04/09/2013
Para el gran Pedro Ferriz Santacruz,un hombre y un comunicador pleno.
El senador Omar Fayad demandó ayer en el Congreso
saber cuál es la mano que mece la cuna de la Coordinadora. Tiene toda la
razón en reclamarlo, pero no será sencillo saberlo, establecerlo con
claridad, porque no hay una mano: son varias, de distinto origen y en
diferentes momentos, las que han estado o están detrás de la
Coordinadora. Y el tema no admite respuestas sencillas.
Lo primero que se debe establecer es que la Coordinadora y sus
distintas secciones tienen diferentes orígenes. La más importante y con
mayor capacidad de organización es la Sección 22. Nace de legítimas
luchas políticas en los años 80 con la confluencia de distintas fuerzas
de izquierda, la mayoría de ellas radicales, y en contra del liderazgo
de Carlos Jonguitud. Su peso, coincidente con el de
distintas fuerzas de izquierda en el estado, tanto a nivel de partidos
legales como de conatos de guerrillas, llevó a la administración de Heladio Ramírez a concederles (estábamos en 1989, en pleno proceso de recomposición del magisterio luego de la caída de Jonguitud)
numerosas concesiones. La descentralización educativa les sirvió,
además, para establecer acuerdos autónomos con el estado que terminaron
engarzando una loca cadena de concesiones de los que no goza ningún otro
grupo sindical en el país. En los hechos, la Sección 22 se quedó con el
control no sólo de la mayor parte del magisterio en Oaxaca (existe una
sección, aliada al SNTE, la 59, con mucha menor presencia) sino también
con el presupuesto: maneja unos nueve mil millones de pesos al año. Ese
es su punto fuerte y su margen de independencia, pero para ello depende
del control de sueldos y plazas. Por eso su virulencia contra la
evaluación o su negativa a cambiar el régimen de entrega de plazas en
automático o en herencia que ahora practica.
¿Quién maneja la Sección 22? Le encantaría a López Obrador
pensar que él es quien la controla. En realidad existe una estrecha
relación entre ambos de tiempo atrás, pero debería quedar en claro que
no son lo mismo. La Sección 22, como la 18 en Michoacán, tienen un
amplio margen de autonomía respecto a los partidos nacionales. No se
subordinan a ellos, se alían respecto a causas o momentos, intereses o
candidatos. Pero su principal objetivo es defender sus propios espacios
de poder. En ese camino han tenido todo tipo de alianzas: en 2006 se
aliaron con el ex gobernador José Murat en contra de su sucesor, Ulises Ruiz. El movimiento de la APPO terminó apoyando a López Obrador, pero sobre todo estaba contra Madrazo. Apoyaron a Gabino Cué para gobernador, pero porque su rival era gente de Ulises y cuando Cué designó a Irma Piñeyro (proveniente del magisterio, porque Gabino
también había tenido apoyo del SNTE) como secretaria de Gobierno se
fueron en su contra. El año pasado votaron por el PRD, por dos razones:
porque apoyaron a López Obrador, pero también porque existen sectores de la 22 que están ligados desde tiempo atrás a Los Chuchos, a Jesús Ortega y Jesús Zambrano, hombres que ahora los olvidamos, pero que también tuvieron su origen político, sobre todo Zambrano,
en corrientes de izquierda muy duras. Y algunos de esos lazos, con los
dirigentes más moderados de la Coordinadora se mantienen.
En ese sentido son diferentes a otras secciones, como la 9 del DF, íntimamente ligada a las corrientes de René Bejarano y Dolores Padierna.
Son un grupo mucho más pequeño, tienen menos influencia y dependen
mucho más de la agenda política coyuntural de sus líderes partidarios.
Pueden ser igual o más violentos, pero su peso real es menor y el margen
de operación autónomo también.
Un ejemplo: ¿apoyarán o no los grupos de la Coordinadora las manifestaciones de López Obrador
contra la reforma energética y fiscal? En el papel, sin duda. Con apoyo
de manifestantes también. Sin embargo, habrá que ver qué negoció (si es
que esa negociación concluyó, que todo indica que no) la Sección 22 con
el gobierno. El dato de que se congelaran los salarios a los faltistas
es clave en ese sentido, y la implementación de la ley del Servicio
Profesional Docente respecto a plazas y comisionados, también. Porque
dependen de esos recursos y de mantener las plazas para conservar su
poder.
Sin duda habrá grupos que estarán jugando sus propias cartas
político-partidarias, pero habrá que ver hasta dónde y cómo apuestan. La
Sección 18 tendrá un recorrido similar a la 22. La de Guerrero depende
mucho de los recursos y acuerdos con el gobierno local, porque no es
hegemónica en el estado. Tampoco la 9 en el DF. En todas hay sectores
muy radicales que tratarán de impulsar esa “insurrección” de la que
hablaba el líder de la Sección 18. Pero ello dependerá, en mucho, de la
operación del gobierno federal y de los locales para establecer
políticas que le puedan, o no, colocar límites a esos intentos. Porque
son muchas las manos que mecen la cuna de la Coordinadora. (Excélsior).
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