Diferentes categorías de periodistas
Veracruz, Veracruz. 01 de septiembre de 2012.- DOMINGO.- Periodistas tienen precio…
Los políticos han establecido diferentes categorías de reporteros.
Por ejemplo: para unos existen periodistas ambiciosos, vulgares y desesperados.
Alguna vez don Fernando Gutiérrez
Barrios, qepd, secretario de Gobernación, gobernador de Veracruz, dijo:
“hay reporteros con quienes me siento a desayunar y todavía no sirven el
café y están pidiendo el favor”.
Y es que, bueno, ni hablar, unos
trabajadores de la información desayunan, comen, cenan y/o toman un
cafecito con un político y luego enseguida se manifiestan, pidiendo un
favor, que por lo general gira alrededor de un billetito, el pago de una
operación quirúrgica inventada sobre las rodillas, un viaje de estudio
al extranjero, una beca para el hijo, unas placas, una obra pública para
la constructora de un amigo, etcétera.
Así, luego enseguida suelen abaratarse, porque el político sabe, está seguro, cierto, que tienen precio.
Y como dice el filósofo de Nopaltepec, “lo que en política se compra con dinero… sabe barato”.
LUNES
Según “el sapo… es la pedrada”
Los políticos clasifican a los
reporteros, fotógrafos, columnistas, magnates periodísticos, etcétera,
según el dicho ranchero que “de acuerdo es el sapo… es la pedrada”.
Por ejemplo, si de embutes se trata, la
cantidad depende, primero, del medio donde se trabaja; segundo, de la
calidad de información que tenga cada uno; tercero, de la forma de
escribir; cuarto, de los favores prestados, y quinto, de los chismes que
cuenten en corto.
Hay reporteros, digamos, de unos 2, 3
mil pesos mensuales; otros de 5 mil; otros más, de diez mil. Y, bueno,
quizá hasta de 20 y 30 mil pesos al mes. O más, incluso, bienes muebles e
inmuebles.
El embute nunca será igual para un
reportero de un periódico con baja que con alta y reconocida circulación
y/o para un reportero de un noticiero radiofónico que para uno
televisivo.
Claro, si el reportero se tira al piso y
arroja agua bendita al paso del político y trabaja en un medio
prestigiado, el embute se multiplica.
Pero además, aparte del embute, el político les confía exclusivas, porque tiene garantizada la difusión del hecho noticioso.
Y lo más importante: sabe de la lealtad institucional del reportero.
Claro, una lealtad condicionada, pues si se vuelve infiel y lo descubren, ni hablar, el embute se cae.
Y en la lucha por el embute, decía un reportero, ni un paso atrás.
MARTES
Tundeteclas de diferente categoría
Según la calidad del reportero es el trato del político.
Hay, por ejemplo, tundeteclas a quienes
el político únicamente dispensa una plática privada, digamos, de
banqueta, caminando unos minutos solos luego de un acto público.
A otros, el político invita a treparse a
su camioneta para platicar en corto de un punto de la ciudad a otro,
delante del chofer y quizá de un guardaespaldas en el asiento trasero.
Y ahí, con ellos de testigo, ni modo, el reportero habrá de confiar su pedimento al político.
Otros, en cambio, son invitados a
desayunar teniendo como testigo al mesero y durante unos 60 minutos, no
más, quizá menos, tendrá espacio y tiempo suficiente para hablar en
cortito.
Claro, si la invitación es a comer se
trata de un nivel más alto, pues en la comida pueden echarse unos dos,
tres, cuatro traguitos, y el corazón y las neuronas se ablandan.
Y más, más calidad tiene un reportero
cuando lo invitan a cenar, pues en un descuido la cena, con los tragos
puede multiplicarse y hasta terminar en la madrugada en una orgía
privada con unas chicas fáciles, donde el político y el periodista se
vuelvan hasta “hermanitos”.
MIÉRCOLES
Político zorruno, reportero ingenuo
Hay políticos, por ejemplo, que suelen
contestar el teléfono hasta el reportero más sencillo y modesto de un
medio más sencillo y modesto.
Otros políticos, en cambio, tuitean, en
la era de las redes sociales, con algunos reporteros y así les pasan
información quizá oficial, acaso extraoficial, tips para ganar una
exclusiva.
