viernes, 12 de abril de 2013

Los niños ingratos de la Fidelidad, entre Playboys, gente bonita, VIP, de Veracruz

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  • En los tiempos aquellos llegaban al café para que un mecenas les invitara un lecherito y una canilla
  • En política “amigo que se encumbra… amigo que se pierde”
  •  Asestaron la puñalada trapera a quienes les extendieron la mano
Por Luis Velázquez

Veracruz, México; 12 de abril, 2013.-- ¡Ah, años aquellos cuando éramos felices e indocumentados!
Entonces, los ahora conocidos como “Los niños de la fidelidad” andaban por la vida a la quinta pregunta. Sin un pinche centavito en la bolsa. Pránganas. Pero llenos de ideales y principios. Sueños utópicos.
Por ejemplo, luego de un evento partidista, una ceremonia pública donde se acercaban para saludar a los encumbrados y los vieran, iban al café de “La Parroquia” para husmear a un mecenas que les invitara el lechero y una canillita, de perdis.
Y, por lo regular, el padrino siempre era el mismo. Gustavo Sousa Escamilla, entonces, abogado litigante. Próspero. Exitoso. Galán. Playboy. Ludópata. Buenos cromos, cromazos, a su lado.
Y Tavo Sousa les pagaba el café. Y hasta se los tomaba con ellos. Y, de paso, claro, les hablaba de política. Su héroe, Fidel Herrera, el senador de la República, el cuatro veces diputado federal. El adolescente que vendiera longaniza y cocadas en la Cuenca del Papaloapan y supo, como pocos, levantarse por encima de la miseria y la pobreza.
Así, aquellos jóvenes que desde entonces soñaban con el PRI (cada mexicano, dicen, traen a un indito Juan Diego y a un pequeño PRI en el corazón) se le fueron metiendo hasta el tuétano a Tavo Sousa.
Y un día se descubrieron en su despacho jurídico. Con secretarias. Teléfonos. Oficinas. Privado. Cafecito recién hecho. Pan calientito que compraban en la pastelería “Colón”, en la avenida Independencia.
Hasta allá los llevó Tavo Sousa. Les abrió, incluso, la puerta de su casa. Alternaban con otros playboys. El mundo color de rosa. La gente bonita. VIP.
Entonces, ni hablar, trepados en la esperanza, “porque la esperanza dura más que la lealtad”, aquellos muchachos conocieron a otros jefes: Gabriel Pérez Gutiérrez, “El chopo”, a quien llamaban “Tío Gabriel”; Adrián García, al que decían “Tío Adrián”. Bueno, hasta “El chopo” se convirtió en héroe sexual de algunos de ellos, porque en su vida desfilaban un número incalculable de mujeres que entraban y salían de su oficina en palacio municipal como regidor. (Claro, pura audiencia, dirán las buenas conciencias).
Allí estaban, entre otros, Luz Carolina y Gustavo Gudiño Corro, Frank Retolaza García, Tavo Silva, Víctor Carrillo.
También: José María Pellit, Raúl Díaz Díez, Salvador Manzur, Carlos Enrique Levet Rivera.
De pronto, aquellos muchachitos le llegaron al senador Fidel Herrera. Y “El tío” también les dio juego. Y los involucró en su dinámica. El sueño que traía desde 1998 cuando quiso la gubernatura y se la ganó Miguel Alemán Velasco. 1992, cuando también la miró y se la ganó su examigo, Patricio Chirinos Calero.
“AMIGO QUE SE ENCUMBRA… AMIGO QUE SE PIERDE”
Y llegó el fidelato. Y algunos chicos se encumbraron. Unos, claro, más que otros. (La vida, caray, es así. No todos pueden ser Carlos Slim ni tampoco Fidel Herrera. Pero, bueno, la luchita se hace).
Carolina Gudiño, cuatro cargos públicos en menos de un sexenio; Salvador Manzur, tres en el sexenio: Levet Rivera, uno solo.
“El chopo”, uno solo, en la procuraduría de Justicia: Raúl Díaz, uno solo, en el PRI; Adrián García, “El tío Adrián”, uno solo.
Ni hablar, lo establece el dicho ranchero, “amigo que se encumbra… amigo que se pierde” y “Los niños de la fidelidad” agarraron camino. Otra relación amical. Otros cuates. Otras lealtades. Otros intereses.
Y ni modo, dejaron de gorrear el café y la canilla en “La parroquia” a Tavo Sousa, y lo que es peor, se olvidaron de Tavo Sousa. Lo dejaron por ahí, a la deriva, dos veces tumbado del caballo camino a la alcaldía jarocha. Y ni quien extendiera la mano para rescatarlo del silencio, el anonimato, el montón. Ni siquiera, vaya, la alcaldesa jarocha, vaya, por ser mujer. (Tomado de El Piñero de la cuenca/ abril del 2013)

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