sábado, 30 de julio de 2011

Se busca un migrante!


*** Marchan “Paso a Paso por la Paz”

Coatzacoalcos, Ver.- (AVC/Exclusiva) Se busca migrante. Señas particulares: alto y chaparro. De piel obscura y blanca. Tiene los ojos grandes y también chiquitos. Origen: Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua o Belice. La última vez que se supo de él: en Chiapas, Oaxaca, Veracruz o Tamaulipas. Es uno y son cientos, son miles.
El padre Solalinde, ataviado en una sotana blanca, un pasalistón verde y una cruz de madera colgando del cuello, encabezó la caravana “paso a paso por la paz”, que marchó de la capilla San Judas Tadeo hasta los bajos del puente de la avenida Uno.
Aquello era una marea humana de agraviados: Madres, padres, hermanos, hijos que buscan a hijos, hijas, hermanos que les fueron arrebatados, secuestrados, matados. Algunos desde hace nueve años y otros desde hace meses. Son los familiares de migrantes desaparecidos que marchan por México y preguntan ¿Dónde están?
Busco a mi hijo en fosas clandestinas: Salvadoreña
La señora Josefina Isabel Ventura, de 74 años de edad, es originaria de El Salvador. Ojos chiquitos, diminutos, que emiten una mirada no obscura sino gris, nublada. Viajó cuatro días hasta Coatzacoalcos, Veracruz, y lo hará otros tres días hasta la Ciudad de México para preguntar a las autoridades de México a El Salvador y al mundo ¿Dónde está mi hijo?
Su hijo William Gustavo Pérez salió del país centroamericano el 11 de marzo del 2011, un mes después de que el terremoto que sacudió su país dejara en quiebra la fábrica de zapatos donde Williams se ganaba unas monedas para sostener a su esposa, su hija de dos años y la recién nacida de ocho meses.
“Él iba para Houston con unos amigos a buscar trabajo de zapatero. Los amigos regresaron, él ya no. Cuando supimos que los otros regresaron fuimos a buscarlos y les preguntamos por mi hijo, pero me dijeron que lo perdieron en una estación de tren en Oaxaca”.
Para describir a Doña Chepita lo primero es decir que tiene una fuerza de acero porque lleva 10 años buscando a su hijo. Y se ha sometido a dos pruebas de ADN para ver si su hijo era uno de los migrantes encontrados en San Fernando, Tamaulipas, o si estaba en una fosa clandestina de Arizona.
“Era un buen hijo. Amoroso y bueno, pero desobediente. Yo le aconsejaba que no se viniera, le dije muchas veces y el día que salió de mi casa me quedé llorando. Dos años antes ya había intentado cruzar, pero fue deportado, yo pensaba que si lo volvían agarrar lo iban a dejar preso”.
Doña Chepita forma parte de la organización Cofamilia, de El Salvador, una organización civil de Guatemala, conformada por familiares con migrantes desaparecidos, que se ha integrado a la marcha “paso a paso por la paz”, que promueve la defensa de los derechos migrantes.
“Estoy bien, me dijo, y cortó la llamada”: Hondureña
Sonó el teléfono…
-Mamá, soy tu hijo. ¿Cómo estás?
-Hay mi hijo, estoy bien. ¿Tu cómo estás, mi hijo?
-Gracias a Dios estoy bien… (y se cortó la llamada)
El diálogo interrumpido puso tres puntos suspensivos a la vida de la señora María de los Santos Ávila, una madre hondureña de 74 años que busca a su hijo José Armando Salgado, que está por cumplir los 40 años y desde hace dos dejó de comunicarse con ella.
“En la penúltima llamada, hablamos por teléfono como media hora. Se puso a platicar conmigo de lo difícil del camino, de las cosas que le pasaban. Lo último que me detalló fue que estaba en la frontera de Matamoros, Tamaulipas y que no se podía mover ni para Honduras ni para Estados Unidos”.
María de Los Santos Ávila agarra con sus dos manos una pancarta verde con una foto de hace diez años con el rosto de su hijo y con una fe que la arrojó a salir de su país y realizar una travesía por México para buscarlo.
“Mis nietos esperan que regrese con su madre”: Guatemalteca
A Cintia Magalí López Pérez se la llevó una mujer de tatuaje en febrero del 2009. Dijo que le conseguiría un trabajo como cocinera o mesera en algún restaurante de Estados Unidos y que en poco tiempo ganaría suficiente para mantener a sus tres hijas.
Pero la madre de Cintia, doña María Antonia Pérez Hernández, cree que todo fue un engaño. Piensa que su hija pudo ser secuestrada por un grupo de malas personas que la tienen encerrada trabajando.
O quizás, que las autoridades migratorias de Estados Unidos o de México pueden tenerla detenida sin dejarla que se comunique con ellos. Y si así fuera “ojalá pudieran ablandar su corazón y la dejaran hablar con su familia”. Lo cierto es que no sabe nada de ella desde hace dos años y medio.
Cintia habló con su madre por última vez, un 17 de febrero del 2009, para pedir que a su hija de ocho años le hicieran un pastel de cumpleaños: “Mamá yo quiero que se la pasen bien, háganle un pastel a la niña y denle muchos abrazos de mi parte”.
Cintia era madre soltera de tres niñas y el dinero no le alcanzaba para mantener a su familia. Su hija más grande tiene un tumor en la cabeza y los médicos y medicinas son muy caros. Por eso, fue fácil de convencer por una mujer de nombre Flor de María Solano, que la invitó a Estados Unidos, donde la contactará con unas personas para trabajar.
“Ella se vino a trabajar porque una de sus hijas tiene un problema en la cabecita, tiene que atenderse con médicos y medicinas que son muy caros; pero desde que habló con nosotros pero teléfono ya nunca supinos nada de ella”.
Las hijas de Cintia, de diez y ocho años preguntan a por ella: “mamá Toña cuando viene mamá Cintia”. “No sé, pero pronto la encontraremos”, contesta doña Toña, quien al regresar a su Guatemala tendrá que dar una respuesta a sus nietas.
La caravana “Paso a paso por la paz” está tejida por la esperanza de estos familiares de desaparecidos que siguen buscando a ese eslabón de su familia que no quieren dejar en el olvido.
El padre Alejandro Solalinde, que los acompaña en este camino, dice que la voz de los familiares de migrantes desaparecidos debe ser escuchada por las autoridades de México, de Guatemala, de Honduras, de la sociedad .
“Queremos respeto, humanidad, queremos que se sumen a nosotros para que se respete la vida y los derechos de los hermanos migrantes”, concluyó el religioso luego de realizar una jornada de oraciones por los migrantes en los bajos del puente Avenida 1, por donde pasan las vías del tren. (Tomado de Notiver/ 30 de julio de 2011).

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