Es más, hay reporteros, los menos,
quienes siempre rechazan un embute, porque el político que compra
lealtades suele dar un trato a un reportero “chayotero” y otro trato,
diferente, al reportero que solo espera, si de relación habrá de
establecerse, información privilegiada.
Otros políticos, sin embargo, confían
exclusivas al reportero con la advertencia: “se lo digo al amigo” y el
amigo reportero se queda frustrado, pues teniendo un dato privilegiado
le han prohibido publicarlo.
Si guarda la confidencia, vendrán más confidencias.
Pero si la publica por ganar una noticia
a ocho columnas, ni modo, perderá la confianza de un político, quien
nunca, jamás, lo perdonará ni menos, mucho menos, lo habrá de recibir.
En el trato con un político el reportero
puede, claro, resbalar. Irse con la finta. Sentirse y creerse
importante. Sucumbir al halago del político.
Es más, cuando el político les dice que lo oriente, el reportero cae atrapado en la vanidad.
Y expresa un punto de vista, una sugerencia digamos, olvidando que los políticos son agarradores profesionales de pendejos…
Y es que el reportero vanidoso pierde en automático ante el político zorruno.
Y más, por lo siguiente: a los
reporteros suele dar el síndrome del Ego: si es un tundetecleas de
deportes llega un momento cuando se siente director técnico del club de
béisbol.
Si es un reportero de policía, llega a sentirse el comandante de la corporación, un agente del FBI, de la DEA.
Si es un reportero de espectáculos, se cree un Ricky Martin.
Si es de sociales, llega a considerarse la esposa de un ricachón.
Si es un reportero de información política se siente alcalde, gobernador, presidente.
Y cuando tal fenómeno neurológico sucede, entonces el reportero está perdido.
Y el político se aprovecha. Lo utiliza. Se burla. Lo exhibe.
JUEVES
Unos reporteros dan miedo por su lengua…
Muchos reporteros, sin embargo, ganan más, mucho más por lo que chismean que por lo publicado en el medio.
Unos políticos les tienen pavor, más que por su información y pluma, por su lengua.
Una lengua de doble, triple, cuádruple filo.
Y por tanto, el político los convierte en sus espías.
Y espían a todos.
A reporteros de la fuente, políticos de oposición, políticos del mismo partido.
Incluso, los utilizan para madrear a
todos ellos, sin excepción, con su lengua mercenaria, exhibiendo en el
tendedero mediático hasta su vida privada.
Pero además, con frecuencia inventada.
Saben que de acuerdo con su ficción el embute se multiplica.
Gana el político, gana el tecleador que
de reportero se ha transfigurado en un mecanógrafo del político, una
nauyaca de la palabra escrita y hablada.
VIERNES
El político distingue al reportero…
Hay reporteros y magnates periodísticos, por ejemplo, que son invitados a palacio a dialogar con el jefe máximo.
Y como es natural, dispuestos a esperar
una, dos, tres horas, etcétera, con tal de tomarse un cafecito, una
botella con agua a solas con el tlatoani.
Otros políticos, en cambio, suelen
visitar en sus oficinas a uno que otro trabajador de la información,
sobre todo, alto directivo, incluso, hasta llevando dos, tres botellitas
de vino para dialogar y pactar, sin premisas ni urgencias, la agenda
pública.
Un valor, pues, tiene el reportero que
llega a palacio, y otro, diferente, cuando el político aterriza en el
medio para una junta estelar con el magnate.
Un día, el jefe de prensa de Mijail Gorbachov invitó al mejor periodista del siglo XX, Ryzard Kapuscinsky a Rusia.
--Gracias, le aviso.
--¿Cuándo irá?
--Gracias, le aviso.
Y ante el acoso del jefe de prensa, el reportero dijo la siguiente reflexión bíblica:
--Mira, si voy a Rusia y Gorbachov me hace esperar, me habré de enojar…
--… Si voy a Rusia y Gorbachov me recibe de inmediato sólo me contará proezas de su gobierno.
--… Algún día iré a Rusia por cuenta de
mi periódico y caminaré en el país y hablaré con los rusos para que
ellos hablen del estilo de gobernar de Gorbachov.
Kapuscinsky ni iba a palacio ni tampoco esperaba que un político lo visitara en su oficina.
Su agenda reporteril estaba con la gente, como lo testimonian sus 50 peligros publicados.
POSDATA: Más información en el blog.expediente.mx
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