miércoles, 25 de mayo de 2011

¡¡¡LA AGRESION!!!


Columna: Déjame que te cuente…

Por Sergio M. Trejo González

La agresión cobarde a informadores de nuestra región no resulta novedad, tampoco me extraña el silencio de los tundeteclas, lo que me sorprende e indigna es que ahora fue una dama, la señora María Carranza Guatemala, reportera de Tribuna del sur, esposa de nuestro querido y respetado amigo Jesús Gutiérrez Cruz, la víctima de la humillación y violencia, de la retención y amenazas graves contra su integridad física y moral, por quienes deberían preservar un estado de derecho y garantizar el desarrollo de la sociedad. Un acontecimiento sin precedente en la historia del periodismo local fue lo que se registró hace un par de días en Rodríguez Clara, lugar a donde la mencionada corresponsal fue invitada por la jefa de prensa de aquel municipio para cubrir un convivio a los policías de aquel lugar, donde estarían el señor presidente municipal Zenón Rodríguez y la presidenta del Comité Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia, Xóchitl Tress Rodríguez; en eso se encontraban cuando la titular de prensa, una tal Edna López Domínguez, sumamente molesta porque la señora Carranza, cumpliendo con su vocación y trabajo, tomaba las gráficas que consideraba necesarias para cubrir la información respectiva. Algo normal para cualquiera que comprende que la función de los periodistas consiste precisamente en reflejar en sus notas y con fotografías, aconteceres cotidianos o actividades de servidores públicos y de la sociedad en general. Hago hincapié de que deferir el pan y la sal, con alguna copa, para divertirse no implica ningún delito o pecado; por ello resulta común salir en páginas de sociales o en secciones políticas. Es decir, departir en reuniones de amigos y colaboradores no significa materia de inquisición alguna. Nada de malo tenía el convivio y ninguna falta significaba tomar fotografías a la concurrencia. No había motivo ni agravio para que con lujo de violencia se hiciera objeto de vejámenes a la compañera periodista, por un grupo de seguridad, elementos al servicio de alguien del ayuntamiento de aquel distrito, quienes se dice golpearon a doña Mary para quitarle su cámara, la grabadora y otros implementos de trabajo, impidiéndole su salida del lugar y profiriendo amenazas de partirle la madre, a ella y a su familia, si denunciaba los hechos. Afortunadamente una persona sensata, don Rogelio Balderas Gómez, pudo sensibilizar a los energúmenos para que desistieran de su conducta delictiva que mantenía retenida a la señora Carranza y, gracias a su intervención se consiguió que la soltaran con las huellas de golpes y maltrato y despojándola de su material de labores.
El grave problema de la violencia y otros métodos que afectan la libertad de prensa, es algo que deberíamos tomar en cuenta, en estos momentos cuando de renovar cuadros u organizar grupos de periodistas observamos ir y venir, buscando detentar la batuta de asociaciones del gremio chismoso, porque de lo contrario estamos permitiendo que se siga debilitando la libertad de trabajo de este sector y la verdadera democracia; porque esto afecta directamente el derecho del público a recibir información; porque debemos tener conciencia y espíritu de clase y ser congruentes entre lo que presuntuosamente nos ufana, cada año, cuando los 7 de junio se reúnen los comunicadores a festejar, previo pasaje de charola por los municipios aledaños.
En vísperas de la realización de galas y saraos, comelitones de auto festejo de una vocación que se dice llevar en las venas, uno se pregunta de qué sirve la autoría de heraldos y magazines con sendas reseñas, noticias pintadas de sangre y plagados de acontecimientos trascendentes o de pasarela social (glamur, fashion, beauty, hair, makeup, diet, health, sex… hoguera de las vanidades) cultura, política y policía, con gráficas elocuentes que gritan el despilfarro de queso, pan y vino; de qué nos vanagloriamos en esos aquelarres festivos o en reflexiones profundas y trascendentes acerca de la objetividad, la veracidad y el valor de los periodistas para llamar “al pan, pan y al vino, vino” o “Un diario al servicio de la comunidad” o “El diario que leemos todos”; en fin, tantos slogans que nos entretiene cuando nos levantamos para trabajar, que a la hora de los chingadazos, disfrazan el entorno o esconden la cabeza, porque vivimos del favorecimiento de quienes detentan el poder o porque simplemente “no es nuestro problema”; de que nos alivia una Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión si no se le da curso a una denuncia de hechos criminales tan flagrantes y evidentes (los verdugones y hematomas que trae doña Mary en el alma y en el cuerpo no sanan con dejar pasar el tiempo). Eso deja, ante la opinión pública, a los periodistas como argüenderos de la vecindad..
No me sorprende la impunidad ni la indiferencia, la historia está llena de genocidios, luchas y masacres, encubiertos bajo el nombre de causas “dolorosas pero necesarias”. En su mayoría estos delitos quedan sin castigo y al tiempo resultan contadas por los opresores, de manera glorificada; lo que me preocupa es el trastorno de la afectividad que se caracteriza por la impasibilidad de ánimo, estado de indiferencia frente a las personas, el medio o los acontecimientos, que trae consigo una alteración en la capacidad afectiva por parte del individuo frente a toda una serie de estímulos. Parece que nada nos mueve, ni nos conmueve, que solo pensamos en nuestra comodidad y en nuestra ganancia, olvidándonos que mañana la falta de valor civil puede alcanzarnos en lo que más duela. Digo, porque el silencio es significado de conformidad o de miedo. Esa, discreción y reserva, me hace preguntar: ¿Qué cosa celebran el 7 de junio?

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