la graduación de las generaciones 7 y
8 de la Academia de Policía de El Lencero.
El reconocimiento –una semana después- de la
participación de policías estatales en un caso de secuestro y asesinato implica
la admisión de una falla estructural grave en el organismo responsable de la
seguridad veracruzana.
Se pueden hacer aseveraciones políticas a partir de
estos hechos; de hecho, se están haciendo ya.
El tema, sin embargo, es mucho más grave que una
simple lucha de grupos de poder de cara a la futurología electoral.
Es el presente el que se nos sale de las manos y
ello ocurre en muchos de los elementos que constituyen nuestra cohesión social
e histórica.
(6)
De
un modo o de otro, todos caminamos paso a paso al espectáculo donde los leones
y tigres terminan devorando a los esclavos.
¿Quién
es esclavo de quién?
En
un escenario tan voraz y sangriento como el del México actual, donde la
injusticia social y la debilidad institucional crecen momento a momento, todos
nos estamos esclavizando a todos.
Unos
más, unos menos.
Esa
es -acaso- la única, pequeña, cruel e injusta diferencia.
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