CLAROSCUROS
José Luis Ortega Vidal
(1)
El de Cosme Monroy
–Presidente Municipal de Moloacán- no es el único caso de un Alcalde acusado
por acoso sexual.
Señalamientos de ese tipo
son comunes entre autoridades, así como en diversos ámbitos laborales.
La mayor parte de estos
casos no se denuncian; he ahí el punto clave para observar un fenómeno que
tiene mucho de judicial, pero también se vincula a circunstancias culturales.
Cuando el legislador Rafael
Rodríguez fue exhibido en las redes sociales junto a los pechos desnudos de
Xóchitl Tress -viuda del Gregorio “Goyo” Barradas, ex diputado federal y
Alcalde electo de “Juan Rodríguez Clara”- se suscitaron reacciones encontradas
en torno a la pareja.
Contra Xóchitl llovieron
críticas porque ella acusó a Rafael Rodríguez de haber mandado matar a su marido “Goyo” Barradas y a los pocos meses le
compartía su intimidad.
A él, se le siguió
observando como un hombre acusado de la presunta autoría intelectual de un
crimen y aunque nunca se sustentó tal señalamiento, la “maledicencia” lo ubicó
como alguien que es capaz –por lo menos- de acciones de esa naturaleza con todo
y colofón político-trágico-pasional.
- Pues el diputado Rafael tiene el
rostro para acostarse con la viuda que lo acusó de haber mandado matar a su
marido; se diría al respecto en la Vox Pópuli.
Lo cierto es que, cuando
alguien lo saludó en medio de aquel escándalo, Rafael Rodríguez sonrió
socarronamente y expresó: “ya sabes, uno que es galán…”
(2)
Desde el punto de vista
moral, casos como el del cinismo de Rafael Rodríguez y el señalamiento de
acosador sexual de Cosme Monroy, entran en la perspectiva bíblica de invitar a
que lance la primera piedra quien se encuentre libre de pecado.
Empero esa piedra, la
mencionada en la Biblia, no puede ser lanzada.
No hay condiciones
técnicamente humanas para tal proeza.
De hecho –afirma el propio
libro de libros- los seres humanos somos producto del pecado original.
Desde ahí…
(3)
Sin embargo, vale la pena
remarcar que los casos referidos involucran a personajes públicos, a empleados
del erario público, a depositarios de representaciones especificas de poder
político.
Rafael Rodríguez -Diputado
Federal- y Cosme Monroy -Alcalde en el municipio de Moloacán- violan la Ley a
la que juraron representar y defender.
Tenemos entonces que el
comportamiento hecho público de dos personajes públicos los coloca en una doble
demanda: la de su conciencia (asunto privado) y la del juicio social (asunto de
interés público).
(4)
Ante esta coyuntura es
importante subrayar que la nuestra es una sociedad cínica.
Conformamos una sociedad de
doble moral.
Vivimos en una cultura de
muchas caras; es decir, hipócrita.
De acuerdo a este
razonamiento, todos somos Rafael y todos somos Cosme.
La diferencia estriba en el
hecho de que nuestros pecados se den a conocer o no ante la opinión pública.
Y también en el hecho de que
transcurran en el contexto privado o en el público.
(5)
Max Weber –filósofo alemán-
demostró que el desarrollo del capitalismo tuvo mayor éxito en sociedades de
religión protestante, frente a la dificultad que enfrentó en sociedades de fe
católica.
¿Por qué?
Weber encontró que en la
práctica del protestantismo se opera bajo una disciplina que busca obtener
mayor éxito económico antes que satisfacciones personales.
No es un asunto de ser bueno
o de ser malo. Eso nos llevaría a la visión maniquea de las cosas.
Es un asunto más práctico:
en aquellas sociedades dispuestas al sacrificio individual en rubros como el
gozo, se acepta más fácilmente la disciplina y esto se traduce en una mayor
productividad económica.
No se trata de sociedades
generosas Per Se.
