Llanto y dolor en Acayucan
En la iglesia de San Pedro y
San Pablo se le realizó una misa de cuerpo presente a Karina.
Numeroso contingente integró
el cortejo fúnebre de Karina Mendoza.
El cuerpo de la licenciada
Karina Mendoza rumbo a su última morada.
El féretro conteniendo el
cuerpo de César Cruz en los momentos de llegar al camposanto.
Cientos de vecinos, amigos,
familiares y ciudadanos despidieron a César y a Karina.
Acayucan.— Vecinos de la
colonia Revolución se unieron al inmenso dolor de las dos familias que
perdieron sus seres queridos en el camionazo en Alamo. Los
cuerpos de César y Karina fueron depositados en su última morada.
Los cadáveres de los dos
jóvenes llegaron a Acayucan en la tarde del sábado 21. Fueron velados en sus
respectivos domicilios ubicados en la colonia Revolución. Y el domingo 22, en la tarde,
les dieron cristiana sepultura.
El primero en llegar al
panteón municipal fue el cuerpo de Karina Mendoza Ramírez. Pasó antes por la
iglesia de San Pedro y San Pablo para una misa de cuerpo presente. De ahí el
cortejo fúnebre caminó por la Aldama hasta llegar al panteón municipal.
El féretro estuvo por unos
minutos en la casa de descanso del camposanto para un rezo y después fue
llevado a su última morada.
La misa inició a las cuatro
de la tarde y terminó a las cinco. A las seis de la tarde el cuerpo de Karina había
llegado al panteón municipal.
Una hora después llegó el
cuerpo de César Cruz Valencia. En su ataúd blanco. La idea de ambas familias
era llevarlos juntos hasta el camposanto, pero por la espera de un familiar, el
cuerpo de César fue llevado más tarde.
Los dos cuerpos quedaron uno
al lado del otro. Juntos como les hubiera gustado haber estado toda una vida.
Juntos como los planes que tenían de unirse en matrimonio. De compartir lo
bueno y lo malo.
Partía el corazón ver el
sufrimiento de sus familiares. De sus padres. De doña Petrita y su esposo don
Memo, padres de Karina. Dos personas muy estimadas en la colonia Revolución.
Por eso los vecinos de ese
asentamiento y de diversos sectores, se unieron a su dolor. Acompañaron al
féretro. Todos en silencio en señal del inmenso dolor que compartían.
Por su lado, Don Gelacio
Cruz Ramírez, padre de César, por su enfermedad de la vesícula, no pudo caminar
el trayecto. Tuvo que acompañar al cortejo en la cabina de la carroza.
Apoyado por familiares llegó
hasta el lugar en donde iba a ser sepultado su hijo César. Acababa el día.
Empezaba a llegar la noche cuando amigos, familiares y vecinos, se retiraban
del panteón municipal.
Atrás quedaron en su última
morada los dos jóvenes que buscando un mejor nivel de vida hallaron el camino
sin retorno. Descansen en paz.
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