Son, simplemente, sociedades
pragmáticas que anteponen el afán económico ante los placeres mundanos y
terminan compartiendo ambos a partir de su respectiva hipocresía.
La de las sociedades
católicas es una hipocresía menos eficaz a la hora de hacer dinero, diríamos.
La de las sociedades
protestantes es la misma hipocresía, sólo que más cercana a la producción de
dinero; por decirlo de una manera simplista pero entendible.
Las religiones protestantes
tienen esa característica: la de exigir a sus miembros una absoluta disciplina
en todas las facetas de su comportamiento, so pena de ser expulsados por la
feligresía.
En contraste, la religión
católica es versátil; opera con mayor flexibilidad ante su comunidad.
En la fe católica, el de la
disciplina es un tema de libre albedrío.
Cada quien, en lo
particular, decide ser disciplinado o no y en el caso de faltar a las normas
establecidas, no está en riesgo su pertenencia al grupo.
En México, un claro ejemplo
lo constituye la militancia del Partido Acción Nacional.
La ideología derechista
ubica a los panistas muy cerca de la relación Fe-Convicción Política.
El primero de diciembre del
año dos mil Vicente Fox acudió a la Basílica de Guadalupe antes de tomar
protesta en el Congreso de la Unión.
El octavo mandamiento
ordena: “No darás falso testimonio contra tu prójimo”; es decir, “No mentirás”
y Vicente Fox es un mentiroso compulsivo.
Por mencionar sólo un dato:
desde el primero de diciembre del año dos mil el político guanajuatense miente
con sólo abrir la boca –“lo arreglo en 15 minutos”, “cenas y te vas”, “Doña
Martha”, “Marthita”, “los hijos de la
señora Sahagún”, etcétera- y la Iglesia Católica jamás se ha planteado la idea
de expulsarlo de sus filas.
Y es que la Iglesia de San
Pedro no contempla esa posibilidad salvo casos extremos.
El PAN –por su parte-
tampoco se ha atrevido a expulsar a Vicente Fox de su militancia, no obstante
su traición en el proceso electoral reciente.
Y es que los panistas son
así: constituyen el partido más hipócrita en un escenario político de partidos
corruptos.
En México todos los partidos
políticos son mentirosos y corruptos; con el añadido de que el PAN suele pecar
de lunes a sábado y se siente a salvo con su confesión dominical.
En fin, si Vicente Fox fuera
feligrés de una Iglesia protestante para empezar nunca habría sido Presidente y
en el remoto caso de que esto hubiese sucedido habría terminado como John F.
Kennedy en Dallas, porque los norteamericanos en el tema de la relación
Iglesia-Poder no se andan por las ramas…
El pueblo norteamericano es
una suerte de sociedad hipócrita/eficaz y pragmática/fanática en extremo:
cuando hay que matar mata, sin ninguna duda, para darle continuidad a su
ejercicio de poder.
Y además –por si hubiese
alguna duda sobre su aterradora profesión de fe- el dólar reproduce en cada
centavo el discurso de su ideología: “In God We Trust”.
(6)
La doble moral que
caracteriza a una importante parte de la sociedad mexicana se refleja también
en la vida política y por tanto en el ejercicio del poder.
Xóchitl Tress fue víctima de
un escarnio público mientras que Rafael Rodríguez fue apapachado en privado por
la cofradía del macho agradecido.
La viuda de un policía en
Moloacán, que acusa por acoso sexual al alcalde Cosme Monroy denuncia el hecho
y lo ha exhibido ante los medios de comunicación.
Ya veremos si encuentra la
justicia que busca.
El sistema de procuración de
justicia en México es –además de hipócrita- corrupto.
Será más fácil que Cosme
Monroy pase por el ojo de una aguja a que se le investigue en torno a la
acusación de que ha sido objeto y –en el caso de ser culpable- se le siente –ya
de perdis- frente a un juez.
“Uno que es galán” diría
Rafael Rodríguez, personaje que –Gracias a Dios- dejará de ser legislador
federal el último día de agosto.
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